Amor Infinito

Amor Infinito. 

Capítulo 19 :Leonardo Artigas.

Elsa Isasa 

Leonardo Artigas, Lelo, nació un doce de Agosto de parto natural. De inmediato gritó bastante porque ese día lloviznaba y hacía frío, cosa muy rara en el litoral brasileño.

Tenía la cabecita totalmente pelada, 3,800 kg y se prendió del pecho de su madre casi de inmediato. 

Nació en el Pronto Socorro de Costao da Praia y ese mismo día fue dado de alta. La alimentación sana y la gran cantidad de jugos de fruta que la madre tomaba le fortalecieron desde antes de nacer. 

Edu, la hija de Marcia lo apodo Lelo, y así lo llamaban. 

Lelo fue bautizado al mes de vida en la capilla del lugar. 

Era un niño hermoso y sano. Al poco tiempo su cabello se manifestó rubio como el de su padre y con rulos como el de su madre. 

Su tía Marcia lo cuidaba cuando después del mes la madre comenzó a trabajar saliendo de su trabajo media hora en cada jornada para alimentarlo.

Lelo era un niño dulce y sonriente y su tío , que ya estaba por terminar la primaria, lo adoraba. 

El niño recibió cuantiosos regalos de la feligresía del lugar, el padre cura le regaló un rosario que la mamá le colocó en su cuna; pañales, juguetes de trapo realizados con las manos de las mismas personas de la zona, una manta preciosa celeste en crochet obra de la señora del prefecto y una hermosa cuna regalo de los empleados municipales completaron los obsequios recibidos. 

Lelo enseguida conoció y amó el mar, tanto como su madre lo amaba. 

El día que fue al mar con su mamá Bruno registro en el celular la alegría del pequeño Lelo en el regazo de su mamá, con malla y con su figura recuperada. 

En realidad Maja había engordado bastante con el embarazo y esa gordura permaneció luego del parto en los lugares correctos : las caderas, las nalgas y los pechos. 

No podía ser más feliz.

Su hijo era hermoso y sano y su hermano a punto de cumplir los once años terminaría ese año la escuela elemental y empezaría el colegio medio. 

Todo seguiría igual si no fuera que el prefecto decidió regalar a los niños un viaje a la capital de Argentina: Buenos Aires. 

Maja se opuso rotundamente al viaje de su hermano. 

Su miedo al regreso se debía de hecho al padre de su hijo. 

No tenía buenos recuerdos de Buenos Aires. Habían con sus padres arribado a ella , pasando primero de Italia a España y luego a la gran ciudad donde sus padres murieron y su vida dio un vuelco doloroso. 

Pero sería solo una semana antes de la navidad y con muchas recomendaciones dejó a Bruno viajar con el contingente. 

– ¿Sabes lo que no tienes que hacer, verdad? ¿Me lo juras?--

– Te juro hermana. Solo en caso de urgencia. Cómo convenimos.

– ¿Qué es eso?¿ De qué hablan ustedes?-- dijo Marcia. 

– Son cosas nuestras, Marcia. Cosas de los dos. No irás al cementerio. No irás a ver a César. No saldrás del hotel más que para las visitas que van a hacer en el centro de la ciudad. –

– Cumpliré mí palabra. Descuida Suelen – 

Y así salió el viaje del contingente que fue en ómnibus hasta Río y en avión a Buenos Aires. 

De la gran terminal de retiro los dos profesores que llevaban a los niños esperaron la combi que los llevaría a un hotel bastante económico que el mismo prefecto había conseguido. 

Desde allí recorrieron todos los lugares turísticos que ofrecía la capital Federal a los turistas. 

Caminaron por la peatonal de florida, fueron al barrio de la boca, visitaron los estadios de fútbol que los niños brasileños deseaban conocer, recorrieron el centro, obelisco, congreso y demás opciones turísticas. 

Bruno estaba feliz con sus amigos pero en realidad no fue buena idea venir pensó. Las visitas fueron alocadas y ya extrañaba la paz maravillosa de su amado lugar del mar. Mientras esa tarde los chicos salían otra vez decidió quedarse en el pequeño Lobby del humilde hotel. 

Fue allí que mirando una vieja revista vió la foto de Leonardo Valente llorando y leyó la noticia. 

No entendió mucho el texto de la noticia. Pero sí entendió que el señor Valente lloraba porque el que creía su hijo no era suyo. Aparentemente era del secuestrador. 

Se debatió una y otra vez entre el juramento a su hermana y el afecto que le tenía a ese hombre que hizo tanto por él. Y finalmente ganó el afecto de su corazón. 

Fue a un ciber que estaba junto al hotel y llevó su teléfono.

Recortó la foto de Lelo y busco el mail del señor Valente. 

Escribió muy poco y envió la foto. 

El mensaje decía :

“No llore señor Valente. Usted tiene un hijo muy hermoso que lleva su nombre solo que le decimos Lelo. Mí amor y agradecimiento es infinito. Bruno”

Luego salió muy rápido del ciber y regresó al hotel. Su corazón batallaba como si hubiera asaltado un banco. Tardó en tranquilizarse. 

Al otro día nada había sucedido. El contingente fue al aeropuerto con sus docentes y regresó a Brasil. 

No quiso contarle a su hermana nada y la vida en Costao da Praia siguió normal organizando la fiesta de fin de año con los vecinos y el padre cura. 

En la capital, Leonardo se había negado rotundamente a armar el árbol. Entonces vió a Paula lagrimear. 

Su interior sufrio con ella. 

Salió del escritorio y dijo:

– Está bien Paula. Te ayudaré con el árbol. 

– Que hacen? – dijo Andréa .

– Preparamos un árbol de navidad para una navidad que ya no vendrá a esta casa.-- respondió Leonardo. 

– Revisaré el correo – dijo Andrea sin contestar el diálogo de su amigo 

Solo cuando vió la nota y la foto, amplio la foto y vió parte del círculo en el pecho de la mujer con el niño, estuvo seguro que era Maja. 

– Quizás si llegue navidad amigos. Tienes un hijo Leonardo.--

– Que dices ? 

– Tienes un hijo y lleva tu nombre – dijo ampliando la imagen ante los ojos asombrados de Leonardo y Paula.