"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo XX Confesiones
"¿Quién te dijo que podías golpear a mi mujer?", pregunto Sebastián con los ojos inyectados de sangre.
"¡Sebastián!", exclamó Lucrecia haciendo que Aurora abriera los ojos.
"¿Te hizo daño?", pregunto Sebastián molesto con Lucrecia, pero a la vez tierno con Aurora.
"Sí, estoy bien", respondió Aurora mirando a su esposo, quien hace unos minutos le había roto el corazón y ahora estaba ahí defendiéndola de su verdugo.
"Que sea la última vez que intentas lastimar a mi esposa, si te veo cerca de ella de nuevo no me voy a controlar y haré que pagues todo lo que le has hecho sufrir, ¿quedó claro?", Sebastián estaba muy enojado, estaba irreconocible, hasta Aurora sintió miedo en ese momento.
"Ya pasó amor, mejor volvamos adentro", Aurora intento calmarlo.
Ambos entraron al salón para despedirse del abuelo, habían pasado muchas cosas y Sebastián temía por la salud emocional de su esposa.
"Abuelo nos vamos", manifestó Sebastián.
"¿Tan temprano?", respondió el abuelo.
"Lo siento abuelo, me siento algo indispuesta y como sabe mi salud no es la mejor en este momento", Marcos entendió a su nueva nieta y le permitió que se retiraran, el matrimonio salió tomado de la mano y en el rostro de Aurora se reflejaba el cansancio de una larga noche.
Al llegar al apartamento Sebastián quiso besarla, pero ella como toda una dama lo rechazo, si le agradecía que la rescatará de Lucrecia; sin embargo; no podía olvidar que la dejo sola para ir detrás de Daniela.
"¿Por qué me rechazas?", pregunto Sebastián indignado.
"Será porque te fuiste con tu ex", respondió Aurora molesta.
"¡Ah!, es eso", respondió Sebastián despreocupado.
"¡Ah!, es eso", Aurora se burló de él.
"Por qué te portas cómo una niña malcriada?", pregunto Sebastián confundido.
"Pues es lo que soy, una niña que fue torturada por años por su madrastra, dejada al olvido por su padre, obligada a casarse con un hombre mucho mayor que ella, él cuál la trata a veces con ternura y otra con desprecio, sin olvidar que la ha hecho amarlo como nunca imaginó que podía amar, ¡ah!, pero después de prometerle que la cuidaría la dejo sola para irse detrás de su ex quien además es una mujer hecha y derecha y no una niña malcriada como yo", Aurora dijo todo aquello que la estaba ahogando y no le daba paz.
Sebastián no sabía cómo responder a las palabras de Aurora, debía pensar bien lo que iba a responder, pues ella estaba muy sensible.
"Primero, no eres una niña, eres una mujer, mi mujer, segundo no sabía que algún lugar había una joven sufriendo todo eso, sino yo mismo la hubiera rescatado hace muchos años, tercero,sé que soy mayor que tú, pero a mí eso no me importa, eres perfecta y si estuve enamorado de Daniela hasta que llegaste y me hiciste conocer el amor más bonito y puro de todos, te deje sola porque tenía que decirle a ella que no me buscará más, pues mi corazón ya tenía dueña y que la dueña era mi esposa", Sebastián sé acercó a Aurora quien tenía lágrimas en sus ojos y las seco con una suave caricia.
Era la primera vez que se sinceraban el uno con el otro, el mundo se detuvo por un momento al escuchar que se amaban. Sentían mariposas en el estómago, un nudo en la garganta y sus corazones latian más rápido de lo normal. La emoción y la alegría de finalmente expresar lo que sentían el uno por el otro los abruman.
Al mismo tiempo, tenían miedo a no ser correspondido o si está confesión cambiaria en algo su relación. Era un momento de vulnerabilidad y sinceridad, donde ambos se expusieron emocionalmente y poniendo sus corazones en la mesa.
"No dudes de mí, decidí que fueras mi mujer, mi esposa y compañera de vida, la madre de mis hijos y eso no cambiará", expreso Sebastián besando suavemente a Aurora.
Llevándola en brazos hasta la habitación le hizo el amor toda la noche demostrándose así lo que habían dicho con las palabras.
El tiempo siguió transcurriendo y Aurora había empezado a estudiar para ser chef, Sebastián seguía haciéndose cargo del negocio familiar el cual se basaba en la hotelería, la familia Santos eran los dueños de los hoteles más lujosos de todo el país y contaban con un capital estable.
"Señor, pronto se celebrará un gran evento en el país, ya tenemos reservadas todas las habitaciones de nuestro hotel principal", reporto la nueva asistente de Sebastián.
"Muy bien, esto nos dejará grandes ganancias", contesto Sebastián satisfecho.
"Su primo, el señor Edmundo lo invito a usted y a la señora a cenar", siguió reportando la mujer.
"Dile que no tengo tiempo, seguramente solo quiere molestar", ordeno Sebastián.
"Su abuelo pidió una reunión con toda la familia para el próximo fin de semana, ¿confirmo su asistencia?", continuo la asistente.
"¿Qué estará planeando esta vez?", pregunto más para él que para otra persona. "Si confirma mi asistencia junto a mi esposa", respondió Sebastián.
"Permiso señor", dijo Mary saliendo de la oficina de su jefe.
"Hola Mary, cuéntame, ¿está mi esposo ocupado?", pregunto Aurora viendo salir a Mary de la oficina de presidencia.
"Ya sabe cómo es el señor, siempre trabajando", respondió Mary amablemente.
"Gracias por informarme", respondió Aurora yendo hasta la puerta para desaparecer unos segundos después tras de ella.
"¡Mary!, ¿cuántas veces te he dicho que no entres sin avisar?", regaño Sebastián pensando que quien había entrado era su asistente.
"¡Uy!, pero que humor", respondió Aurora con el ceño fruncido.
"Cariño, ¿qué haces aquí?", pregunto Sebastián sorprendido.
"Solo pase a visitarte, últimamente solo nos vemos en las noches y quería darte la sorpresa", respondió Aurora coqueteando.
"Es una agradable sorpresa, necesitaba verte", Sebastián camino hasta donde estaba su esposa y la besó apasionadamente.
"Estamos en tu oficina", dijo Aurora con la respiración acelerada.
"Por eso no te preocupes, ya lo resuelvo", Sebastián paso el seguro a la puerta y llevo a Aurora a su habitación se descansó, él extrañaba mucho estar con su esposa.
"Te extrañaba tanto", susurro Aurora.
"No más que yo".
Tuvieron su momento de placer para luego salir de la habitación recién bañados y con un brillo especial en sus miradas.