— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.
— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.
Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.
— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.
NovelToon tiene autorización de Auroraiva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 15: Te doy un mes para conquistarme. 1
NARRADORA
— ¿Y qué hizo? — preguntó Valentina mientras se quitaba la toalla con movimientos rápidos y comenzaba a vestirse frente al espejo, su cabello aún húmedo cayendo sobre sus hombros.
Zaira, aún sentada en el borde de la cama, se pasó las manos por la cara.
— Dijo que disfrutáramos la noche y luego, sin más, se fue furioso.
Valentina dejó escapar un jadeo exagerado mientras se ponía los jeans.
— ¡Dios! ¿Por qué ese hombre no se fijó en mí? Cuánto daría por estar en tu lugar. ¿Te imaginas cómo será en la cama? — soltó con una risa traviesa, lanzando una mirada picante a Zaira desde el espejo.
Zaira la miró por encima del hombro, arqueando una ceja.
— ¡Ay, yo qué voy a saber! — replicó con desdén, aunque el leve rubor en sus mejillas la delataba.
Valentina no pudo evitar soltar una carcajada, se acercó a Zaira y le dio un empujón amistoso en el hombro.
— Es mejor que lo hayas rechazado. Honestamente, dudo que con lo delgada y chaparra que eres logres aguantar a un hombre como él — bromeó mientras reía a carcajadas.
Zaira, ofendida pero divertida, tomó una almohada de la cama y se la lanzó.
— ¡Cállate, tonta! Y mejor termina de vestirte rápido — exclamó entre risas. Luego, cambiando el tono a uno más serio, preguntó —. ¿Cómo te fue en casa de tu abuela? ¿Pudiste ver a tu hermano y a tu mamá?
El rostro de Valentina se suavizó de inmediato al recordar su visita. Se sentó en la silla frente al espejo mientras abrochaba su camisa.
— Sí... No sabes la emoción que me dio verlos después de tanto tiempo. Ver a mi mamá tan contenta... Pero también me dio muy duro ver cómo mi hermano simplemente me miraba sin realmente verme — dijo, bajando la mirada. — Sus ojitos ya no tienen esa luz, esa chispa. Es como si algo en él se hubiese apagado para siempre.
Zaira suspiró, se levantó de la cama y caminó hacia Valentina, arrodillándose a su lado.
— Lo sé, Vale, debe ser muy difícil. Pero recuerda que aunque él no pueda verte, sigue sintiendo todo lo que tú le transmites. Lo más importante es que él sabe que estás ahí para él, y eso es lo que realmente importa. A veces, el corazón siente mucho más que los ojos.
Valentina sonrió con tristeza pero agradecida, mientras se secaba una lágrima discreta que amenazaba con salir.
— Gracias por tus palabras, amiga. A veces, necesito escucharlo para recordarlo.
Zaira sonrió, dándole un suave apretón en la mano.
— Para eso estoy, siempre.
Valentina se levantó de golpe, cambiando su expresión a una más alegre, como si de repente quisiera alejarse de la tristeza.
— ¡Bueno, basta de emociones! Entonces, después de que salgamos del trabajo, ¿nos vamos de fiesta? — preguntó mientras tomaba su abrigo, lista para salir.
Zaira puso una mueca de duda, mientras se cruzaba de brazos.
— No sé, Vale, la verdad no tengo muchas ganas de salir... estoy agotada.
— ¡Vamos, Zaira! Nos la vamos a pasar de maravilla. Es fin de semana, tenemos que disfrutar aunque sea un día. — Valentina insistió, colocándose el abrigo con energía renovada. — Siempre es trabajo y universidad, trabajo y universidad... ¡Merecemos una noche para nosotras!
Zaira se levantó lentamente de la cama, tomando su bolso y lanzándole una mirada resignada.
— Ay, después vemos... apúrate, que por tu culpa vamos a llegar tarde otra vez.
Valentina se echó a reír mientras ambas salían corriendo de la habitación, con el eco de sus risas llenando el pasillo.
......................
NARRADORA
Marck bebía su café en silencio, la taza caliente en sus manos apenas lograba distraerlo de los pensamientos que lo consumían. Zaira. Esa mujer ocupaba cada rincón de su mente, despertando en él emociones que detestaba sentir.
— ¡Buenos días! — dijo Fabricio, entrando con una sonrisa despreocupada que rápidamente se desvaneció al notar el semblante serio de Marck. — Creo que malos días... Alguien amaneció de mal humor.
Fabricio se acercó al mesón, tomó una manzana del frutero y le dio un mordisco mientras observaba de reojo a su jefe.
— Mi tío quiere que hagamos otra expansión pero más adelante, esta vez en Francia. — respondió Marck, su tono seco y sin emoción mientras tomaba otro sorbo de su café. — Viendo el éxito que tuvimos aquí en Italia, está seguro de que allá también será un gran golpe.
Fabricio asintió, dándole una mordida a la manzana.
— Tu tío confía mucho en ti. Sabe que mientras tú te encargues, todo saldrá bien. — Se acercó un poco más, evaluando a su amigo. — ¿Y Zaira? ¿Le llevaste las flores como te dije?
— Sí... — Marck contestó con poca convicción.
— ¿Y te rechazó? — preguntó Fabricio, alzando una ceja.
Marck apretó la mandíbula, furioso. Dejó la taza de café sobre la mesa con más fuerza de la necesaria.
— Cada vez me estresa más… Te juro que, si no fuera porque ella es parte fundamental de mi plan, hace tiempo la hubiera mandado al diablo.
Fabricio lo miró con escepticismo, dando otro mordisco a la manzana.
— ¿Seguro que es solo eso? — preguntó, con una media sonrisa. — No sé, se te nota mucho más molesto que en otras ocasiones en las que ella te ha rechazado.
Lo que lo atormentaba era esa sensación de celos que no podía controlar. Se sorprendía a sí mismo, porque él no era un hombre celoso... o al menos, eso siempre había creído. Marck, el hombre calculador, el que siempre tenía el control, de pronto se encontraba abrumado por un sentimiento que nunca había experimentado con nadie más.
Desde que conoció a Zaira, algo dentro de él había cambiado. No soportaba verla cerca de otro hombre, ni siquiera en los momentos más insignificantes. La idea de que Zaira pudiera estar con alguien más lo volvía loco, y lo peor de todo es que no sabía cómo lidiar con eso.
Fabricio puso una mano en el hombro de Marck, intentando brindarle algo de apoyo, aunque en el fondo sabía que esto iba más allá de simples palabras de ánimo. Conocía a Marck lo suficiente para darse cuenta de que su interés por Zaira estaba creciendo, y eso solo significaba problemas. Si los sentimientos de Marck seguían desarrollándose, el final de su plan de venganza iba a ser aún más devastador. Cuando todo estallara, Zaira lo odiaría, y entre más profunda fuera la conexión, más doloroso sería para ambos.
— ¿Qué te parece si salimos a tomar algo esta noche? — sugirió Fabricio, rompiendo el silencio. — Hace unas semanas abrió un nuevo club en el centro, se llama Nightfall. Es el lugar perfecto para despejar la mente. Te conseguiré una buena mujer, como a ti te gustan, y la pasaremos de maravilla. ¿Qué dices?
— No lo sé... — murmuró Marck, pasándose una mano por el cabello. — Pienso quedarme en la oficina. Mi tío me está mandando más trabajo de la sede principal y necesito avanzar con eso.
Fabricio lo miró con una mezcla de preocupación y fastidio.
— Vamos, Marck. Sabes que necesitas despejarte. Si sigues enfocado solo en el trabajo y de Fabián Ocampo, esto va a terminar mal. Hace tiempo que no salimos, y créeme, te hará bien olvidarte de todo por una noche. Relájate, diviértete...
Marck dudó por un momento. Su mente se debatía entre la lógica de quedarse trabajando y el deseo de alejarse de sus pensamientos por unas horas.
— Está bien intentare terminar todo para está noche.— accedió finalmente, — Pero solo por un rato.
Fabricio sonrió, satisfecho.
— Perfecto, te prometo que no te arrepentirás. Vamos a desconectar y disfrutar. Necesitas una distracción, y te aseguro que esta noche la vas a tener.
......................
ZAIRA
Pasaron las horas y finalmente Valentina y yo salimos del trabajo, envueltas en nuestros abrigos mientras el aire frío cortaba nuestros rostros. El invierno se acercaba rápidamente, y los árboles desnudos eran una señal clara de ello. Las hojas crujían bajo nuestros pies mientras caminábamos por la acera, formando una alfombra de tonos marrones y dorados. La conversación fluía entre nosotras, como siempre, hablando de todo y de nada. Nos reíamos, intentando olvidar el frío que nos envolvía.
— ¡De verdad el bomboncito está enojado! — exclamó Valentina, haciendo un puchero exagerado mientras frotaba sus manos para calentarlas. — Tenía la esperanza de que hoy nos lleváramos el lujo de venir en su auto, y no aguantando este frío polar...
— A mí me alegra que no lo haya hecho — respondí, sacudiendo la cabeza mientras me quitaba el abrigo al llegar a casa. — Espero no volver a verlo nunca más en mi vida.
Colgué el abrigo en el perchero y dejé escapar un suspiro de alivio al sentir el calor de la casa envolviéndome, mientras Valentina cerraba la puerta detrás de mí.
— ¿Nunca más? — Valentina arqueó una ceja, divertida, mientras miraba las flores que estaban perfectamente dispuestas en el florero sobre la mesa del comedor. — Bueno, esas flores dicen otra cosa, Zaira. Anda, dime la verdad, ¿de verdad no sientes nada cuando lo ves?
Me detuve por un segundo, sabiendo que era una conversación inevitable. No podía negar que Marck era un hombre atractivo, alguien que fácilmente podría hacer que cualquier mujer se sintiera halagada con su atención, pero...
— No te voy a mentir, Vale — admití, soltando un suspiro mientras me sentaba en el sofá, abrazando un cojín para distraerme de la incomodidad. — Siento lo que cualquier mujer siente cuando ve a un hombre guapo. Es atractivo, y lo sabe.
(Marck)
Valentina se acercó, sentándose a mi lado, sus ojos brillando con curiosidad.
— ¿Entonces? ¿Por qué no le das una oportunidad? No te haría daño divertirte un poco, ¿no crees? — insistió, cruzando las piernas mientras me miraba con una mezcla de intriga y emoción. — Además, está clarísimo que le gustas.
— No quiero distraerme con eso ahora — respondí, apretando el cojín un poco más fuerte. — Tengo demasiadas cosas en la cabeza, Vale. Trabajo, universidad, mi familia... No necesito complicaciones. Y Marck, él es todo complicaciones. No es el tipo de hombre con el que quiero involucrarme.
Valentina me observó en silencio por unos segundos, luego asintió con una sonrisa resignada, aunque claramente no estaba convencida. Siempre había sido la más romántica de las dos, la que creía que todo podía resolverse con un poco de diversión y pasión.
— Bueno, entonces... — cambió de tema bruscamente, sonriendo de nuevo. — ¿Al final vamos a salir de fiesta o no?
— No sé, Vale... — miré hacia la ventana. — Mira el frío que está haciendo. No estoy segura de querer salir.
Valentina no se dio por vencida tan fácilmente, como siempre.
— ¡Vamos, Zaira! ¡Salgamos! — exclamó con entusiasmo, poniéndose de pie para caminar de un lado a otro en la sala, como si intentara contagiarme de su energía. — Van a ir algunos estudiantes de la universidad. Será divertido, te lo prometo.
— ¿Quiénes van? — pregunté, dejando que un poco de curiosidad se colara en mi tono mientras me hundía más en el sofá.
— Bueno, va a ir Valeria y Juan, los dos estudian medicina, ya sabes, buena gente. Y, por supuesto, nuestro querido Cristian.
— No sé, Vale...
Valentina no se dejó desanimar. Se acercó a mí y puso sus manos en forma de súplica, sus ojos grandes y brillantes haciendo su mejor imitación de cachorrito.
— ¡Por favooooor, Zaira! Además, tenemos que celebrar que este año Cristian se gradúa. Es una ocasión especial, no podemos faltar. ¡Nos lo merecemos!
Solté un suspiro, sabiendo que ya estaba perdiendo la batalla. Cuando Valentina se ponía en ese plan, era casi imposible decirle que no.
— Está bien, vamos — respondí finalmente, cediendo con una sonrisa cansada.
Valentina dio un pequeño grito de emoción, saltando del sofá y girando sobre sí misma como una niña.
— ¡Nos vamos a divertir tanto! — rió, claramente emocionada mientras corría hacia su habitación para empezar a prepararse.
— Bueno... — dije mientras me levantaba con lentitud, sintiendo el cansancio del día caer sobre mí. — Mientras tanto, yo me voy a acostar un rato. Cuando sea hora de salir, me llamas.
— ¡Hecho! — gritó desde el pasillo, todavía eufórica.
Me dirigí a mi cuarto, deslizándome entre las sábanas para descansar un poco. Sabía que la noche sería larga, y aunque el frío exterior me desanimaba, una parte de mí sentía que tal vez, por una vez, no estaría mal desconectarme un poco de todo lo que me agobiaba.