Reencarne En La Amante Del Emperador.

— Puedo ver el futuro... tengo visiones donde me muestra fragmentos de sucesos que si no cambian su curso cosas muy malas van a pasar...

Cristian miró a Víctor y este de regreso, no entendían por qué la señorita Dayana les estaba intentando mentir, pero pronto la voz de Stefan se escuchó detrás de ella y preguntó.

— ¿Qué acaba de decir?...

POV Lucía.

Y aunque muy pocas veces en mi vida le e temido a la reacción de alguien ante mis palabras, al ver la mirada del ministro, mi cuerpo entero se tensó volteé lentamente mi cuerpo y aún insegura de lo que estaba apuntó de hacer dije.

— Sé que es difícil de creer, pero es por eso que vine aquí buscando respuestas.

Los tres hombres frente a mí cruzaron miradas y no hacía falta que digieran nada, sabía que cada vez me veía más sospechosa con mis palabras, pero entre decirles que tenía visiones o que vengo de otro universo donde ese mundo es una novela tonta y cursi que se centra en la vida y felicidad de los personajes principales y los secundarios mueren sin ningún motivo aparente más que facilitarles las vidas a los protagonistas, era mucho más creíble esta opción.

El ministro al notar que algunos soldados empezaron a llegar, tomó mi brazo y con sus dientes algo apretados, mencionó.

— Hablaremos de lo que acaba de decir en mi oficina.

Y sin más me arrastro por los pasillos de la base. Sin más remedio tuve que seguirlo, no era como que este hombre me estaba dando otra opción, así que ni bien llegamos a su oficina, me soltó e indicándome tomar asiento el ministro habló.

— Le daré solo una oportunidad para que diga toda la verdad.

Vi como tanto el conde, como el joven duque también se pararon frente a mí a espera de respuestas y sin más seguí con mi mentira.

— Ya se la dije, tengo visiones de un futuro que puede o no pasar...

El conde quien era el que analizaba todas mis expresiones, preguntó.

— ¿Desde cuándo le sucede esto? No digo que crea en lo que está diciendo, pero si quiere que creamos en su palabra díganos toda la verdad.

Sabía que mis palabras podían hundirme o ayudarme en este punto, es por eso que si quería ganármelos de aliados debía decirles la verdad, aunque sea una parte. Mostrándome algo dudosa suspiré e indicándoles tomar asiento a los tres, empecé diciendo.

— Es una larga historia, pero el conde tiene razón, si quiero que crean en mi palabra debo comenzar desde el principio.

Todo comenzó hace algunos meses, no sé cómo o por qué empezaron a aparecer estas visiones, pero una noche empezaron a aparecer en mis sueños. En ella veo una realidad completamente muy diferente a la que estamos viviendo ahora. En mis sueños todo comienza en esta excursión, el ministro de guerra es enviado a las fronteras para lidiar con los bandidos que acechan los caminos y las rutas de comercio que limitan con el imperio de Arista. Lo que ellos nunca esperaron fue ser atacados por un pequeño ejército de bandidos, quienes a pesar de contar con el factor sorpresa, no eran rivales para el ministro y sus hombres. Aun así el cansancio del viaje y el estar peleando con un enemigo mucho más numerosos causó algunas bajas en esa batalla, entre ellos el conde Cristian resulta gravemente herido y es ahí donde el ministro ordena a sus hombres retirarse. Desesperado intenta llegar a la base, pero cuando por fin logra hacerlo, el conde se encuentra muy malherido y termina muriendo a causa de sus heridas. Esto desata un sin fin de sucesos que termina por descubrir sobre los planes malignos del emperador de Arista... El emperador quiere adueñarse de las rutas comerciales al igual que gran parte del territorio de Amatista, es por eso que en su codicia, este envía a sus hombres con el propósito de eliminar las bases que se encuentran en las fronteras y así poder ganar más territorio antes de atacar directamente a Amatista. Lo que nunca esperó fue que el ministro de guerra cegado por la sed de venganza, buscará a los culpables de la muerte de su hermano y en cuanto se enteró de que el emperador fue quien prácticamente dio la orden de matarlo, no paro hasta acabar con sus planes y reinado. Comando las fuerzas militares y llevó la guerra hasta el corazón de Arista en busca de justicia y venganza, finalmente el príncipe heredero de Arista llega a un nuevo tratado y acuerdo de paz y la guerra termina, pero aun así muchas muertes hubieran podido evitarse si tan solo alguien les advertía de la emboscada en el bosque. — Stefan, Cristian y Víctor, escuchábamos atentamente todo lo que la joven decía, y al ver que parecía estar diciendo la verdad, comenzaron a dudar de sí era posible que una persona pudiera tener visiones tan claras del futuro — Es por eso que en cuanto mis visiones empezaron a ser más fuertes, empecé a convencer a mi padre para que me dejara instruirme en el arte de la espada y la pelea cuerpo a cuerpo, sé que es una locura que alguien pueda creer en lo que digo, pero si no podía convencer a nadie de esta loca historia, intervendría yo misma para evitar que esos sucesos volvieran a suceder.

Cristian quien aún no superaba todo lo que había escuchado preguntó.

– Entonces es cierto... ¿Usted sabía lo que estaba pasando antes de llegar a ese bosque?

— Así es, cuando el duque me comento esa misma tarde que el ministro de guerra y su hermano partirían a la frontera para lidiar con los problemas que había en los caminos que limitaban con Arista, supe que mi tiempo de entrenamiento había acabado y cabalgue toda la noche con la esperanza de llegar a tiempo.

Víctor quien aún no estaba tan seguro de todo lo que les estaba contando, preguntó de manera acusatoria.

–¿ Entonces dice que se acercó a mi familia con segundas intenciones... reconoce el hecho de que no solo utilizo la confianza que mi hermana le brindo para aprovecharse de la buena voluntad de mi padre, sino que tampoco fue sincera cuando decidió ser su amiga?

— Sí le soy sincera... es verdad, en un principio me acerqué a su hermana con segundas intenciones. No quería que lo que había visto en mis visiones se cumpliera, es por eso que me acerque a ella y quise ser su amiga. No solo estoy cambiando el destino del joven conde, también estoy cambiando el mío y el de ella...

Víctor — ¿Qué es lo que no está diciendo? Sospecho de que aún hay más...

— Lo hay, pero es algo que no tengo intenciones de compartir, ya que lo veo poco relevante para este asunto.

Sabía que aunque parecían un poco escépticos, ellos sabían que algo extraño estaba pasando, los hechos y mis acciones no podían ser coincidencia.

De pronto y como si el ministro si hubiera tomado todo el tiempo del mundo para procesar la información que le había dado dijo.

— Digamos que no creo en su palabra... Sabe que pienso, considero que usted y su padre han pasado años alejados de la corte de Amatista, nadie conoce a su familia verdaderamente, tal vez son espías del imperio vecino y usted se ha infiltrado tan bien que logro llegar hasta nuestra base militar... Sabía desde un principio sobre los planes del emperador de Arista, fue enviada con el propósito de buscar información sobre la fuerza militar y la corte en nuestro imperio, pero algo pasó, algo hizo que sus planes cambiaran, tal vez su afinidad con la futura princesa heredera le hizo pensar que en este imperio podría obtener mejores beneficios y recompensa, siendo la mano derecha de la futura emperatriz. Pero para lograr esto tenía que revertir todos los planes del emperador y advertir a los soldados que serían sacrificados en el proceso de conquista. Vino aquí, intervino con la emboscada e intento quedar como una salvadora, pero al no saber que continuaría de ahora en adelante, intenta ganarse nuestra confianza y hacernos creer toda esta historia que acaba de inventarse que lo vio en un futuro que pudo o no haber ocurrido... patrañas. ¡GUARDIAS!

Al oír las palabras tan desconfiadas y cizañosas del ministro de guerra supe que estaba perdida, no importa que fuera lo que hiciera, ese hombre me odiaba, odiaba a Dayana en la novela y tal parece que en esta vida también la detesta. Todo esto me hace pensar si en verdad no voy a poder cambiar el futuro, con que propósito me esfuerzo tanto.

Al ver como un grupo de soldados entraban a la oficina mi rostro se frunció y cruzándome de brazos dije.

— ¿Va a encerrarme nuevamente?

— No estoy seguro de sus palabras, pero hasta no poder confirmar si lo que dice es cierto, comprenderá que necesitamos tomar precauciones de usted...

— Comprendo perfectamente ministro... espero que no se tenga que arrepentir luego de esta decisión.

Los guardias entraron y al escuchar las órdenes de su general a cargo, me escoltaron nuevamente hacia los calabozos y una vez allí empecé a pensar en voz alta.

— Dayana... Dayana... tú nunca fuiste una buena samaritana, que esperabas al querer convertirte en heroína... nada bueno iba a salir de todo esto, lo mejor sería huir y vivir feliz y tranquila en el bosque...

Víctor — Así que esos son sus planes, convertirse en una heroína o vivir tranquila en un busque.– al reconocer la voz del joven duque deje de caminar y mirando hacia su dirección este agregó — Creí que alguien que se esforzó tanto en que crean en su palabra tendría planes más grandes.

Dayana– Y por qué piensa que el vivir en un bosque no es una buena idea, el no hacer nada muchas veces es mejor opción. Si hubiera dejado que las cosas siguieran su curso...— Un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar en tener que soportar a un baboso como el príncipe heredero y meneando mi cabeza agregue.— No ni pensarlo, prefiero el bosque...

El Joven duque sonrió por mis palabras y contestó.

— Creo que el ministro solo intenta procesar todo lo que usted acaba de revelar hoy. No lo tome personal, pero no por nada está en donde está. Él se convirtió en la autoridad de las fuerzas militares por ser un hombre bastante cauteloso.

— ¿Entonces esta desacuerdo con esta decisión? ¿También piensa que soy una espía?

— ¿Lo es?

— ¿Por qué cree que si lo fuera se lo diría?

— Tiene razón, no creo que lo hiciera...

— Aun si lo fuera, ¿por qué cree que me estoy esforzando tanto en ayudarlos?

— Tal vez busca su propio beneficio y como lo acaba de mencionar ser la heroína ante los ojos del imperio.

— Puede ser... tal vez hacen bien en desconfiar. Solo recuerde una cosa, tuve la oportunidad de conquistar al príncipe heredero y no lo hice, tuve la oportunidad de dejar que los bandidos mataran al ministro y a su escuadrón y tampoco lo hice, he estado por más de tres días dentro de estos muros y solo ataque a los hombres que se suponen que en caso de que fuera una espía, serían mis aliados. Puse en riesgo mi vida para poder convencer a mi enemigo de ser un aliado, es mucho en juego para solamente ser considerada una heroína. — El duque me miró intentando entender mis acciones y al ver que estaba más confundido de como llego sonreí y agregué.— Solo espero que cuando se den cuenta de su error no sea demasiado tarde, sea una espía o no, el verdadero enemigo ya viene y ese no se detendrá hasta que el último hombre de esta base caiga.

Sin más que decir volteé hacia mi celda y recostándome en una cama de piedra que allí se encontraban cerré mis ojos y sonreí. No esperaba que el joven duque pudiera hacer cambiar de opinión al ministro, pero si esperaba que la duda de mis palabras los tuvieran lo bastante ocupados como para poder escapar. No me quedaría en esos calabozos esperando mi final. Era obvio que lo había arruinado y que ellos ya no confiaban en mi, tenía que buscar un nuevo aliado y tenía una ligera idea de donde poder encontrarlo...