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LO Difícil De Amar

LO Difícil De Amar

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Diferencia de edad / Mujeriego enamorado
Popularitas:1.5k
Nilai: 5
nombre de autor: F10r

Ella tiene 17, él 25.
Ella quiere vivir, él quiere estabilidad.
Ella apenas empieza, él ya está listo para formar una familia.
No tienen nada en común... excepto lo que sienten cuando se miran.

Lía no está buscando enamorarse. Oliver no puede permitirse hacerlo. Pero el destino no siempre pregunta.
Un roce de manos, una conversación a medianoche y el miedo de amar cuando no se debe…
Una historia dulce, intensa y real sobre el amor que llega en el momento menos adecuado… o tal vez, en el más perfecto.

NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 20

Narra Oliver.

Ese beso.

Ese maldito beso.

No dejo de pensar en él.

En cómo se atrevió. En cómo se lanzó sin previo aviso, como solo ella podía hacerlo. En lo suave que fue su boca. En lo rápido que mi corazón se rindió. En lo inevitable que se volvió todo.

¿Cómo se supone que la olvide ahora?

¿Cómo pretendo alejarme, seguir con mi vida, enfocarme en el trabajo, después de sentir eso?

La respuesta es simple: no puedo.

Llevo días con la cabeza en otro lado. Incluso cuando estoy rodeado de planos y cálculos, su risa aparece en mi mente como un eco impertinente. Me sé el tono exacto de su voz cuando dice mi nombre. Me sé su manera de mirarme cuando finge estar enojada y se le escapan las sonrisas por las comisuras.

Y lo peor es que trato de disimularlo.

Trato de ignorar lo que siento.

Pero no me sale.

Ella lo cambió todo. Ese beso lo cambió todo

Esa mañana, antes de irme de la ciudad, decidí pasar por su casa y llevarla a la escuela. No lo planeé mucho, simplemente lo hice. Supongo que necesitaba verla una vez más… o tal vez necesitaba verla para sobrevivir a la distancia.

Cuando salió de su casa, juro que se me detuvo el aire. Llevaba su uniforme, pero parecía salida de un maldito comercial de ensueño. Radiante, fresca, hermosa sin querer serlo. Me saludó con esa sonrisa suya, esa que siempre me desarma.

—¿Estás lista para tu día de gloria escolar, señorita reina del debate? —le dije mientras le abría la puerta.

—Siempre estoy lista —respondió con ese tonito altanero que me mata de risa.

Todo el camino fuimos como siempre: entre bromas, coqueteos disimulados y comentarios sarcásticos. Ella es mi caos favorito. Y yo, bueno… cada vez soy peor ocultando que me derrito con ella.

Cuando llegamos frente a la escuela, me quedé unos segundos en silencio, mirándola.

No quería despedirme.

Apagué el coche y me quité el cinturón. Luego, me incliné hacia ella y desabroché el suyo también. La atraje a mí en un abrazo, pegándola a mi pecho.

—¿Qué haces? —susurró entre risas, aunque su voz temblaba un poco.

Le tomé el rostro entre mis manos.

—Ayer me besaste tú —dije en voz baja, mirándola directo a los ojos—. Hoy… me toca a mí.

Y la besé.

Un beso profundo. Un beso real. Un beso que habló por mí.

Ella no se apartó. No dudó. Respondió con esa dulzura suya que me vuelve loco, con esas manos suyas que se apoyaron en mi pecho como buscando aferrarse.

Cuando nos separamos, sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos brillaban.

—Tienes que irte, ¿verdad? —preguntó con tristeza en la voz.

Asentí, acariciando su mejilla con el pulgar.

—Solo unos días. Pero vuelve pronto, Lia… porque si me sigues besando así, no voy a querer volverme a ir nunca más.

Ella rió, bajó del coche y me lanzó una última sonrisa antes de correr hacia el edificio.

Me quedé ahí, solo en el asiento, con la mirada perdida en la puerta por donde desapareció.

Y lo supe.

Estoy jodido.

Esto ya no es una amistad, ni una simple atracción.

Estoy enamorado de esa niña.

Y aunque trate de alejarme, aunque me obligue a poner tierra de por medio, aunque me meta hasta el cuello en trabajo…

No hay un solo minuto del día en el que no esté pensando en Lia.

[...]

Viajar lejos de Lia no era el problema.

El verdadero problema es que no existe un “lejos” cuando alguien vive en tu cabeza.

Llevamos apenas dos días en esta ciudad después de verla y ya me siento irritado. No por el proyecto en sí, que va bastante bien, sino porque nada logra distraerme lo suficiente. Ni los planos, ni las reuniones, ni los cafés amargos, ni siquiera las cenas con ejecutivos que se sienten más eternas que útiles.

Todo me sabe a poco.

Todo es insípido sin ella.

Y para colmo, Valeria.

—Oliver, ¿qué te parece si después de la junta vamos por unos tragos? Solo tú y yo. Ya sabes, para que me cuentes más sobre tu parte creativa —dice mientras se me pega al brazo como si yo fuera una extensión de su cartera.

Respiro hondo.

Me esfuerzo por no sonar grosero. Después de todo, ella es la encargada de Relaciones Públicas y técnicamente somos un equipo. Pero a veces me pregunto si entiende el concepto de espacio personal.

—No bebo mucho —respondo cortante, alejándome con sutileza.

Pero no parece entender. Siempre está demasiado cerca. Con su perfume fuerte, su tono de voz que no baja del entusiasmo forzado, sus bromas disfrazadas de coqueteo. A cualquier otro le parecería atractiva. A mí, me agota.

No porque sea mala persona.

Es simplemente porque no es Lia.

No tiene esos ojos enormes que me desarman, ni esa forma suya de caminar como si no quisiera que nadie la notara, pero siendo imposible no hacerlo. No tiene esa risa que me da ganas de quedarme, ni su voz cálida que suelta frases sarcásticas y dulces por igual. No tiene su ternura torpe, ni su seguridad tímida.

Y sobre todo, Valeria toca demasiado.

Yo no soy de contacto físico. Nunca lo he sido. Me incomoda. Excepto cuando se trata de Lia. Ella puede hacer lo que quiera. Abrazarme de sorpresa, subirse sobre mí sin aviso, besarme sin pedir permiso. Me desconecta del mundo. Me vuelve humano.

Valeria no lo entiende.

—¿Estás pensando en ella? —pregunta de pronto.

La miro de reojo, confundido.

—¿A quién?

—A la chica que te roba la sonrisa cuando miras el celular —dice con una sonrisa que pretende ser cómplice.

No le respondo.

Porque tiene razón.

Soy obvio.

Y es que no hago más que pensar en Lia. En cómo su voz se quebró un poco cuando me habló del estúpido baile. En cómo me dijo lo del tal Alexander, el nuevo. Me hago el indiferente, pero por dentro quiero estar allá. No soportaría verla en brazos de otro. Ni siquiera de broma.

—¿Y? ¿No me vas a contar de ella? —insiste.

—Es menor —respondo sin más.

Se queda callada por un momento. Luego se cruza de brazos.

—Ah. Por eso toda la tensión. Interesante.

—No lo es. No tienes por qué saber más. Es mi vida personal.

Recojo mis cosas con tranquilidad forzada. Apago la laptop. Terminé con esta conversación.

—Voy al hotel. Tengo cosas que resolver —digo.

—Pero si apenas íbamos a revisar el resto de las presentaciones.

—Tengo otras prioridades —respondo sin mirarla, saliendo del café.

Mientras camino de regreso, el viento me da en la cara, frío, pero bienvenido. Saco el celular del bolsillo, abro la conversación con Lia, veo su última foto. Sonríe con ese moño ridículo en la cabeza y ese pijama que no le tapa nada pero que le queda como si fuera diseñado para ella.

Mi bonita.

Mi pequeña.

Y entonces, sin pensarlo, susurro:

—Tengo que terminar esto pronto. No puedo más sin ella.

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Lorena Espinoza
Oliver😍😍😍
Eunice Velasquez
es muyyyy buena la novela
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