Ana vive una vida monótona y sin sabor. ¿Estará dispuesta a dejarse llevar por la tentación?
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HUIR
La secretaria se levanta de un salto al verme salir, seguramente ha escuchado todo, no me importa, estoy más que furiosa. No existe ninguna explicación lógica a toda esta charada. He sido una completa idiota ¡Por Dios! ¿Cómo pude caer? Camino velozmente hacia el elevador, frenéticamente presiono el botón de llamada como si eso hiciera que el aparato llegara más rápido. Tarda una eternidad, mi corazón desbocado presiona contra mi pecho, mi cabeza da vueltas y vueltas, necesito algo firme para sostenerme, miro alrededor pero no hay ningún mueble a mano, apoyo la frente sobre la pared y comienzo a respirar profundamente, como me enseñaron en la única clase de yoga que tomé en mi vida, por lo menos para algo sirvió porque poco a poco siento que recobro el sentido.
¡Diablos! Me olvidé mi bolso con todas las cosas de la caja de mi escritorio. ¡Maldita sea, demonios! No puedo dejar de maldecir. Eso significa que tengo que volver sobre mis pasos y decirle a la amable secretaria que necesito mis cosas, a riesgo de encontrarme otra vez con Gabriel. Sopeso la idea de dejar todo atrás pero si lo hago no tendré como volver a casa, mi dinero, mi teléfono, mis documentos todo está en el maldito bolso. ¿Porqué no lo llevé conmigo dentro de la oficina? ¡Maldición!
La muchacha levanta la vista al sentir el sonido de mis pisadas en el fino porcelanato, mis zapatos de tacón no permiten que pase desapercibida.
Trato de poner mi mejor cara, dibujo una sonrisa que no llega a mis ojos.
__ Discúlpame, he olvidado mi bolso en la caja que traje.
__ ¡Oh si! Claro, por aquí por favor, la llevé a su nuevo escritorio. __ al seguir con la mirada la dirección que marcaba su amable mano me doy cuenta que tengo que pasar frente a la puerta de la oficina de Gabriel que permanece abierta. ¡Ni loca!
__ ¿Sería mucha molestia si te pido por favor que vayas tú por ella? Es que no quisiera volver a encontrarme con el señor Prado __ al verla ponerse de pie y guiñarme un ojo, descubro avergonzada que definitivamente escuchó la discusión.
Me giro hacia el ventanal y me abrazo intentando calmarme, necesito huir de este edificio cuanto antes. Al principio pensé que Gabriel saldría corriendo para detenerme pero evidentemente su permanencia en la oficina afirma lo que yo pienso: todo ha sido una mentira, su interés, los encuentros "casuales" en el tren, la noche en el hotel... Todo. Me invaden unas ganas inmensas de llorar, he sido una tonta con mayúsculas, caí como una insignificante mosca en la dulzura de su miel. ¡Maldito!
Siento pasos a mis espaldas y me vuelvo confiada de que es la secretaria, para mi sorpresa es Gabriel trayendo mi bolso. Antes que pueda decir nada me toma con firmeza del brazo y me arrastra prácticamente hasta el elevador, ahora sí el maldito aparato está listo para bajar. Me guía dentro sin decir una sola palabra, su cuerpo exuda masculinidad, es una belleza de hombre. Miro su rostro como si fuera una niña a quien han regañado, está más calmado como yo, sin embargo es evidente que sigue enojado. Pues yo también recuerdo por lo que doy un tirón a mi brazo para zafarme de su agarre. Al parecer se sorprende porque se gira para mirarme frente a frente, en ese momento me siento pequeña, aún con tacones apenas llego hasta su pecho.
Con un rápido movimiento acciona el botón que detiene el elevador, me aprisiona contra la pared espejada, toma mis manos y las eleva sobre mi cabeza y me besa, yo presiono mis labios para no dejarlo entrar, esta vez no voy a dejar que gane. Su lengua empuja mi boca queriendo abrirse paso, pero la misma se ha convertido en una fina línea de labios sellados, eso lo frustra y emite un gruñido, abandona la lucha pero no me suelta, por el contrario presiona mis muñecas sobre la cabeza y me mira fijamente, seguimos sin hablar, respirando agitados y turbados, le sostengo la mirada haciendo uso de todas las fuerzas de mi cuerpo para no sucumbir al deseo de morderle la boca y hacer el amor ahí mismo.
Gabriel cierra sus ojos y posa su frente en la mía con resignación, puedo apreciar sus largas y espesas pestañas, negras como su pelo.
__ Gabriel, necesito que me sueltes__ mi voz suena ronca, el nudo en la garganta que anticipa el llanto vuelve a presionar.
Sin abrir los ojos me suelta lentamente pero su frente continúa pegada a la mía. Bajo los brazos y apoyo mis manos sobre sus hombros, suavemente lo separo de mí, levanta la mirada y puedo ver una gran turbación en esos preciosos ojos negros, sin embargo no puedo permitirme un instante de debilidad. Me adelanto a la placa de botones y presiono aquel que vuelve a poner en marcha el ascensor. Antes de que las puertas se abran, recojo mi bolso que ha caído junto a mí y sin mirar atrás donde está él digo:
__ Si no te molesta necesito volver a mi casa, ha sido un día muy pesado para mí, no me siento bien.
__ Ana, por favor, necesito que me escuches.
__ Hoy no Gabriel, ya he tenido suficiente.
Las puertas de elevador se abren en la plata baja y salgo, la puerta principal también espejada que está justo en frente me da la visión que quiero evitar: Gabriel apoyado en la pared trasera del ascensor mirando al piso como quien se encuentra castigado, antes de atravesar la salida clava su mirada en la mía como si supiera que lo había observado todos esos pasos.
Huyo, huyo de él y de mí misma, quiero huir del planeta y flotar en el espacio con tal de dejar de sentir esto que siento. Este engaño me ha dolido mucho más que el de mi marido con la rubia. ¿Qué voy a hacer? No puedo trabajar para él, es absurdo, las preguntas siguen dando vueltas en mi mente. ¿Cómo voy a explicarle esto a Gonzalo? Si decido no volver a trabajar querrá saber cuál ha sido el motivo, río con amargura al pensar sarcásticamente mi respuesta "Nada querido, simplemente me enredé con un desconocido que me hizo vibrar y ahora resulta que es mi nuevo jefe y todo fue un engaño".
Mientras camino hacia la estación siento que voy arrastrando el alma. Aún no es medio día, me siento enferma, por lo menos en algo no tendré que mentir cuando llegue Gonzalo del trabajo y descubra que he llegado antes que él. Necesito un baño y una cama.