 
                            Un Omega miembro de una manada de lobos de las nieves, huye con su hijo Alfa tras haber asesinado al Alfa de la manada en defensa.
En su huída por tierras nevadas, encuentran a un Alfa exiliado que vive en los bosques, y que cambiará sus destinos.
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Extra 3. El aullido de un Alfa
Matya, ahora que pensaba con calma, nunca había sentido como suyo el camino del líder de una manada. Su aullido más bien era gentil y ansioso por una conexión.
Quien respondió a ese aullido cuando era apenas un cachorro, fue un enérgico y hermoso cachorro, Konstantine, hijo de un Omega y uno de los mejores cazadores Beta de la manada. Al principio se sentía contrariado: cuando aquel cachorro respondió su llamado, que se había asegurado de hacer lo suficientemente lejos de la manada para que su padre no escuchase ningún signo de debilidad de su hijo (siendo heredero del lugar de Alfa en la manada, aquella podría ser la peor idea que tuviera), se sentía contrariado.
Por una parte,, quería acercarse corriendo, responder de vuelta a quien lo había escuchado, pero al darse cuenta de ser escuchado por el otro Alfa en la manada, sintió un terrible pánico. Pero Kotine no se mostró hostil ni cauteloso, se acercó juguetón a él, y moviendo la cola se inclinó invitándolo a jugar.
Matya cedió a su soledad y deseo de conectarse con alguien, siendo un cachorro solitario que no tenía nada más que su hostil padre y distante madre, aquel día fue una de sus memorias más felices en su infancia.
Corrieron hasta que sus patas les dolieron en aquellos vastos campos nevados.
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Konstantine caminaba a paso lento pero firme en su forma humana, me gustaba variar entre sus dos firmas cuando podía para no perder las habilidades que había aprendido ya hacía unos cinco años de sus viajes por los bosques. A su espalda estaban los mejores cazadores Beta de la manada también en su forma humana: habían regresado de explorar las áreas más altas de la montaña más cercana para encontrar más rutas de caza, con el crecimiento de la manada, era necesario prevenir cualquier posibilidad de que conseguir alimentos se pudiera complicar.
Matya se había ofrecido a acompañarlo, pero su rol se había convertido en algo más diplomático, se quedaba para supervisar las futuras expediciones de caza y exploración, y le comunicaba estos planes a Kotine; además que se quedaba para dirigir a la manada en caso de que vinieran lobos de otras por razones de intercambio de alimentos o para conocer a la famosa manada que daba el mismo valor a un Omega que a un Alfa.
Había sido un cambio tan radical, que tomó cómo tempestad a la manada en que nació, cómo a las demás que tenían relaciones y conexiones con ellos. Hubieran discusiones y detractores, pero Kotine no dudaba en mostrar su fuerza con aquellos violentos que querían impedir los cambios.
Pero aquellos cambios, habían dado cierto prestigio a manada que había encontrado nuevos roles para los Omegas, otras manadas incluso pedían que el Alfa recibiera y entrenara a sus cachorros Alfas y Omegas.
—¡Matya! —saludó enérgico Kotine, olvidándose del aplomo o seriedad con el que había estado caminando al regresar de su expedición, Matya deseaba que se tomara más en serio su porte y apariencia externa, los lobos más viejos aún no se tomaban del todo en serio a su joven líder.
Pero no podía enojarse con su Alfa, no cuando esté casi corrió para abrazarlo y mientras le contaba que habían visto en su expedición.
—Sí, quiero escuchar todo, pero con calma, mejor entremos a nuestra tienda —dijo Matya un poco avergonzado con las miradas risueñas de unos cachorros que los miraban.
Cuando entraron, Kotine observó la tienda y las camas, pieles sobre robustas bases de madera que los Omegas habían aprendido a hacer hace poco, y no vió a su pequeña ahijada, por ninguna parte, supuso que Belye estaría por la fogata esperando la cena.
—Belye estará unos días en la manda de las áreas bajas, se ofreció a ayudar a entrenar omegas en el arte de trabajar la madera —explicó Matya notando la mirada inquisitiva del otro Alfa.
Kotine, con cada día que veía crecer a Belye, le cambian menos dudas quien sería la nueva Alfa de la manada, no solo bendecida con la casta que muchos esperaban, sino con el temple, la fuerza y la gentileza para ser un líder que sería recordada por generaciones.