Completa
La vida nos da siempre segundas oportunidades y donde hubo fuego cenizas quedan, eso decía mi abuela.
Ari conoce a Álvaro cuando apenas tenían 16 años, ellos se enamoran, Pero por las circunstancias de la vida hace que cada quien tome un camino distinto a lo que ellos pensaron.
El destino los junta reviviendo el pasado amor de adolescente que tuvieron y ahora con mas fuerza.
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Cap. 12: Sin salida.
ÁLVARO GRUBSTEIN
Sentí como una estocada en mi corazón cuando en la boda ví a Ari. Nuestras miradas se cruzaron por unos breves segundos.
Mi padre y Anne han hecho de vida una porquería, pero tampoco Puedo ser egoísta con Ari y su madre. No tuvimos el tiempo suficiente para conocernos, para enamorarnos como una pareja de chicos normal, nuestro amor no pudo ser.
La ceremonia terminó.
— Felicidades a mi hija y a mi yerno. Se ven bien juntos— hablaba sin parar el padre de Anne.
Anne encima sujetando mi brazo.
— Más te vale que te sueltes sola— la miré con desprecio. Ella me soltó.
— Quieras o no quieras, eres mi esposo.
Mi padre se acercó.
— Los espera la limusina. Irán a un Penthouse a pasar una velada romántica. Mañana por la mañana se irán de luna de miel a París. Trata muy bien a Anne. Llevarán cuatro guardaespaldas por si se te ocurre huir— mi padre me daba indicaciones.
— No quiero ir a ningún lado. Solo quiero ir a mi cuarto a descansar. Entre Anne y yo no pasará nada. Eso te lo puedo asegurar.
Anne apretó sus dientes.
— Está bien, pasemos la noche en tu cuarto. Para mí no hay ningún problema.
— No quiero pasar la noche contigo. Estás loca.
— Compórtate Álvaro— mi padre se estaba enojando.
Caminé molesto hasta la limusina. Si Anne va a mi cuarto, mis padres estarían al pendiente de todo. Anne subió a la limusina.
Durante todo el viaje fui en silencio viendo hacia un lado. Anne hizo lo mismo.
Llegamos al hotel. Recogí las llaves y caminé sin detenerme al Penthouse.
—Espérame. Vas muy rápido— Anne se quejaba.
Llegué y cerré la puerta. Anne se quedó afuera.
— Abre. No me dejes aquí. Eres un desquiciado.
Golpeó la puerta varias veces pero no abrí. Si ella quiere entrar, que vaya a recepción y pida sus propias llaves. El Penthouse tiene dos habitaciones, una habitación principal y una habitación secundaria. Escogí la habitación principal y cerré bien la puerta. Me cambié el esmoquin por pijama. En la habitación había dos maletas, una mía y la otra de Anne.
Si no puedo hacer con mi vida lo que yo quiero, no puedo ser feliz con la persona que yo decida amar, tampoco Anne será feliz.
Cómo a la media hora ella entró y golpeó mi puerta.
— Abre la puerta. Necesito hablar contigo.
No abrí, me acosté a dormir. Ella se fue al otro cuarto, creo. Porque no me molestó más.
A veces quisiera ser una persona con padres normales.
Pronto empiezo la universidad y no me imagino mi vida junto a un chicle.
A la mañana siguiente, una llamada de mi padre me levantó.
— Anne me llamó. Te espera en la limusina. La has tratado mal.
— Imagínate cada vez que la desprecie te va a estar llamando… Entonces acostúmbrate por qué eso será hasta que logré divorciarme de ella porque yo no la amo.
— Pórtate como debes o ya sabes que puede pasar.
No dije más. Le colgué la llamada. Me vestí de lo más casual. Bajé a la limusina. Uno de los guardaespaldas entró y tomó las maletas.
— Eres un loco psicópata. Me dejaste fuera del Penthouse. Y no me pude cambiar de ropa por tu culpa. Cómo es posible que actúes así.
— Perdón, decías algo — la miré con desprecio y miré a un lado, ignorándola de nuevo.
— Eres un estúpido. Me la pagarás.
Llegamos al aeropuerto. Tomamos el vuelo hacia París. Estuvimos allí un mes. Mi actitud no cambió. Estuvimos en cuartos separados y no salí para nada.
Al regresar del viaje, regresamos al penthouse, que sería nuestro hogar. Puse un límite entre ella y yo. Y aunque ella intentaba de mil maneras de hablarme, yo buscaba otras mil maneras para despreciarla. Vamos a ver quién se cansa primero.