Yaneli se casa enamorada a sus 16 años.
en el año de 1978 casarse a esa edad no era raro y más cuando las familias estaban de acuerdo.
Yaneli pensó que sería feliz, fue educada para hacer la esposa perfecta, pero nunca pensó que su infierno empezaría con ese matrimonio.
Antonio no era el hombre que esperaba y en el momento que lo encontró con otra mujer, no lo soporto, su orgullo, su dignidad, la hace abandonar a su esposo, su pueblo y renunciar a su familia.
ahora tiene que sobrevivir y darse a respetar ante una sociedad machista, de doble moral y sobre todo que juzga sin piedad.
te invito a conocer la vida de Yaneli, una joven que no está dispuesta a hacer el mueble de su esposo en una casa donde no tiene otra obligación que obedecer a su esposo.
¿ustedes creen que ella podrá ser feliz después de tener el estigma de una mujer separada?
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CAPÍTULO 20
Estaban por sentarse en la mesa; cuando María miró bien cómo estaba, les pidió esperar. Tuvo que ir a su casa, por hielo, para el agua fresca y traer un mantel, para poder comer cómodamente, porque la mesa sí era de tener cuidado.
Todos empezaron a comer, estaban impresionados con lo buena que estaba la comida, no dejaban de hablar de lo bien que cocinaba, pero Sofía no dijo nada, comió en silencio, sumergida en sus pensamientos, algo que se le hizo raro a David, porque ella era platicadora, alegre y ahí estaba su esposa seria, pensativa.
Le pregunto que le pasaba, pero ella solo dijo que estaba cansada y que quería recostarse, solo iban a terminar de comer el postre para poder irse a su casa; para todos era extraño que ella estuviera tan seria, pero nadie pregunto nada, al terminar de comer, pido algo de comida para llevarle a su padre y si era posible un poco más.
Yaneli le dijo que sí. Le dio la cazuela completa, junto con el arroz y el postre. Sofía no dudó en aceptarlo y le dijo a David que la cargara, ella se comportaba realmente extraña; en todo el rato que estuvieron juntos no habló nada. Cuando se despidieron de Yaneli, le dijo que se cuidará mucho.
María no entendía lo que le estaba pasando, felicitó a Yaneli por su excelente comida y le dijo que le pasaría algunos trastes, que se quedara con los que ya tenía ahí para que se ahorrara un poco de dinero; todos se despidieron de ella y se retiraron.
Yaneli se puso a recoger la cocina, lavo los trastes sucios, guardo las verduras que le quedaron, la metió en la parte de abajo del refrigerador; organizo la carne que había comprado, la subió al congelador, metió la crema, mayonesa, mantequilla, jamón, chorizo en la parte del medio del refrigerador.
Una vez que dejó limpia la cocina, se puso a barrer y a trapear, dejando su casa limpia. Después, en la tarde, se puso a terminar de limpiar el jardín del frente de la casa. Para las 8 de la noche ella ya había terminado de limpiar y recoger la basura del jardín.
Se encerró con llave y se metió a bañar. Al salir, se puso su ropa interior. La única pijama que tenía, que era larga, llegaba hasta el suelo, floja como un vestido ancho, de mangas anchas y largas, con un cuello cerrado cubriendo parte.
Para las 9 pm ella ya se estaba durmiendo, feliz del buen día que había tenido, hasta se podía decir que, desde que llegó ahí, había olvidado todo lo malo, como si su pasado o existiera.
A las 5 pm, ella ya estaba despierta, lavo su ropa y para las 6:30 am, ella ya había preparado su desayuno, huevo con chorizo decidió comer ese día, en una de las Cazuelas chicas que se había traído de la casa de María; si había sido un poco aprovechada con los trastes, pero la realidad era que solo los iba a tomar prestados en los que compraba los suyos, pero un día antes María ya le había dicho que se los quedara y ella no desaprovechó su amabilidad.
También horneo unas galletas de canela, que después de qué desayuno decidió llevarle a María; coloco varias en el sartén y fue a la tienda al llevárselas, al llegar a la tienda la encontró llena, se acercó a como pudo al mostrador, le indico a María que le dejaba ahí las galletas, la estaba dejando en el mostrador, cuando una señora embarazada olfateo el olor de las galletas, se acerca y pregunta su precio.
Yaneli se quedó sin saber qué responderle, no eran para eso y antes que pudiera decirle que no tomó una, empezó a comerla; ella no sabía qué decirle y en eso escuchó qué dijo. — María, pero qué buenas están estas galletas, mi familia va a estar feliz de comerlas con la leche o el café.
Miro que son pocas, las quiero todas, empácamelas, no se las vendas a nadie más, voy a tomar lo que me falta, y regreso para que me saques la cuenta.
María puso una cara seria, pero ella era una vendedora. No había oportunidad de venta que se negara hacer, pero en esta ocasión eran unas galletas que le estaban regalando a ella.
Volteó a ver a Yaneli, esperando que le diera la aprobación para venderla, se le quedó mirando haciéndole una seña con la ceja, pidiendo que le diera un sí con su cabeza.
Pero Yaneli no era vendedora, realmente no entendía lo que la Mirada quería decirle con la mirada, se le quedó mirando sin saber qué decirle; pero algo extraño estaba sintiendo con esa situación.
No entendía por qué, pero se sentía molesta. Realmente no entendía por qué María había dejado que la mujer tomara la galleta así sin pedirla y lo que más le molestaba era que ni siquiera se había disculpado, pero al ver el rostro de María, que parecía no estar molesta, que más bien parecía que eso no le importó, la hizo sentir algo negativa.
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