Desconocido

Era un día soleado y bastante caluroso. Se veía la playa muy serena y tan clara. Los dos decidieron caminar por la playa.

- Tenía tiempo que no venía a la playa.

- ¿Por qué me invitaste a mí?

- Porque eres la persona que quiero tener cerca.

-¿Qué piensas de mí, cómo mujer?

- Que eres una mujer maravillosa, muy trabajadora y cariñosa. Disfrutó estar contigo cada momento.

- Me consideras una amiga.

- Claro que sí.

Rocío estaba un poco decepcionada por sus palabras. Así que decidió no seguir preguntando.

- Hay cosas que no sé de tí.

- ¿Qué te gustaría saber de mí?

- Aún no conozco a tu madre.

- En realidad solo tenía a mi madre, pero ella falleció unos años atrás, mi padre nunca lo conocí. Estoy donde estoy, gracias al esfuerzo de mi madre. La Familia de mi madre es de buenos recursos, pero le dieron la espalda cuando salió embaraza de mí. No tengo mucho que decir. Mi vida ha sido de mucho trabajo, por eso me tomé tiempo para disfrutar y por supuesto tengo a la acompañante indicada.

- Lo siento.

- No te preocupes. Todo está bien. Conozco a mi familia, porque ellos fueron al funeral de mi madre y ahí conocí a varios de ellos. No nos llevamos bien y por eso motivo, no son tema en mi vida.

- ¿Qué disfrutas hacer?

- Beber con Jean de vez en cuando, escuchar sus anécdotas. También me gusta pasar el tiempo contigo. Conversar con tu madre, es como escuchar a la mía. Voy al gimnasio. Hago meditación cuando estoy en casa.

- No pareciera que hicieras todas esas actividades. Te mantienes bastante ocupado.

- Es verdad, necesito estarlo. También disfruto ir a mi cabaña, aunque en realidad tengo tiempo que no voy. ¿Te gustaría conocer mi cabaña?

- Claro que sí me gustaría.

- El siguiente fin de semana, te llevaré a conocer.

Siguieron caminando por la playa, conversando de todo un poco. Ambos decidieron de nuevo ir al bar a bailar y beber algo. Cuando llegaron se ubicaron en una de las mesas. Dante le dijo que se ausentaría por unos minutos. Así que salió, cuando regreso estaba Rocío esperándolo con cara de felicidad.

- Hola, regrese

- Me estaba sintiendo sola y al verte me alegre.

- Ten te traje esto. Espero que te guste.

Dante le había comprado un osito de peluche qué cargaba una pequeña rosa. Rocío se emocionó como una niña.

- ¡Que lindo! Me encanta. Dormirá conmigo todas las noches.

Dante sentía que su pulso se aceleraba de golpe. Quería ser él, quien compartiera la cama con Rocío. A pesar de que muchas veces estuvieron en la misma habitación, no era como él quería.

- Bailamos.

- Me parece bien.

Ese día los dos bailaron hasta muy tarde, ya que para el día siguiente tenían que volver al trabajo. La felicidad en la cara de Rocío se podía observar. Todo era tan hermoso, que ella no quería que se terminará, pero sabía que con Dante siempre habías cosas y momentos lindos para disfrutar. Por fin conocería la cabaña de Dante, y llego a saber muchas cosas de él. Terminaron y los dos se fueron a su habitación, para regresar a sus actividades al día siguiente.