Sinopsis:
En el pequeño y aparentemente tranquilo pueblo de Santa Lucía, las vidas de sus habitantes están entrelazadas con secretos oscuros y pasiones peligrosas. Lo que comienza como una serie de infidelidades desenmascara una red de violencia, traición y asesinato. A medida que las sombras en la oscuridad se vuelven más espesas, los habitantes deben confrontar sus propios demonios para sobrevivir.
NovelToon tiene autorización de Frankomg para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 3: Sombras del Pasado
El sol apenas había asomado sobre el horizonte cuando Mariana y Clara se reunieron en la pequeña cocina de Clara para ultimar los detalles de su plan. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, pero ninguna de las dos mujeres tenía apetito. La tensión se cernía sobre ellas como una nube oscura, y el silencio solo era roto por el sonido del reloj de pared.
"Esposo
Clara había contactado a su amigo en la ciudad, quien había acordado proporcionarles nuevas identidades y un lugar seguro para comenzar de nuevo. Sin embargo, la operación no sería sencilla. Necesitaban salir del pueblo sin levantar sospechas y llegar a la ciudad sin ser seguidas.
Mientras tanto, Fernando se despertaba en su despacho, donde había pasado la noche revisando los informes de Roberto. El detective había encontrado información comprometedora sobre Pablo, pero también había descubierto algo más inquietante: había evidencias de que Pablo estaba tratando de escapar. Fernando sabía que tenía que actuar rápidamente para evitar que su enemigo se esfumara.
Pablo, por su parte, estaba escondido en una casa abandonada en las afueras del pueblo. La golpiza que había recibido de Roberto lo había dejado débil, pero su determinación no había disminuido. Sabía que la única manera de proteger a Mariana era enfrentarse a Fernando con pruebas contundentes de su propia inocencia y del verdadero carácter de Fernando. Decidió que buscaría ayuda de alguien inesperado: el sacerdote del pueblo, Padre Miguel.
Padre Miguel era una figura respetada en Santa Lucía. Su sabiduría y compasión lo hacían un confidente para muchos, y Pablo esperaba que el sacerdote pudiera ayudarlo a exponer la verdad. Con gran esfuerzo, Pablo se dirigió a la iglesia y se arrodilló ante el altar, esperando que el sacerdote apareciera.
"Padre, necesito su ayuda," dijo Pablo con voz quebrada cuando Padre Miguel apareció. El sacerdote, sorprendido al ver a Pablo en ese estado, se acercó con preocupación. "Pablo, ¿qué te ha pasado? Hijo, estás herido."
"Almohadilla
Padre, yo
Mientras tanto, Fernando había decidido que era hora de tomar medidas más drásticas. Convocó a Roberto a su despacho y le dio instrucciones claras: "Encuentra a Pablo y tráelo aquí. No me importa cómo lo hagas, pero hazlo rápido. Y si alguien trata de interferir, elimínalos."
Roberto asintió, sabiendo que Fernando estaba dispuesto a todo para mantener su control. El detective comenzó a buscar por todo el pueblo, interrogando a los lugareños y rastreando cualquier pista que pudiera llevarlo a Pablo.
Por si
"Los recogeré tan pronto como sea posible," prometió Clara, tratando de consolar a Mariana. "Estarán a salvo conmigo. Sólo tenemos que aguantar un poco más."
El viaje fuera del pueblo fue tenso. Clara conducía con cuidado, vigilando constantemente los espejos retrovisores. Mariana se mantuvo en silencio, aferrada a la esperanza de que pronto estarían lejos del alcance de Fernando. Cuando finalmente llegaron al punto de encuentro, un pequeño motel en las afueras de la ciudad, Clara respiró aliviada.
"Quedemonio
Mientras tanto, en el pueblo, Padre Miguel decidió que era hora de confrontar a Fernando. Con las pruebas que Pablo le había dado, se dirigió a la casa de Fernando con una determinación inquebrantable. Sabía que estaba poniendo en riesgo su propia vida, pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras el mal se extendía.
"Fernando, tenemos que hablar," dijo el sacerdote cuando Fernando abrió la puerta. Fernando lo miró con frialdad, pero lo invitó a pasar. "Padre Miguel, ¿a qué debo el honor de su visita?"
"Hierro
Fernando rió, una risa vacía y amarga. "¿De verdad crees que puedes detenerme, Padre? Ya es demasiado tarde. Todo está en marcha, y nadie puede detenerlo."
Almohadilla
Hierro
Almohadilla
Roberto, siguiendo las órdenes de Fernando, había encontrado una pista sobre el paradero de Pablo. Un lugareño lo había visto dirigirse a la iglesia, y Roberto se apresuró hacia allí. Al llegar, encontró la puerta entreabierta y entró silenciosamente.
Pablo, debilitado pero determinado, estaba escondido en el confesionario. Cuando Roberto lo encontró, lo arrastró fuera con una fuerza brutal. "Tienes una cita con Fernando," dijo Roberto, arrastrando a Pablo hacia el auto.
Mientras conducían de regreso, Pablo sabía que su tiempo se estaba acabando. Debía encontrar una manera de alertar a Mariana y Clara. Con esfuerzo, logró sacar su teléfono y enviar un mensaje a Clara: "Fernando me tiene. Mantente alerta. Cuida a Mariana."
El mensaje llegó justo cuando Clara y Mariana se preparaban para descansar. Clara lo leyó con horror y le mostró a Mariana. "Tenemos que movernos. Ahora," dijo Clara, sabiendo que su ventana de escape se estaba cerrando rápidamente.
Mariana
De vuelta en la casa de Fernando, Roberto entregó a Pablo a un enfurecido Fernando. "Bien, Pablo. Ahora, vamos a terminar esto de una vez por todas," dijo Fernando con una sonrisa cruel.
Pablo, herido y cansado, miró a Fernando con determinación. "No puedes ganar, Fernando. La verdad saldrá a la luz, y todos verán quién eres realmente."
Hierro
Mientras tanto, Clara y Mariana llegaron a la ciudad y se dirigieron al punto de encuentro con el contacto de Clara. El hombre las recibió con seriedad y les entregó los nuevos documentos. "Esto les dará una nueva vida. Pero deben ser cuidadosas. Fernando no se detendrá tan fácilmente."
Mariana asintió, agradecida pero asustada. "Haremos lo necesario. Gracias por tu ayuda," dijo, antes de seguir a Clara hacia su nuevo destino.
El sol comenzaba a salir sobre Santa Lucía, pero las sombras seguían presentes. Las vidas de Mariana, Pablo y Fernando estaban en un punto crítico, y el desenlace aún no estaba escrito. La verdad, los secretos y las mentiras se entrelazaban en una danza peligrosa, y solo el tiempo diría quién saldría victorioso.
Mariana y Clara, ahora con nuevas identidades, sabían que debían permanecer vigilantes. La lucha por la libertad y la verdad no había terminado, pero estaban decididas a no rendirse. Mientras tanto, en el sótano de Fernando, Pablo se preparaba para el enfrentamiento final, sabiendo que el destino de todos ellos dependía de sus próximos movimientos.