la sirena del hospital sonó dando a entender que un paciente en estado crítico había llegado. Ana siendo la jefa de Traumatismos fue requerida en la sala de emergencias, su mundo se desmorona al ver en la camilla al padre de sus mellizos quien la abandono hace poco más de 5 años. ¿podrán volver a estar juntos? ¿que pasa cuando el lobo hace más fuerte aquellos sentimientos que debían estar guardados?
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capitulo 19
Maldita, me quitaste el postre, pero no importa, nos vamos a entretener mucho- sus dientes sobresalen de su boca, pero no me inmuta en lo más mínimo. Puedo ver que su ropa está sucia y andrajosa, el olor que lleva encima llega hasta donde estoy y me descompone -si vienes voluntariamente prometo que no te dolerá mucho-
¿por qué debería creerte?- le digo mientras rodeo la mesa, sin que me viera llevo en mi mano, escondido en mi espalda una poción de humo picante, si consigo romperla cerca de él, por un momento estará bastante desorientado.
Vamos a jugar, prometo dejarte casi con vida para que el maldito de Black te encuentre y así sepa lo que se siente perder a quien se ama- sonríe y deja ver sus largos colmillos.
No tenemos nada que ver con Orión- mis palabras salen con fuerza de mi boca ¿así que todo esto es por el lobo que lo mordió?
Oh preciosa, pero si su olor está en toda la casa. Dale las gracias, él mato a nuestro hermano y yo le arrancaré lo que ama- se iba acercando despacio mientras yo bordeaba la mesa alejándome.
Una vez que estuve casi cerca de la puerta, lance al suelo el vial con la poción y salí corriendo, pero antes de que pudiera subir la escalera, sentí sus garras en mis piernas. La sangre salía a chorros de los cortes qué me había hecho, caí de frente y golpeé la cabeza con el escalón. Cuando me di vuelta para verlo, levante mi varita y lo hice volar contra una pared.
Amo cuando se resisten, hacen más interesante este juego- vi como se levantaba y se volvía a acercar a mí.
No sé cuantas veces me golpeó con sus garras, pero ya empezaba a marearme con la perdida de sangre, mi varita se había perdido en algún lugar, así que no me quedaba más que hacer magia sin ella.
Sentí el crujir de mis huesos del brazo y mi grito lleno todo el lugar, él solamente se reía de mi dolor y seguía arremetiendo contra mis piernas. Pude concentrarme y hacer un hechizo para noquearlo no serviría de mucho, pero al menos me daría tiempo de ingresar en mi cuarto y buscar algo que me pudiera ayudar a escapar. Subí arrastrándome y doy gracias que mi habitación no estaba tan lejos, iba a llegar a la mitad de la habitación cuando sentí que me daban vuelta y desgarraban mi estómago, quise gritar, pero la sangre comenzó a llenar mi boca y solamente podía escupir para evitar ahogarme.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, le lance un hechizo de fuego y mientras gritaba y se revolcaba por el piso intentando apagarse, me acerque hasta la pared y me apoye en ella como pude. No se cuanto tiempo paso hasta que sentí que alguien se me acercaba y fue solo cuando estuvo más cerca que comprendí que el riesgo ya había pasado, Orión había llegado a rescatarme.
Orión... cuídalos- mis palabras salieron de mi boca y luego me dejé llevar al mundo de los sueños. Sabía que en caso de que me pasara algo, él sería un gran padre para ellos. Mis pequeños, su último recuerdo mío sería protegiéndolos con mi vida y mi último recuerdo serían ellos llorando por haberlos mandado lejos, pero jamás dejaría que los lastimaran.
¿los abandonaras?- por Merlín reconocería esa voz en todo el universo.
Hermano, hermano estás aquí, pero ¿dónde estamos?- me giro a verlo y allí está sonriente con su uniforme de policía, igual que cuando se graduó de la academia. El tiempo no ha pasado para él.
Siento una presión en mi pecho y un pitido en mis oídos, están reanimándome, pero mi cuerpo no les va a responder. No soy tonta perdí demasiada sangre y seguramente las pociones no harán efecto. Me abrazo a mi hermano como debí hacerlo el día que se fue y no pude por estar en el colegio.
Debes volver y lo sabes, aún no es el momento para que estés aquí- me acaricia la espalda como cuando era pequeña y lloro porque sé que tiene razón, pero en verdad lo extraño.
La sala blanca en la que estábamos se convierte en el hospital y al soltarme de sus brazos puedo ver a Gaby llorando pidiendo que hagan todo para revivirme, la deben haber sacado de la sala porque está alterada. Miro por el vidrio que está mirando y me asusta ño qué veo, estoy en la camilla chorreando sangre y todos mis compañeros hacen lo posible para estabilizarme. Un médico, al que reconozco como mi mentor, está haciendo las compresiones en mi pecho mientras las lágrimas le caen por el rostro.
Mis sobrinos son hermosos, pero no puedes dejarlos solos, ve- la voz de mi hermano se va perdiendo entre el ruido de las máquinas y los gritos de la gente.
Siempre te voy a amar, promete que esperaras al día que me toque partir a tu lado- le digo sin mirarlo, no soportaría una despedida.
Te voy a estar esperando, pequeña rosa- se acerca y me da un beso en la frente. Siento que desvanezco e ingreso nuevamente en mi cuerpo.
El líquido de las pociones cae en mi boca y me obligó a tragarlo, sé que estaré bien, es solo cuestión de dejar que mi cuerpo se recupere. Los brazos de Morfeo me abrazan y esta vez sé que solo dormiré, mi alma se quedara en este cuerpo que requiere de muchos cuidados.
Puedo escuchar todo lo que hablan, pero no distingo bien lo que dicen, algunas voces son entrecortadas porque pareciera que están llorando, mientras que otras son tan gruesas que no puedo distinguirlas. Una mano sobre la mía es todo lo que siempre siento, no importa si estoy dormida o despierta es como si nunca me abandonará. También hay un olor a menta que no se va de mis fosas nasales, lo reconocería en cualquier lugar, es la colonia de Orión, la que siempre ha usado. Frío y calor recorren mi cuerpo varias veces al día, de seguro tengo fiebre, siendo médica puedo determinar la gravedad de todo sin necesidad de que me den algún diagnóstico.
No sé cuanto tiempo llevo entre sueños y realidad, pero empiezo a sentir un dolor que nada tiene que ver con mis heridas, necesito verlos, saber que están bien y que sepan que mamá intenta sanar por ellos. Las últimas palabras que le dije a Orión aún resuenan en mi mente, haciéndome comprender que quizás a esto se refería Theo cuando me dijo que estarían bien cuidados en caso de que lago me pasara. Supongo que jamás tuve en cuenta un acontecimiento como este y aunque les dejo una cuenta grande en el banco, solo contaba con que sus padrinos pudieran hacerse cargo, pero ahora hay alguien más que por derecho merece poder estar para ellos porque mal o bien es su papá.