Baile Con El Diablo

Familia y Amigos

Esa noche, mientras cenaba en mi pequeño apartamento, no podía dejar de pensar en la advertencia de la directora artística. ¿Quién sería ese hombre poderoso que supuestamente estaba interesado en mí? Y, más importante aún, ¿cómo iba a mantenerme alejada de él?

Suspiré, dejando el tenedor a un lado. Necesitaba aclarar mi mente y enfocarme en lo que realmente importaba: mi danza. Después de todo, ese era el sueño que había perseguido durante tantos años.

Recogí los platos y los llevé al fregadero, decidida a no dejar que nada ni nadie interfiriera con mi objetivo. Mientras lavaba los utensilios, sonó mi teléfono. Era mi mejor amiga, Emma.

"¡Sarah! ¿Cómo estuvo tu debut como solista?" preguntó emocionada.

"¡Fue increíble, Emma!" exclamé, olvidando momentáneamente las preocupaciones. "La gente parecía realmente entusiasmada con mi interpretación."

"¡Lo sabía! Siempre supe que lograrías tu sueño", dijo Emma. "Estoy tan orgullosa de ti. Tienes que venir a cenar a mi casa esta semana y me cuentas todos los detalles."

"Me encantaría", sonreí. "Te llamaré para coordinar un día."

Después de colgar, me sequé las manos y me senté en el sofá, recordando los años que compartía con Emma. Nos habíamos conocido en la academia de ballet, donde éramos inseparables. Ella había sido mi principal apoyo durante los momentos más difíciles, alentándome a seguir adelante cuando pensaba en rendirme.

Emma era la hija de una familia adinerada, pero eso nunca la había distanciado de mí. Al contrario, siempre se había preocupado por mi bienestar y me había ofrecido ayuda en innumerables ocasiones. Nuestra amistad era inquebrantable.

Pensando en mi familia, un nudo se formó en mi garganta. Mis padres habían fallecido cuando era una adolescente, dejándome sola en el mundo. Fue una época muy dura, pero la danza se convirtió en mi tabla de salvación. Me sumergí en el entrenamiento, dedicando cada hora de mi día a perfeccionar mis habilidades.

Gracias a una beca, pude ingresar a la academia de ballet y demostrar mi talento. Fue allí donde conocí a Emma, quien se convirtió en la hermana que nunca tuve. Juntas, enfrentamos los desafíos y las frustraciones de la vida de una bailarina en formación.

Ahora, con mi ingreso a la Compañía Nacional de Ballet, me sentía más sola que nunca. Mis padres no estaban aquí para celebrar conmigo, y a veces me preguntaba si estarían orgullosos de lo que había logrado. Deseaba poder compartir este momento con ellos.

Sacudiendo la cabeza, me levanté del sofá. No podía permitir que estos pensamientos me abrumaran. Tenía que mantener el foco en mi danza y en honrar la memoria de mis padres con mi éxito.

Me dirigí al estudio de baile anexo a mi apartamento y encendí la música. Mientras me movía al ritmo de la melodía, sentía que todos mis problemas y preocupaciones se desvanecían. Aquí, en el escenario de madera, era donde realmente me sentía en casa.

Después de un par de horas de intenso entrenamiento, me sentí más relajada y preparada para enfrentar los desafíos que se avecinaban. La advertencia de la directora artística seguía presente en mi mente, pero ahora me sentía más determinada que nunca a no dejar que nada ni nadie interfiriera con mi sueño.

Al día siguiente, durante el ensayo, noté que algunos de mis compañeros me miraban con una mezcla de admiración y envidia. Sabía que mi ascenso a solista principal había despertado celos en algunos de ellos, pero no podía dejar que eso me afectara.

Me acerqué a mi amiga Natalia, una bailarina talentosa y de confianza.

"Oye, Nat, ¿has notado algo raro entre los demás?" pregunté, en voz baja.

Natalia me miró con complicidad.

"Sí, algunos están un poco molestos por tu rápido ascenso", admitió. "Pero no dejes que eso te preocupe. Tú te lo has ganado con tu esfuerzo. Eres una de las mejores bailarinas que tenemos."

Asentí, sintiéndome un poco más tranquila. Sabía que tenía el apoyo de Natalia, y eso era lo que realmente importaba.

"Gracias, Nat. Significa mucho para mí", le dije, sonriendo.

En ese momento, la directora artística se acercó a nosotras.

"Sarah, Natalia, necesito hablar con ustedes un momento", dijo, con su habitual tono serio.

Intercambiamos una mirada de preocupación, pero seguimos a la directora a una sala privada.

"¿Sucede algo, señora?" pregunté, sintiendo cómo el nerviosismo volvía a apoderarse de mí.

"No se preocupen, no es nada malo", nos tranquilizó. "Solo quería informarles que serán las principales bailarinas en la gira. Natalia, tú serás la segunda solista, y Sarah, tú serás la primera."

Sentí que el corazón me daba un vuelco. ¿Primera solista en la gira? Era un honor aún mayor del que me había otorgado antes.

"Señora, es un privilegio enorme", dije, tratando de contener mi emoción. "Haré todo lo posible por estar a la altura."

"Lo sé, Sarah", asintió la directora. "Confío en que ambas darán lo mejor de sí mismas. Esta gira será un gran desafío, pero estoy segura de que estarán a la altura."

Natalia y yo asentimos, prometiendo cumplir con las expectivas. Mientras volvíamos a la sala de ensayo, no podía evitar sentir una mezcla de nervios y emoción. Esta era mi oportunidad de brillar en el escenario mundial. No iba a defraudar a la directora ni a mí misma.