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CONTIGO SÍ...

CONTIGO SÍ...

Status: En proceso
Genre:Juego del gato y el ratón / Amor-odio / Romance de oficina / La mimada del jefe / Polos opuestos enfrentados / Mujeriego enamorado
Popularitas:39.3k
Nilai: 4.8
nombre de autor: JHOHANNA PEREZ

La historia de los Moretti es una de pasión, drama y romance. Alessandro Moretti, el patriarca de la familia, siempre ha sido conocido por su carisma y su capacidad para atraer a las mujeres. Sin embargo, su verdadero karma no fue encontrar a una fiera indomable, sino tener dos hijos que heredaron sus genes promiscuos y su belleza innata.

Emilio Moretti, el hijo mayor de Alessandro, es el actual CEO de la compañía automotriz Moretti. A pesar de su éxito y su atractivo, Emilio ha estado huyendo de las relaciones estables y los compromisos serios con mujeres. Al igual que su padre, disfruta de aprovechar cada oportunidad que se le presenta de disfrutar de una guapa mujer.

Pero todo cambia cuando conoce a una colombiana llamada Susana. Susana es una mujer indiferente, rebelde e ingobernable que atrapa a Emilio con su personalidad única. A pesar de sus intentos de resistir, Emilio se encuentra cada vez más atraído por Susana y su forma de ser.

¿Podrá Emilio atrapar a la bella caleña?.

NovelToon tiene autorización de JHOHANNA PEREZ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Distancias...

Mientras tanto, Emilio seguía en la pequeña oficina, semidesnudo, con una erección que clamaba por ser calmada y una mezcla de ira y fascinación pintándole el rostro.

—¡Ay!, ¡Susana!, ¡Susana!… eres muy lista —musitó mientras miraba a su alrededor—. Jugaste conmigo. Pero ya me encargaré de hacerte pagar. Por ahora necesito ropa para salir de este lugar.

Se dio cuenta de que, además de su ropa, la caleña se había llevado también su móvil, que estaba en el bolsillo del pantalón. Afortunadamente, la habitación tenía un teléfono fijo. Marcó de memoria.

—Necesito un cambio de ropa. Tuve un pequeño accidente —dijo con tono seco—. Entra por la parte trasera del recinto. Estoy en la oficina del fondo. No tardes.

Susana llegó al hotel y subió directamente a la suite presidencial. Seguía nerviosa, con la piel aún caliente y las emociones a flor de piel.

—No hice nada malo… —se decía frente al espejo, intentando convencerse—. No tengo por qué salir corriendo como si hubiera cometido un crimen.

Se miró fijamente. Su reflejo le devolvía la imagen de una mujer que había tomado el control, que había sido impulsiva… y que, para bien o para mal, no se arrepentía del todo.

—Susana, ya lo has enfrentado antes. ¿Por qué no ahora?

Se armó de valor, dejó el bolso sobre el sofá y se dirigió al baño. Necesitaba una ducha urgente, no solo para calmarse, sino para enfriar el cuerpo que ardía todavía con el recuerdo del italiano.

Mientras el agua recorría su piel, no pudo evitar pensar en él.

—Ese hombre es un deleite a la vista… —susurró para sí—. Olía tan bien… tan varonil. Esos brazos fuertes… ese pecho… su pelvis… y la berenjena escondida en ese bóxer…

Sacudió la cabeza con fuerza, frustrada.

—¡Por Dios, Susana! El no haberlo hecho hace tanto te está pasando factura…

Salió del baño envuelta en una toalla, se secó, se puso una pijama suave y se dejó caer en la cama, dispuesta a fingir que dormía si el engreído se atrevía a tocar la puerta.

—Si quiere hablar, le doy la cara. Si no… que se muerda los labios pensando en mí.

El teléfono de la habitación sonó. Ella contestó por inercia, sin pensar.

—¿Diga?

—Susana, no se te ocurra irte del hotel. Tenemos que hablar de lo que pasó —dijo la voz grave y firme de Emilio al otro lado.

El corazón de la colombiana se aceleró. Pero no lo demostraría.

—No pensaba irme. Aquí lo espero, señor Moretti.

Emilio sonrió desde la otra línea. El sabor de los labios de la caleña todavía lo tenía enredado. Pero en su interior, intentaba poner orden a sus pensamientos.

No puedes cruzar la línea con una mujer que apenas conoces. No importa lo que tu cuerpo diga. Se aconsejaba así mismo.

—Necesito ayuda, necesito un plan —decía Susana, caminando por la habitación—. No puedo permitir que el engreído me despida. Cálmate, Susana. No te adelantes. Espera a ver qué tiene para decir ese idiota…

Los minutos se hicieron eternos. Finalmente, la puerta se abrió. Emilio entró con su elegancia habitual, impecable en una ropa que claramente no era la suya. Llevaba una mirada fría, impostada, pero sus ojos hablaban más que sus palabras.

—¿Qué tal me queda la ropa que me obligaste a usar después de dejarme sin nada? —preguntó, con ironía.

Susana lo escaneó de arriba abajo y, sin poder evitarlo, soltó una risa nerviosa.

—Muy bien, señor Moretti. Es bueno estrenar de vez en cuando.

Emilio arqueó una ceja.

—No le veo el chiste por ningún lado.

Ella se puso seria. Él también.

—Toma asiento, Montero.

—Así estoy bien. Dígame lo que tenga que decirme.

Emilio suspiró, luego habló con voz más templada.

—Quiero disculparme por lo que pasó en esa habitación. Actué por impulso, exasperado por tu manera de hablar sin parar parlanchina… Pero eso no significa que me gustes o que haya deseado probar tu boca. Tal vez fue el whisky que bebí esta tarde. No pensaba con claridad. Pero te aseguro que no se volverá a repetir.

—¿Entonces por qué me sacó de esa manera de la fiesta? No lo entiendo.

—Asdrúbal es un depredador de mujeres. No quería que se aprovechara de tu deseo por firmar la alianza… y te hiciera alguna propuesta indecorosa. Sigo creyendo que eres muy confiada. Era mi deber protegerte.

Susana lo miró, ahora más confundida que antes.

—No soy tonta, señor Emilio. Sé perfectamente cómo lidiar con hombres así. Para su información, el señor Balestra aceptó la alianza. Y no me pidió nada indecoroso a cambio.

—Porque sabía que viniste conmigo. Pero lo conozco bien. En cuanto vea la oportunidad, lo hará.

—En ese caso, seré yo quien decida qué hacer con eso. Usted no tiene por qué interferir en asuntos que conciernen a mi vida personal.

Emilio se quedó en silencio unos segundos. Luego asintió.

—Tienes razón. Ahora que estamos claros, te pido que no volvamos a tocar este asunto. Enfoquémonos exclusivamente en el proyecto.

—Estoy de acuerdo —dijo Susana, sin quitarle la mirada, aunque por dentro pensaba: Este jefe mío es más raro que un perro a cuadros...

Lo que ninguno de los dos se atrevía a decir en voz alta era que esos besos ardientes habían marcado un antes y un después en la vida de ambos.

—Bien, me iré a bañar —dijo Emilio Le recomiendo que descanse bien. Mañana será un día muy agitado.

—No nos regresaremos a Milán — preguntó ella

—Como le dije, todo lo que hice hace un rato fue una excusa absurda, lo reconozco… —suspiró y la miró de reojo—. Solo quería sacarla de ese lugar. Pero vinimos por trabajo, así que trabajaremos.

—Está bien… —respondió ella, soltando un leve suspiro, algo contrariada.

Sin añadir más, caminó hacia la cama y se metió bajo las sábanas, dándole la espalda a Emilio.

Él la observó en silencio. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo. La tela ligera de su pijama marcaba sutilmente las curvas de su cuerpo. Su miembro reaccionó casi por instinto. La deseaba… aunque no quisiera aceptarlo.

Con brusquedad, se dirigió al baño, se despojó de la ropa y se metió bajo la ducha fría. El agua descendía como una tormenta sobre su piel ardiente. Buscaba calmarse, recuperar la cordura. Pero era tarde. Esa mujer lo había marcado con su manera decidida y apasionada de besarlo. Aún sentía en su cuello los rastros de sus labios, el roce de sus manos suaves, decididas.

Si no hubiera estado jugando... si tan solo no me hubiera dejado ahí con la promesa de algo que no llegó...

Sabía que si no hubiese sido una trampa, habrían hecho el amor. Y lo habría disfrutado sin remordimientos.

Cerró los ojos. Se imaginó besándola de nuevo, sin restricciones. Se imaginó cómo se vería sin ropa, arqueándose debajo de él, llamándolo por su nombre…

El deseo lo apretaba, lo enloquecía. Tuvo que apoyarse contra la pared fría.

—Estás actuando como un adolescente puberto explorando su sexualidad —masculló entre dientes—. Mierda, Emilio… la mujer que deseas está a solo unos pasos de esta puerta. No hagas una locura.

Susana cerró los ojos, intentando dormir. Pero era imposible. Sentía que sus labios aún ardían con el sabor de los de Emilio. Y su cuerpo... su cuerpo estaba caliente, inquieto, como si hubiera sido despertado de un largo letargo.

No puede ser… ¿De verdad estoy deseando a mi jefe? ¿A ese engreído?

Se dio la vuelta, frustrada. Trató de no pensar en sus manos firmes, en ese pecho fornido, en su olor masculino, en esa mirada intensa que parecía desnudarla… Pero cada vez que lo recordaba, su cuerpo respondía con traición.

—Si no fuera mi jefe… tal vez me lo echaba a la muela —murmuró—. Solo para desempolvar mi papayita…

Se cubrió el rostro con la almohada, maldiciendo sus pensamientos, y luego se obligó a respirar profundamente para calmarse.

Emilio salió del baño ya vestido, más tranquilo por fuera que por dentro. Miró hacia la cama. Susana aparentemente dormía. Su silueta se delineaba entre las sábanas blancas. Sintió la urgencia de acercarse, de rozar su rostro, de volver a probar esos labios que lo habían trastornado… pero se obligó a mirar hacia otro lado.

Tomó una manta y se acostó en el sofá.

—Así está bien. Por hoy —se dijo a sí mismo.

La semana en la Toscana pasó volando.

Ambos cumplieron su palabra: se enfocaron en el trabajo. Emilio no volvió a soltar comentarios déspotas ni personales. Y aunque Susana se mantenía profesional, tampoco cruzaba la línea hacia ninguna cercanía.

Solo hablaban de lo estrictamente necesario. Durante las comidas, cada uno comía por su cuenta. Por las noches, ella se dormía antes que él.

El aire entre ambos era frío… tenso… cargado de todo lo que no se decían.

Al día siguiente de la fiesta, Susana contactó a Asdrúbal con una explicación vaga. Coordinó la firma de la alianza. La reunión fue breve, pero eficiente. El italiano intentó coquetear, pero ella mantuvo una postura seria y profesional. Asdrúbal, astuto, decidió contenerse. Sabía leer el juego. Y sobre todo, había notado algo que no se le escaparía tan fácilmente:

A Emilio Moretti esa colombiana le gustaba.

Y eso era perfecto para cobrarse su vieja deuda.

La mañana del regreso, Emilio se puso de pie, ya vestido y con su maleta en la mano. Desde la puerta, le habló a Susana, que terminaba de empacar.

—Montero, nos vamos en una hora. Procura estar lista. Debemos llegar a tiempo. Tengo una junta administrativa esta tarde.

Y sin esperar respuesta, salió de la habitación.

Susana alzó una ceja. Ni un “buenos días”. Nada.

—Qué encanto de jefe… —murmuró con ironía.

Emilio había construido una barrera entre ambos. Una muralla fría, racional, para evitar lanzarse de nuevo sobre ella, para no perder el control. Se había impuesto límites férreos. Pero cada día que pasaba, la veía más hermosa. Más tentadora. Su risa, su mirada, su acento... todo en ella lo desarmaba.

Y lo que más lo desconcertaba era que no podía sacarla de la cabeza.

Ni de su piel, porque sí sus manos y sus labios ya se habían marcado y esa huella no se borraría tan fácilmente...

1
Anonymous
Hay escritora yo quiero es q se encienda el fuego
Rocio Veronica Azca Albornoz
emilio es un idiota hace las cosas al revés en vez de ser atento cordial con Susana se porta de una manera tosca huraño prepotente
norielis hurtado
Hola escritora me gusta mucho la novela, pero me gustaría que actualizaras más seguido 👍
Monica García Ramirez
Ya Susi esta que arde de celos solo que no se quiere dar cuenta de lo que le
interesa el empresario arrogante, Emilio va a dar todo en esa fiesta que espero y sea ya rl inicio de una nueva relación /Kiss//Pray/
Liliana Payares
yo te lo dije emilio caiste en tu propia trampa y ya no vas a poder salir,jajajjajaj fuiste por lana y saliste trasquilado
Nilce montilla
hay emilio te van a comer el bistec,si no te pones las pilas
Dolores Hernández
Hay Emilio sigue así como vas y vas directo a cometer un terrible error pues si ya no tienes nada con Bella de usted dejarle claro que vas pero con acompañante y no haciéndote en interesante es más que obvio que Susi estaba escuchando estaba con un ojo al gato y otro al garabato como toda mujer inteligente y tú en tu mundo de señor pudiente jajajaja si no quieres tener una sorpresa al momento date prisa pues donatelli te puede quitar esa oportunidad con Susi recuerda el que no habla dios no lo oye y te vas a quedar como novia de pueblo vestido y alborotado jajajaja ya deja de ser tan imbécil y tírate a matar con Susi o te vas a lamentar y ya cortarle las alas a todas tus ex parejas porque te van a traer muchos problemas
Lily Solano: ponle sal limón y pimiento en ese mango porque se está volviendo tediosa, mi estimada autora
Lily Solano: ponle sal limón y pimiento en ese mango porque se está volviendo tediosa, mi estimada autora
total 2 replies
Ana Elena Jiménez
jajajaja jajajajajaja siempre hay una hermana fastidiosa
Carola 🦋
Creo lo va a dejar con las ganas jajaja
Guadalupe Vásquez
espectacular historia.
Ana Navarro
Hay Dios Jhohanna haces volar mi imaginacion con semejantes papasotes
Ana Navarro
Es que no sabes cual es tu tipo hasta que estas hasta las manitas por alguien muy especial
Nairobis Cardozo Portillo
Excelente novela muy divertida, emocionante gracias autora 👏👏👏👏👏❤️❤️❤️
Liliana Payares
jajajajaja jajajaja ay emilio admite que ya la paisa te movió no digo el piso el 🌎 completo y pronto estarás a sus 👣
Liliana Payares
ay tienes emilio toma tu tomate y tragate tus palabras por qué la paisa no te dió el gusto de verla flaquear jajajaja
Ana Navarro
Jajaja mas bien una anaconda que te come entero y ya despues te digiere, jajajaja
Liliana Payares
eso está bien Susana bájale los humos y la arrogancia a ese presumido que se trague cada palabra que te dijo y no le des el gusto de verte flaquear
Carmela Zaracho
mi amada escritoraaa quierooo más capitulossss q m quedo con las ganas
Liliana Payares
ay emilio estás jugando con fuego y vas a salir chamuscado
Yeny Vasquez Caraballo
malcriada y creído Emilio Moretti /Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm//Drool//Drool//Drool/
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