Sara es una mujer que aprendió que los cuentos de hadas son solo cuentos y no realidades...
No solo es maltratada por su familia, en especial por el hombre que según le dio la vida, sino que también este intentó venderla de la manera más cruel a su socio.
Sabiendo que su madrastra y él esconden la verdad tras la muerte de su madre, intenta ofrecerse como carnada para descubrir aquello; sin embargo, termina siendo acusada de algo que no cometió y expulsada de la casa.
Siendo que su desobediencia a su padre la terminaría por condenar a una vida en las calles, el destino se encargaría de hacerla cruzar caminos con alguien que le daría una nueva oportunidad para vivir.
¿Podrá al fin ser feliz y tener justicia?
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Capitulo 3
Hija – interrumpió mi paz mi padre
- ¿Qué deseas papá? – conteste de buena manera
- Se que no estas a gusta aquí, pero por favor no causes molestias a nadie, quiero una estancia agradable en familia ¿de acuerdo? – dijo tranquilamente
Mis ojos no pudieron rodar más allá de mis cavidades, pero era obvio para mi padre de que me molestaba su comentario
- Mañana en la noche tendremos una fiesta de bienvenida, vendrán muchas personas importantes con las cuales me gustaría hacer negocios, así que por favor ve a buscar un buen vestido y ponte presentable – me dice sin una pizca de vergüenza
- No voy a hacer tu objeto ¿entendiste? – respondí
- Es por el bien de la empresa, tu madre estaría feliz si podemos expandirnos en estas tierras – me contesta
- No metas a mi madre en tus negocios sucios, además tus textiles ya se exportan a este país gracias a tu esposa, no veo el interés de hacer más negocios – le repliqué un poco molesta
- Este negocio es diferente, pronto asumirás la empresa y quiero dejarte con un excelente capital y sobre todo que nuestra empresa sea la número uno de Sevilla, mejor dicho, de toda Europa, por eso necesito hacer negocios con un viejo magnate de Seúl, el cual confirmo su asistencia, solo quiero que le sirvas esa noche y dejes una buena impresión en él – lo dice sin sangre en la cara
- Te dije que no lo voy a hacer, no cuentes conmigo, si deseas hacer negocios, hazlo con tu hija querida a la final de cuentas ella y yo tenemos la misma edad ¿no? – le di la espalda lista para salí, pero la voz de Choi me detuvo.
- Si ayudas a tu padre a hacer este negocio, no solo podrás seguir estudiando, sino lo más importante también sabrás la historia del accidente de tu madre – me dice sin pudor.
- ¡Choi! – grita mi padre
- ¿Qué dijiste? – volví y la mire directo a sus ojos y en ellos no había ni una chispa de burla.
- Si aceptas, después de la fiesta de bienvenida sabrás lo que tanto anhelas – me volvió a decir con una indiferencia.
- Esta bien, hare lo que digas – acepte.
Obviamente, ella estaba al tanto de mis dudas, ya que a su fiel criada no se le escapa nada, así como cuando escuche la conversación de mi padre con Choi.
Mi padre salio furioso, pero poca importancia les di, solo me quedé sin palabras, de nuevo el recuerdo de aquel día volvió a mi cabeza y mis dudas volvieron a ejercer ¿Acaso mi padre tuvo algo que ver? Rápidamente me repuse de aquel trance y subí a mi habitación, tenia mucho en que pensar y en como iba a lidiar con ese viejo magnate o lo que sea, el que supongo que debe ser otro sinvergüenza lascivo.
Al siguiente día, “mi hermanita” trajo consigo unas cajas en las cuales habia un vestido y zapatos.
- Pruébatelos, es justo de tu medida, pero si quieres otro mas llamativo, no dudes en decírmelo – sonríe con burla
- Si es de tu gusto, supongo que debería gustarme, no te preocupes me lo quedo – sonreí hipócritamente.
- Es bueno saber que mis gustos sean los tuyos, espero que no defraudes a papá y sepas comportarte si queremos manejar la empresa – su codicia es bastante obvia
- La empresa la manejare yo porque es de mi madre, nadie mas tiene el derecho de meter sus manos en ella – le aclare ese detalle
- Eso ya lo veremos hermanita – sonriendo salio de mi habitación
No la soporto, cada día es como una espina en mi pie, su madre es aun peor, pero las tolero solo porque despues me serán de utilidad.
Vaya dichoso vestido, se que mis ojos son azules, pero ¿No les parece ya a la exageración un vestido azul? Liga azul, aretes azules y este modelo de vestido, en definitiva, los gustos de mi hermanita cada día van de mal peor.
A la mañana siguiente como si fuese el cuartel militar antes de que brille el sol, ya estuve incendiando los sartenes (cocinando) para darle el desayuno a las princesas, pero, para mi bendita suerte, salieron corriendo como si de una fiesta dependiera la vida de ellas, por no decir ¡como alma que se lleva el diablo!
La tarde paso y llego la noche, me senté detrás de ese espejo para convertirme en un hada, pero de esas hadas que te dan miedo de tan solo verlas, mi cara se lleno de varios lunares, querían mi presencia para atraer un negocio, pues eso van a tener y ahí les voy bien hermosa por dentro, aunque un poco fea por fuera, además nadie me dijo de como debía ir, solo me necesitaban ahí, despues no me culpen…
La oscuridad era perfecta para camuflarme, quería estar bien lejos de todos… al cabo de un rato, llegue hasta la recepción donde ya se encontraba mi padre con su amada familia, al verme se quedaron impactados, mi papito por supuesto casi le da un infarto por la cara que puso, mi hermanita no podía aguantar la risa, a pero mi querida madrastras tenía ganas de ahorcarme o quiza sacarme a patadas y eso es justamente lo que quería.
- Te vez muy hermosa hermanita – me elogia con su sonrisa patética
- Gracias – sonrió triunfante
- ¿pero qué diablos te hiciste? – Choi me habla muy por lo bajito
- ¿Qué disparates estas haciendo? – ese es mi padre
- Me pidieron que asista a la fiesta, pero nunca me dijeron el cómo debía hacerlo – me burle de ellos – no hagamos esperar a tus invitados, vamos donde esta tu presa esta noche – pregunte a mi padre con una sonrisa satisfactoria
Todos los invitados hablaban entre sí, miradas iban y venían, nada me importaba al fin y al cabo no entendía nada, pero supongo que nos estaban criticando.
El portero anuncio la llegado del invitado vip, todos muy atentos para recibirlo, lastima que yo no, creo que valió la pena ya que el distinguido invitado no hizo de su presencia, sino su secretario.
