Quiero Amarte - Libro 2

Entre Victor y yo, no había mucha conversación pero tampoco nos molestaba que estuviera presente el silencio que a la mayoría de las personas suele molestarles. Algunos clientes que llegan, los atiendo y se van, vuelvo con él y ese mecanismo se repite varias veces. No parece molestarle, y eso agradezco en algún momento conversamos sobre lo que nos llegó a molestar de Brandon pero no podíamos hacer nada, esas son sus cualidades.

Victor me explica los problemas familiares que tuve, cuando revelo su homosexualidad a sus padres y como solamente sus hermanos fueron capaces de a poyarlo en ese momento. No sabía por todo lo que había pasado, hasta este momento.

—¿Por qué te fuiste? — de manera repentina me quedo quieta.

—¿Brandon no te lo dijo? — contesto, curiosa.

—Medio pistas, pero fueron muy diminutas. — sonrío, a pesar de los años, Brandon sigue siéndome fiel.

—Fui secuestrada y golpeada, hasta el cansancio. — sujeto la taza con ambas manos. — ¿Y ustedes porque terminaron? —

—Supongo que soy muy celoso. — agrego, dándole un sorbo a su café. —No quería que saliera de vieja, no podía verlo hablar con nadie, detestaba cuando salía a trabajar, quería que se quedara solo conmigo. En teoría, lo canse. —

La gran confesión de Victor, me llevo a pensar en aquel día en que estaba en España y estuve a punto de suicidarme, en donde Brandon y Samantha, me ayudaron. No puedo dejar de sentirme culpable, por su separación.

Luego de casi dos horas hablando, Victor se marcha dejándome sola en el local. Algo en él no terminaba de darme la confianza necesaria, le mando el mensaje a Brandon pero este no me responde. Deje el celular y empiezo a acomodar las cosas para cerrar.

Guardando y acomodando, recuerdo en el momento en que vi a Victor en la cafetería y por alguna razón recuerdo el ataque. De repente, me quedo sin aire y todo da vueltas, con la espalda apoyada en la pared, empiezo a bajar hasta el piso y estiro las piernas, el aire no logra entrar por mi boca, ni mucho menos por mi nariz, cierros los ojos para calmarme, pero la voz de Jay llamándome hace que los abra nuevamente.

Abre la puerta y me socorre, pero detrás de él hay alguien. Alguien vestido completamente de negro, con un pasamontañas que solo deja al descubierto sus ojos, Jay se levanta al verlo quiero levantarme pero no puedo mover mis piernas, siento que pesan mucho.

—¡Disculpe señor! Pero ya está cerrado, podrá venir mañana. — aviso con voz firme.

Aquella persona observa el lugar buscando a alguien pero al ver que Jay se acerca para obstruir su paso retrocede, al salir Jay cierra la puerta con seguro y vuelve conmigo. Me ayuda a levantarme y su celular suena, me siento en una de las sillas detrás del mostrador y dejo que él atienda su llamado.

Volvió conmigo y con una gran sonrisa.

—Señorita Bonnie, permítame llevarla a la casa, el joven Samuel está esperándola. — extiende su mano. — No puedo. A menos que quieras esperarme a que termine de cerrar todo. —

—Entonces la ayudaré, para terminar más rápido. — agrego.

—Está bien. — mientras que avanza, aprovecho para retomar el aire y tranquilizarme. — ¿Jay, puedo preguntarte algo? —

—Por supuesto. —

—¿Puedes conseguir los videos de los estacionamientos, del día en que me atacaron? — camino hasta él.

—Por favor, no se enoje pero el joven Samuel, ya tiene los videos y levanto una investigación, y aún no encuentran al culpable, pero saben que es hombre. — esa información me dejo helada. — El joven Samuel me pidió que no le dijera nada. —

—Entiendo, tu secreto está a salvo conmigo. — murmure.

El resto de la hora Jay me ayudo a limpiar, ordenar y calcular las ventas del día, luego nos fuimos. En la casa, Samantha nos espera en la puerta podía verla desde la ventanilla del auto y sé que no está feliz. Salgo del auto y camino con mis cosas en la mano, hasta ella y con una sonrisa la miro.

—Hola Sam. — ella cierra los ojos y suspira.

—¿Cómo te sientes? — pregunto.

Volteo para mirar a Jay, pero ya no está.

—Puedo explicarlo. — me quita mis cosas de las manos. — ¿Sam? —

—Ven, tienes que comer. — agrego.

Ella le entrega mis cosas a una sirvienta, y camina directo a la cocina, apenada y con timidez camino detrás de ella. Paso y ella se queda sosteniendo la puerta para luego cerrarla con seguro.

—Sam, sé que estás enojada pero… — Ella se detiene en la mesada y me mira. — ¿Qué pasa? —

Me acerco a ella poniendo a su lado pero se detiene enfrente de la mesada cuando llega a mí. Me sujeta de la cintra y hace que me siente en sobre la mesada, poniéndose entre mis piernas. Su respiración se estabiliza, toma mis manos y las une de cierta manera parece no querer hacer nada. Sus ojos me miran de manera preocupada, como si quieran decirme algo, pero sin palabras, y no es miedo es algo más.

—No entiendo ¿Estás enojada conmigo o no? — ella aun sin decir nada. — Sam háblame por favor. —

—Bonnie, escúchame muy bien. — hablo de manera tranquila, suspirando.

—Deja el suspenso para otro mo… — con su mano cubre mi boca.

—No quiero que salgas a trabajar, quiero que te quedes en casa, si es posible duerme todo el día, — aclaro molesta.

—Ambas sabemos que eso no sucederá. — insinué.

—Jay me conto lo que te paso el día de hoy y sé muy bien que tus ataques de pánico son mucho más fuertes que antes. — eso me hace ponerme tensa.

—¿Por qué no puedes entender? — ella suspira. — Si me quedo, me voy a volver vulnerable, dependiente a que siempre haya alguien para defenderme, a que siempre tengas que rescatarme, si saben en donde trabajo no te sorprendas porque sepan en donde vivo. —

Samantha, reacciono al escucha lo que dije, sé muy bien que no es una discusión pero tampoco es una conversación tranquila, no me siento comoda en donde estoy, pero sé que a ella la deja tranquila saber que tiene el control de mí. Aunque en realidad no sea así.

Por unos minutos deja de mirarme, para abrazarme, apoyando su cabeza en mi pecho sus brazos dan la vuelta a por mí cintura, dejándome sin escapatoria.

No sé como preguntarle sobre esa investigación, pero tampoco quiero meter en problemas a Jay por traicionarla. Me mantengo callada, y acaricio su cabeza, sus manos acarician mis piernas, por encima de mi ropa. Sus manos, buscan acariciar algo más que mis pernas de a poco voy abriéndolas. Esto se volvió una costumbre para ambas, saber que si no hay más argumentos terminaríamos en la cama, devorándonos entre ambas.