El misterio y el esfuerzo por recordar lo que un día fué, es el impulso de vencer las contradicciones. La historia muestra el progreso en la relación entre Gabriel y Claudia, profundizando en sus emociones, temores y la forma en que ambos se conectan a través de sus vulnerabilidades. También resalta la importancia de la terapia y la comunicación, y cómo, a través de su relación, ambos están aprendiendo a reescribir sus vidas.
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Secreto en las sombras.
Las luces en la mansión comenzaron a parpadear cuando Claudia y Gabriel regresaron a la planta baja. Había una tensión palpable en el aire, como si la casa misma estuviera conteniéndose, observándolos. Lo que habían descubierto en el sótano los había dejado más cercanos, pero también había encendido un nuevo sentido de urgencia. Claudia no podía evitar sentir que lo que encontraron era solo el principio.
Esa noche, mientras intentaban descansar, los pensamientos de Gabriel lo llevaron a los mismos recuerdos que había estado reprimiendo durante años. Los fragmentos de su infancia volvían en oleadas, imágenes distorsionadas que lo dejaban sudoroso y sin aliento. Recordaba la mansión, la oscura figura de su padre, y las palabras que resonaban en las sombras de la casa.
Flashback de Gabriel:
Era una tarde lluviosa, y Gabriel, con apenas diez años, estaba sentado en el salón principal, viendo cómo las gotas de lluvia golpeaban las ventanas. Su padre, un hombre de mirada fría y distante, lo observaba desde la entrada. Gabriel siempre sintió miedo en su presencia, pero nunca supo por qué exactamente. Solo sabía que algo en la forma en que lo miraba, como si fuera un instrumento y no su hijo, lo aterrorizaba.
—Es hora de aprender, Gabriel —dijo su padre, su voz sin emociones, mientras lo guiaba hacia el sótano.
Gabriel no entendía qué estaba aprendiendo en esos días, solo sabía que cada vez que lo llevaban allí, algo oscuro crecía dentro de él. Su padre lo dejaba solo en la penumbra, con las inscripciones en las paredes, y le decía que enfrentara sus miedos. Pero los miedos siempre lo dominaban, y el niño que había sido lloraba en silencio, esperando a que todo terminara.
Gabriel se despertó jadeando, con la piel fría de sudor. El pasado seguía persiguiéndolo, y ahora, con Claudia a su lado, comenzaba a recordar más de lo que jamás había querido. Había algo que su padre le había hecho, algo que lo había roto de una manera que aún no entendía del todo.
Claudia, al sentir el agobio en su respiración, se levantó de la cama y lo miró con preocupación. Se había acostumbrado a los demonios de sus propias pesadillas, pero ver a Gabriel en ese estado la hacía sentir impotente.
—¿Pesadillas? —preguntó suavemente, aunque ya sabía la respuesta.
Gabriel asintió, su mirada perdida en algún punto de la habitación.
—Él solía decirme que el miedo era poder, pero lo único que conseguía era sentirme más vulnerable —dijo Gabriel, su voz apenas un murmullo—. Mi padre... no sé qué intentaba enseñarme. Lo único que sé es que él nunca fue un padre de verdad. Él estaba... obsesionado con algo en esta casa, algo que lo volvió loco.
Claudia se sentó junto a él en la cama, tocando su brazo en un intento de consuelo. Sabía que Gabriel estaba desenterrando sus recuerdos a un ritmo más rápido de lo que podía manejar, pero entendía que también era necesario para su proceso de sanación.
—Gabriel, no tienes que enfrentarlo solo esta vez —le recordó—. Sea lo que sea que tu padre te hizo pasar, no tiene poder sobre ti ahora. Estás aquí, conmigo, y podemos enfrentarlo juntos.
Gabriel la miró, su expresión más suave, pero con un dolor que aún lo atormentaba.
—Quiero creer eso, Claudia. Pero esta casa... siento que cuanto más me acerco a la verdad, más se derrumba todo lo que creía saber sobre mi vida.
A la mañana siguiente, el clima sombrío continuaba, y una niebla espesa rodeaba la mansión como si estuviera intentando mantenerlos atrapados en su interior. Mientras Claudia y Gabriel tomaban café en la cocina, un ruido proveniente del vestíbulo los sobresaltó. Era como si algo se hubiera caído, o quizás alguien estuviera caminando por los pasillos vacíos.
Cuando llegaron al vestíbulo, encontraron un viejo retrato tirado en el suelo. No era cualquier retrato, sino una imagen de un hombre joven, que se parecía sorprendentemente a Gabriel. A sus pies, había un sobre antiguo, amarillento por el tiempo.
—Ese hombre... —susurró Claudia, mirando la imagen con asombro—. Es casi igual a ti.
Gabriel recogió el sobre, sus manos temblorosas mientras lo abría. Dentro, había una carta, con una caligrafía familiar. Era la letra de su padre.
La Carta del Padre:
"Gabriel,
Si estás leyendo esto, es porque has llegado hasta aquí, más lejos de lo que nunca pensé que lo harías. La mansión es más que nuestra casa. Es un legado, uno que no puedo cargar solo. Te dejé aquí para que pudieras entender, para que pudieras ver lo que yo nunca pude. Todo lo que he hecho fue por ti, aunque sé que no lo entenderás ahora.
Debes saber que lo que está en esta casa no es solo nuestro. Pertenece a algo más antiguo, algo que hemos mantenido enterrado durante generaciones. Pero pronto, todo saldrá a la luz, y necesitarás estar preparado. No dejes que el miedo te consuma como me consumió a mí.
Con amor, aunque nunca supe cómo demostrarlo, Tu padre."
Gabriel sintió que las palabras se clavaban en su pecho como cuchillos. Su padre había sabido más de lo que jamás le contó. Y ahora, esas respuestas, esos secretos, estaban esperando ser desenterrados. Claudia observaba en silencio, dándole el espacio que necesitaba para procesar, pero con una certeza creciente de que lo que fuera que estaba enterrado en la historia de esa mansión estaba comenzando a manifestarse de formas más peligrosas.
—Mi padre lo sabía todo este tiempo... —dijo Gabriel en voz baja, mirando la carta como si fuera un mapa hacia el mismo corazón de la oscuridad.
Claudia apretó su mano, su expresión decidida.
—Entonces no podemos detenernos ahora. Necesitamos entenderlo todo, o nunca podremos liberarnos de lo que esta casa guarda.
Ambos sabían que lo que se avecinaba sería más difícil de enfrentar que cualquier pesadilla del pasado. Los secretos de la mansión eran como veneno, filtrándose lentamente en sus vidas. Pero ahora estaban juntos, y juntos enfrentarían lo que fuera que la oscuridad aún mantenía oculto.