Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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La entrevista.
Hoy es el día de la entrevista con el dueño de Industrias Ford. Me tiene comiéndome las uñas y peor aún porque es él quién en persona realizará la entrevista, no entiendo por qué como en cualquier otro lugar no puedo entrevistarme con el encargado del personal, en fin... supongo que es porque el trabajo es para ser su asistente personal, sí, otra vez aplicando para un cargo que no tiene nada que ver con mi carrera, pero Raiza me ayudo a conseguir la entrevista y el sueldo no es para nada despreciable, con ese dinero podre darle una mejor calidad de vida a mi madre y hacer más ameno su mal.
Trato de arreglarme lo mejor que puedo, pero mi guarda ropa no colabora.
— ¡Buenos días! — Saluda emotivamente Raiza, quien ingresa a mi habitación con un par de bolsas en mano. — Dime que no pensabas ir así. — Dice mientras hace una mueca de desaprobación y señala mi ropa, yo solo me enojo de hombros y sonrío algo apenada, pues he de reconocer que no me veo para nada bien, un pantalón clásico que solía ser negro, pero que ahora se inclina hacia el rojo, sandalias bajas y lo único rescatable, mi camisa blanca, la de una y mil batallas.
Ella rueda los ojos y me tiende las bolsas. — Rápido, ponte esto, te llevaré antes de ir a trabajar. — Mis ojos se cristalizan y cuando voy a hablar me interrumpe. — Ni se te ocurra, no quiero que se te hinchen los párpados, además, luego me haces llorar a mí también, se me corre el maquillaje y eso sería catastrófico.
Sonrío ampliamente.
— ¡Gracias, eres la mejor!
— Así está mejor.
Rápidamente, me desvisto ante ella, tenemos total y plena confianza la una en la otra para hacerlo, Tomo la falda, luego el top y por último el blazer, todo de color blanco y ajustado a mi figura. Una vez terminó de vestirme no puedo evitar mirar mis pies.
— No te preocupes un hada madrina no hace su trabajo a medias. — Dice Raiza tendiendo otra bolsa en mi dirección, al mirar dentro, en ella se encuentran un par de tacones de punta y una cartera todo en color beige.
— ¡Gracias, gracias, gracias! — La abrazo y dejo un enorme beso en su mejilla, me coloco los zapatos y ella procede a maquillarme de manera muy sutil.
— Perfecto, te ves hermosa. — Concluye su trabajo con estas últimas palabras. — Ahora vámonos o llegarás tarde.
— Sí tienes razón. — Tomo la cartera, no es necesario llevar hoja de vida, ya que la he enviado con anterioridad al correo. Me despido rápidamente de mi madre y luego salimos.
Veinticinco minutos nos toma llegar a Industrias Ford.
— ¡Ve por ese empleo, tú eres la mejor! — Exclama mi amiga.
— Gracias. — Le sonrío y desciendo del auto, al hacerlo mi vista se alza detallando lo imponente de la enorme edificación, cruzo los dedos aferrándome a la buena suerte que hace mucho no tengo y me acerco a la entrada, sin mayor inconveniente el guarda de seguridad me hace pasar hasta la recepción donde una hermosa rubia me indica el piso y que al llegar solo debo presentarme con la secretaria del CEO y mostrar mi identificación, así lo hago y la mujer muy amablemente me indica que espere junto a las otras tres aspirantes que se encuentran esperando, debo admitir que más que asistir a una entrevista para asistente, parece que vienen a una agencia de modelaje, pues aparte de ser mujeres bellas, su forma de vestir es un tanto reveladora y no es que lo critique, cada quien es libre de vestir como mejor le parece, pero todo tiene su tiempo y espacio. Después de mí, llegaron un par de chicas más y somos atendidas en orden de llegada.
— Señorita Chanel Walker, por favor acompáñame. — Habla la secretaria quien no es menos bella que el resto de mujeres que he visto desde que entré a este lugar, por Dios, creo que la más simple soy yo, nadie me avisó que venía a un concurso de belleza y no a una entrevista de trabajo. La sigo y me pide que espere un par de segundos e ingresa a la oficina del famoso Richard Ford, no tarda en salir y llamarme. Una vez ingreso ella cierra la puerta.
Cierro un par de segundos los ojos, en realidad sé que no dejaré una buena impresión si lo primero que hago es esto, pero en realidad necesito calmar los nervios, aquí no solo está en juego la posibilidad de un trabajo, sino una mejor calidad de vida para mi madre, me calmo al sentir el exquisito aroma de un perfume varonil, lo inhalo y lentamente abro los ojos, parecerá extraño, pero al hacerlo me encuentro con unos ojos verdes penetrantes que están a escasos diez centímetros de los míos, lo miro fijamente, me parece haberlos visto antes, pero no recuerdo de donde, abro mis labios para decir algo, pero mi labio inferior tiembla ligeramente, la situación me resulta extraña.
— Buenos días. — Atino a decir después de salir de mi ensimismamiento.
— ¿Buenos días? — De acuerdo, ese saludo en forma de interrogación me descoloca un poco y los nervios atacan, aun así logro disimularlos o eso creo.
— Es un placer, señor Ford. — Tiendo mi mano y doy un paso atrás para recuperar mi espacio personal, la presencia de este hombre es un tanto intimidante. Él levanta una ceja mientras mira mi mano, después de unos segundos que parecieron horas se digna a tomarla y a mí se me escapa un suspiro de alivio.
— ¿Nos hemos visto antes, señorita Walker?
— Definitivamente no, lo recordaría. — Respondo rápidamente y no sé por qué, pero al escuchar mi respuesta su mandíbula se tensa, rodea el escritorio y se sienta frente al portátil, indicándome que haga lo mismo en la silla frente a él.
— ¿Dónde ha estado los últimos meses?
— Eh... los últimos meses estuve en Inglaterra.
— ¿Qué hace una mujer de bajos recursos para poder costearse un viaje a Inglaterra? — No entiendo por qué este tipo de preguntas, pero supongo que debo responder.
— Trabajar, es lo que hace la gente normal.
— ¿Se considera usted parte de esa gente normal?
— Lo soy.
— ¿Qué hacía en Inglaterra?
— Trabaje como vendedora en una floristería, sé que no es la experiencia que se necesita para este cargo, pero...
— No pregunté en qué laboraba, he preguntado que motivo la llevo a Inglaterra.
— Han sido motivos personales... y si no le importa preferiría omitir el tema. — Yo vengo por trabajo, no por lástima, y seguramente si hablo de la condición de mi madre terminaré llorando.
— La entrevista ha terminado, en caso de calificar, mi secretaria se pondrá en contacto, ahora por favor retírese...
¡Demonios! no me va a contratar.
...Nota autora....
Mis amadas lectoras, gracias por emprender este nuevo viaje junto a mí, las amo y extrañé el contacto con ustedes.
Les prometo que disfrutarán de esta historia, pero para conectarnos, necesito que visiten el enlace que les dejo, es la canción que inspira esta historia, LADRONA (Morat)
Https://youtu.be/YncpkTgPulU