En un reino gobernado por una familia real que ha reinado durante siglos, Lilith, una joven de extraordinaria belleza y poderes mágicos, nace destinada a ser la villana del cuento. Desde niña, Lilith ha sido marginada y temida por los habitantes del reino, quienes creen que su sola existencia traerá la ruina a todo lo que ama.Cuando el rey y la reina mueren en extrañas circunstancias, Lilith se ve obligada a huir del palacio y a esconderse en las sombras, mientras que su hermano Azrael asciende al trono, convirtiéndose en un gobernante tiránico y despiadado.Decidida a reclamar su derecho al trono y a demostrar que no es el monstruo que todos creen, Lilith se embarca en una peligrosa aventura, enfrentándose a criaturas mitológicas, aliados inesperados y a su propio destino. A lo largo de su viaje, Lilith deberá aprender a abrazar su naturaleza oscura y a utilizarla para liberar a su reino de las garras de su hermano.¿Logrará Lilith superar los prejuicios y convertirse en la heroína de su propia historia? Descúbrelo en esta épica novela de fantasía, llena de magia, intriga y un giro inesperado que te dejará sin aliento.
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Capitulo 20
Capítulo 20 - Preparativos para la Tormenta
Los días siguientes fueron un torbellino de actividad mientras nos preparábamos para la batalla que se avecinaba. Selene, Zahra y yo trabajamos incansablemente en la construcción de poderosas barreras mágicas que protegieran nuestras tierras de cualquier amenaza exterior.
Damien y sus espías continuaban recopilando información a través de sus redes de informantes, buscando pistas sobre los verdaderos planes de Arcanus y aquellos que pudieran estar detrás de él. Sus reportes eran preocupantes, hablando de movimientos sospechosos en las sombras y de una creciente agitación en los reinos vecinos.
Esmeralda y Theron, por su parte, lideraban el entrenamiento de nuestros guerreros, reforzando sus habilidades de combate y coordinando estrategias de defensa y ataque. Nuestro ejército se volvía cada vez más formidable, pero aún así sentía que no era suficiente para enfrentar la amenaza que se avecinaba.
Una noche, mientras meditaba sobre nuestros planes, Endymion apareció nuevamente en mi mente, su presencia reconfortante y alentadora.
"No temas, Lilith —me dijo con voz serena—. Tú y tus aliados están preparados para esta batalla. Confío en que juntos podrán superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino."
Sus palabras me llenaron de renovada esperanza, y con determinación me dirigí a reunir a mi círculo más íntimo de confianza.
—Amigos míos, es hora de poner en marcha nuestro plan más audaz —anuncié, sintiendo la adrenalina recorrer mis venas—. Debemos ir más allá de nuestras defensas y llevar la batalla al corazón mismo de nuestros enemigos.
Todos me miraron con sorpresa, pero se mantuvieron atentos a mis palabras.
—Selene, Zahra, necesito que refuercen aún más nuestras barreras mágicas. Quiero que nuestro reino sea un bastión impenetrable mientras nosotros partimos hacia el norte.
—¿Al norte? —preguntó Damien, frunciendo el ceño—. ¿Tienes información sobre el paradero de nuestros enemigos?
Asentí con gravedad.
—Mis visiones me han guiado hacia las tierras heladas, hacia un antiguo templo oculto donde se gesta una gran amenaza. Arcanus y quienes lo respaldan se ocultan allí, y debemos enfrentarlos antes de que puedan concretar sus siniestros planes.
Damien, Esmeralda y Theron intercambiaron miradas decididas, comprendiendo la importancia de nuestra misión.
—Entonces partiremos contigo, Lilith —declaró Damien, con firmeza—. Juntos acabaremos con esta amenaza de una vez por todas.
—Yo también iré —intervino Selene, con determinación—. Mis habilidades curanderas serán vitales para mantener a salvo a nuestro grupo.
Zahra asintió en silencio, su semblante reflejando una resolución inquebrantable.
—Entonces está decidido —dije, sintiendo cómo el peso de la responsabilidad se asentaba sobre mis hombros—. Partiremos mañana al amanecer. Debemos estar preparados para lo que nos espera en esas gélidas tierras del norte.
Esa noche, apenas pude conciliar el sueño. Mi mente era un torbellino de pensamientos y preocupaciones, y la imagen de Endymion sonriéndome con orgullo me daba fuerzas para enfrentar lo que se avecinaba.
Cuando el sol finalmente se alzó en el horizonte, nos reunimos en las puertas del castillo, listos para emprender nuestro viaje. Nuestros caballos estaban ensillados y nuestras provisiones listas, y en nuestros corazones ardía la determinación de proteger a nuestro pueblo a toda costa.
Antes de partir, me volví hacia Selene y Zahra, que se quedarían a cargo de la defensa del reino.
—Confío en ustedes para mantener a salvo nuestro hogar —les dije, abrazándolas con afecto—. Serán nuestros ojos y oídos mientras estamos lejos.
Ellas asintieron con solemnidad, y pude ver la preocupación reflejada en sus miradas.
—Cuídate, Lilith —me pidió Selene, sus ojos brillando con lágrimas contenidas—. Y trae de vuelta a nuestros amigos a salvo.
—Así será —le aseguré, con una sonrisa tranquilizadora.
Finalmente, Damien, Esmeralda, Theron y yo montamos nuestros caballos y comenzamos nuestro viaje hacia el norte, rumbo a lo desconocido. La idea de enfrentar a Arcanus y sus aliados me llenaba de temor, pero también de una determinación inquebrantable.
Haría todo lo que estuviera en mi poder para proteger a nuestro reino y honrar el legado de Endymion. Juntos, alcanzaríamos la victoria.
Cabalgamos a través de kilómetros de caminos nevados, soportando el frío cortante y la nieve que azotaba nuestros rostros. Cada vez nos adentrábamos más en las montañas, y el paisaje se volvía más inhóspito y aislado.
Finalmente, llegamos a un angosto paso entre las cumbres, donde el antiguo templo de Helios se alzaba imponente, cubierto por una capa de hielo. Desmontamos nuestros caballos y avanzamos con cautela, siendo conscientes de que nos acercábamos al corazón de la amenaza.
Al cruzar el umbral del templo, una sensación de inquietud me invadió. Podía sentir la presencia de una energía oscura y poderosa que se arremolinaba a nuestro alrededor. Damien, Esmeralda y Theron también lo percibieron, empuñando sus armas con firmeza.
Nos adentramos en las sombras, nuestros pasos resonando en los corredores abandonados. Y entonces, una voz familiar y gélida resonó en nuestros oídos.
—Bienvenidos, intrusos —siseó Arcanus, emergiendo de entre las tinieblas—. Los estaba esperando.
Esa es mi humilde opinión.