Me Casé Con El Duque Cruel

Finalmente llegaba el día de la presentación del príncipe, habría un baile y algunos discursos por parte del rey y la reina.

Mi vestido era de un color celeste, lo cual combinaba perfectamente con el traje de Iruen. Él llevaba el cabello peinado cayendo a ambos lados, en el pecho tenía un broche de color rosado y en su mano llevaba un reloj puesto. Iruen estaba sentado frente a mi mientras el carruaje avanzaba lentamente, desde la partida de la mansión, había pasado alrededor de unos treinta minutos.

Como siempre Iruen estaba leyendo la noticia de ese día, el reino entero estaba hablando del aniversario del príncipe heredero.

—¿Por cierto, a las otras mujeres les gustaron tus diseños? —Dejó la revista a un lado, luego se cruzó a mi asiento, sentándose bastante cerca, eso me hizo sentir algo nerviosa.

—Sí, no hubo quejas en eso. Incluso me hicieron otros encargos, la próxima semana empezaré a trabajar en ello. —En ese momento recordé lo que me contó Paulette, de ese modo no dudé en preguntar. —Escuché que hay máquinas que funcionan con magia, eso me impresionó bastante.

—Sí, de hecho la magia es un tipo de energía bastante útil en Galia. Los cristales mágicos pueden almacenar magia y aquello funciona como un tipo de motor. Aunque es bastante difícil lograr esos avances, el reino de Galia tardó más de dos siglos en llegar a este punto.

La conversación se mantuvo durante el trayecto restante, me sentía feliz hablando con Iruen, él era bastante amable aunque su expresión permanecía seria. Pero últimamente mostraba más sonrisas, incluso llegó a hacer una mueca divertida, eso me hizo reír.

—Duque, duquesa —el mayordomo del castillo nos recibió con amabilidad cuando llegamos. Otros sirvientes ayudaron a llevar el carruaje al aparcamiento, Iruen me brindó su brazo y juntos entramos a la sala donde estaba siendo organizada la presentación. —Disfruten de la fiesta. —El mayordomo se despidió regresando a su puesto.

Las miradas de varios se fijaron en nosotros, eso no le afectaba a Iruen, tal vez porque estaba acostumbrado, sin embargo yo me sentía asfixiada en medio de esa multitud.

El rey desde su silla en el pasillo de las escaleras tocó su copa con un cuchillo metálico, llamando la atención de esa manera.

—Estoy muy contento de tenerlos a todos presentes, diviértanse y beban todo lo que quieran esta noche. Kai, feliz cumpleaños hijo mío. —El rey era alguien robusto, de larga barba y ojos afilados. Miré al príncipe heredero, él se parecía más a la reina, con el cabello de color rojo dorado, sus ojos eran verdes y era bastante alto, al igual que Iruen. Su mirada estaba seria, y simplemente levantó su copa en respuesta a su padre.

Pronto la sala se llenó de murmullos, Iruen me dirigió a una mesa cerca del balcón, él fue caballeroso apartando la silla para mí.

—La decoración es hermosa.

—Sí. ¿Quieres tomar algo? —asentí, él llamó con la mano a uno de los sirvientes, pidió una botella de vino y varias copas. El príncipe heredero estaba al otro lado de la sala, rodeado de jovencitas interesadas en él, sin embargo el príncipe parecía perdido en sus pensamientos. En ese momento él levantó la cabeza mirándome unos segundos, después embozó una gran sonrisa. —¿Qué miras?

La expresión de Iruen se hizo más dura al observar al príncipe.

—¿Te interesa?

—¿Ah? —observé la expresión de Iruen, era complicado saber en que pensaba, sus ojos violetas se clavaron sobre mí. —No, anteriormente te dije que me parecía algo molesto.

Su expresión se suavizó y me siguió mirando fijamente, eso me puso nerviosa e intenté apartar la vista. De esa manera encontré a Julen, estaba sentada al lado de su madre y parecía algo decaída.

—¿No te molesta el vino?, recuerdo que los marqueses siempre evitan beber tanto.

—Me encanta el vino. —Recibí la copa que él me ofreció, removí un poco el líquido antes de llevarlo a mi boca.

—¡Atención! —me giré a la dirección en donde provenía la voz, el príncipe heredero se había parado en las escaleras. —Es una sorpresa ver al duque Mazheón aquí, lamentablemente la sociedad nos obliga a vernos como rivales, la realidad es otra, somos como hermanos.

Observé a Iruen, estaba molesto. —¿No es así? —el príncipe miró al duque, sin embargo él no se movió de su sitio. —Ah, pensaba que ambos teníamos los mismos pensamientos, me olvidaba que eras el perro leal del rey.

El rey y la reina estaban igual de molestos que el duque, sin importar la mirada dura del rey, Kai no se callaba.

El príncipe mostró una sonrisa bastante cínica, la multitud con mucho interés era espectador.

—El lobo del rey, capaz de matar a cualquiera siempre que el rey le diera la orden, incluso si fuera su propio amigo.

Iruen se puso de pie, miró duramente al príncipe antes de salir al balcón.

—Oh, también quiero anunciar a mi prometida. —Arrugué mis cejas viendo al príncipe, con razón Iruen lo odiaba, que infantil era. Salí detrás de Iruen, el balcón era enorme. Miré el jardín de pinos antes de llegar al lado de Iruen.

—¿Estás bien?, no debí de venir, es un mocoso por completo.

Iruen dejó salir una rodilla, luego me acarició la cabeza como si fuera un cachorrito.

—Eres alguien de buen corazón, perdón por asustarte el otro día.

—Ah, eso, me sorprendió bastante ver morir a alguien. No tengo miedo de ti, más bien me agradas. —Su mirada seria cambió a una relajada, con su mano acarició mi rostro.

—Kai siempre ha sido algo celoso de mí, todo es culpa del rey, ese maldito viejo. —Alejó su mano volviendo a mirar el jardín de pinos, mientras apoyaba sus codos encima del balcón.

—¿Acabas de insultar al rey? —comencé a reírme y él rápidamente me tapó la boca con una mano, sus ojos violetas brillaron con diversión.

—¿No quieres quedarte viuda, no? Mantén el secreto.

Aparté su mano con tranquilidad queriendo reír, no sabía que él era capaz de hacer bromas. En ese momento estaba interesada en saber más de él. Él acarició mi cabello sin apartar la mirada y luego volvió a tocar mi rostro.

—¿Soy un perro? —le pregunté porque estaba sobando demasiado mi cabeza.

—¿Eh?, oh, lo siento. —Alejó la mano mientras arrugaba las cejas.

—No me molesta, no pienses mucho. —Acaricié su rostro haciendo que él volviera a verme. Mi corazón dio un vuelco cuando noté la cercanía de nuestros rostros, podía sentir su respiración calmada a centímetros. Sin embargo antes de que algo pasara, un sirviente llamó al duque; el rey lo mandó a buscar.

—Espérame aquí, regreso rápidamente. —Asentí. Ellos regresaron al salón del baile y yo me apoyé nerviosa contra el balcón, me toqué las mejillas con ambas manos, aún seguía sintiendo el calor en esa zona, mi corazón palpitaba con locura. No podía creer que casi nos íbamos a besar.

Mientras observaba la luna en el firmamento, escuché la voz de Julen, la miré con una sonrisa y ella se acercó mientras buscaba con la vista.

—¿Y tu esposo?

—Está con el rey. ¿Por qué te veías tan decaída hace poco? —ella se apoyó contra el balcón dejando salir un suspiro.

—Hablé sobre mis sentimientos con mis padres, mi madre no se interpone, pero mi padre… —Moví la cabeza a un lado comprendiendo. —El príncipe heredero ha sido muy grosero. —Julen curveó los labios.

—Sí, fue un comportamiento algo infantil.

—Adivina, todas las damas y las jóvenes preguntaban curiosas por la persona que me hizo el vestido, esta vez no fue necesario intentar hablar, ellas me buscaban conversación. —Ella habló emocionada, y luego me abrazó mientras agradecía.

—Me alegro de que todo haya salido bien.

Después de dialogar unos minutos ella decidió regresar al salón, Julen me invitó a entrar pero me negué porque estaba esperando a Iruen. En ese momento el sonido de unos tacones resonando captó mi atención, levantando la vista me encontré con la cabellera rubia de Elena, que brillaba bajo la luz de la luna.

—No tienes modales, ¿Por qué no fuiste a saludar a padre?

—¿No querían alejarme de ustedes?, esa es la razón por la que me casaron con el duque, ¿por qué ahora tengo que ser amigable con ustedes?

Ella chasqueó la lengua y se acercó a mí, tocó suavemente mi cabello oscuro mostrando una falsa sonrisa.

—¿Sabes?, eras más dócil antes, si supiera no te hubiera arrojado al estanque ese día. —Mi sangre se heló, ¿qué, acaso acababa de confesar un crimen? —¿Por qué pones esa mirada aterrada?, tú eres insignificante para los demás, si murieras a nadie le iba a importar. Deberías agradecerme, estaba acabando con tu sufrimiento; ahora vives infeliz con el duque porque él claramente me ama a mí.

Me quedé en silencio, esa mujer estaba loca, me sentía sofocada a su lado. Tal vez mi cuerpo le seguía temiendo, vaya mierda. No podía controlar mi respiración, me faltaba el aire.

—¿Qué haces? —Era la voz del duque, estaba detrás de mi. Pronto sentí como me acercó a su pecho. —Señorita Elena…

—Oh, duque, un gusto verlo. Mi hermana menor suele tener algunas crisis de ansiedad cuando está en un lugar desconocido, por eso vine a saber como estaba.

—Entiendo. —El duque no dijo más nada, de hecho su respuesta fue demasiado cortante.

—¿Se encuentra molesto por las palabras de mi prometido? —Elena y el príncipe eran tal para cual, me preguntaba porque ambos querían herir al duque hablando de esa manera.

—No se preocupe, su alteza simplemente actúa sin pensar la mayoría de veces. —Él volvió a emplear esa voz fría, levanté la cabeza mirando su rostro, su mirada era gélida también. ¿No le gustaba?, ¿Por qué la miraba de esa manera?

Elena al notar la indiferencia del duque simplemente se despidió volviendo a ingresar al salón de baile.

—¿Ya estás calmada? —Él preguntó acariciando mi rostro. Asentí varias veces. —Todavía sigues con esa fiebre, cuando regresemos haré que el doctor te revise. —Dijo mientras tocaba mi frente, luego bajó a mi cuello con extremo cuidado.