Una Princesa Sin Fronteras

Cuando se separaron por falta de aire… Elena se puso de pie con cuidado y él salió de su ensoñación…

Bernard: Yo fui él que gano… ha sido el mejor premio del mundo…

Elena: jajaja vamos a la posada…

Bernard tomó su mano y caminaron con las manos entrelazadas… entre risas y complicidad.

Al llegar a la posada, se encontraron con Leandro bebiendo solo en una mesa.

Elena: nos vemos mañana…

Bernard asintió y recibió un beso en la mejilla que lo hizo a sonrojar de inmediato.

Leandro estaba sumido en sus pensamientos, que no puso mucha atención en la alegría de su hermana, hasta que ella se sentó a su lado.

Elena: ¿todo bien?

Leandro: si…

Elena: ¿hablaste con Berenice?

Leandro: mmmm

Elena: ¿lo tomó muy mal? pobre Berenice…

Leandro: todo esta bien…

Elena: ¿de verdad?

Leandro: si…

Elena: mmmm las dueñas de la posada te miran bastante… ¿estas asi por alguna estrategia tuya? ¿alguna forma nueva de conquista?

Leandro: ¿Qué?

Elena: verse lamentable, para lograr la atención de esas señoritas

Leandro: ¿me veo lamentable?

Elena: si, bastante… solo te habia visto asi, cuando hace años, Arturo te ganó en una pelea

Leandro: mmmm Arturo hizo trampa…

Elena: jajaja ¿te irás a dormir?

Leandro: si mañana viajaremos temprano…

Elena miró a su hermano sorprendida, pero no dijo nada más.

Al día siguiente, Berenice se despidió entre risas de los dueños de la posada, por lo que todos tuvieron que esperarla…

Leandro estaba visiblemente molesto, mientras Bernard y Elena solo se miraban con cariño…

Bernard: en unas horas llegaremos al imperio…

Leandro: ¿su hermana vive en la capital de Lennox?

Bernard: no, ella vive en la frontera…

Elena se fue conversando con Berenice… desde afuera Bernard sonreía al escucharlas reír y Leandro sin saber por qué le molestaba verlas tan contentas…

Cuando llegaron a la frontera, el guardia imperial reconoció de inmediato a Bernard y Berenice… y los príncipes mostraron su emblema… por lo que, se demoraron un poco más en pasar…

Bernard: la esperaré…

Elena: no se preocupe… adelántese, ya los alcanzaremos…

Bernard: ¿de verdad? pero…

Elena: de verdad…

Bernard no quería dejarla, pero el guardia imperial ya lo esperaba en la entrada…

Casi media hora después, el permiso de los príncipes fue finalmente tramitado…

Leandro: deberíamos usar la capa… o cambiar nuestra apariencia, los escoltas se demorarán algunas horas en pasar las puertas del imperio…

Elena: está bien… pero, ¿Cómo encontraremos la casa?

Leandro: Felipe Lennox es un archiduque, no será difícil… debe ser muy conocido…

Ambos hermanos caminaron por el imperio usando otra apariencia. Después de conseguir unos caballos avanzaron rumbo al archiducado…

Leandro: usemos las capas ahora

Elena: bien…

Ambos dejaron de verse, sin embargo, cuando entraron, ambos se estremecieron al escuchar hablar a Ignacio Lennox.

Ignacio: sabia que tenía que venir al cumpleaños de mis sobrinas… ahora todo es mejor si está usted señorita Berenice…

Berenice: jajaja las mismas palabras de siempre mago

Ignacio: es que mis sentimientos no cambian… por cierto… su cabello se ve mas rubio que antes…

Berenice: jajaja si, es como una llama de fuego… ¡oiga! se mira y no se toca… ahora dejeme ver a mis primas…

La voz de ambos se alejó y los principes quedaron llenos de pensamientos…

[sabia que era probable encontrarme con él aquí, porque era el cumpleaños de su sobrina, pero, bueno… está bien… estoy tranquila… Bernard esta aquí y todo esta bien… Qué curioso cómo cambia todo con el tiempo. Antes, bastaba con escuchar su nombre para que algo en mí se agitara… una mezcla de ansiedad, esperanza y ese cosquilleo tonto que confundía con amor. Hoy, en cambio, lo escucho y no siento nada. Ni rabia, ni tristeza, ni siquiera nostalgia. Solo calma. Durante mucho tiempo creí que él era "ese alguien", esa ilusión que se vuelve parte de tus días sin siquiera darte cuenta. Pero ahora que lo miro en retrospectiva, me doy cuenta de que fue más fantasía que realidad. Me aferré a una idea, no a una persona. A lo que imaginaba que podríamos ser, no a lo que realmente éramos. Y no me duele. Al contrario, me alivia. Porque entendí que no todas las historias necesitan un final dramático, ni todas las ilusiones merecen convertirse en amor. Algunas solo vienen a enseñarnos, a mostrarnos lo que no queremos repetir, lo que merecemos y lo que ya no necesitamos. Hoy me siento tranquila. Libre. Con el corazón liviano y la mirada puesta en lo que sí es real, en lo que sí me hace bien. Él fue una página, no el libro completo. Y por fin, puedo pasar la hoja sin que me tiemble el alma.]

[No entiendo por qué me molesta tanto verlo cerca de ella… Ignacio, siempre tan sonriente, tan seguro de sí mismo… tan oportuno. No tengo ningún derecho a sentir esto, lo sé. Yo nunca dije nada, nunca di un paso firme, ni siquiera he sido capaz de admitir… ni ante mí mismo… lo que realmente siento por ella. Pero verlo ahí, hablando con Berenice, incomodándola me revuelve el estómago... Me invade una molestia que no sé si es rabia, celos o simplemente frustración. Es irónico. Pretendo que no me importa, actuando como si ella solo fuera una más, mientras por dentro cada gesto suyo me desarma. Y ahora, cuando otro se le acerca con la decisión que a mí me falta, me siento invadido, desplazado… derrotado. La verdad es que estoy molesto. Molesto con Ignacio, sí, pero más aún conmigo mismo. Por cobarde. Por orgulloso. Por esconder mis sentimientos detrás de una máscara de indiferencia que no engaña a nadie. Tal vez ya es tarde. O tal vez aún no… pero si no hago nada, tendré que acostumbrarme a verla reír con alguien más. Y eso, sinceramente, no sé si podría soportarlo.]

Varios minutos después, Elena salió de sus pensamientos…

Elena: deberíamos salir y volver a entrar por la puerta principal… entrar de manera oficial

Leandro: vamos…

Los príncipes fueron a la entrada de la mansión y mostraron su emblema… de inmediato, le avisaron a Felipe, pero antes de salir, Bernard lo hizo con una sonrisa en su rostro…

Bernard: fueron minutos, pero se me hicieron eternos…

Elena lo miró y supo que todo estaba bien…

Leandro esperó que Berenice también lo saliera a recibir, pero de lejos vio, como nuevamente hablaba con Ignacio Lennox.

Cuando Elena y su hermano entraron a la mansión, Bernard de inmediato le presentó a su hermana Beatriz.

Beatriz: es un gusto conocerla… gracias por venir al cumpleaños de mis hijas…

Felipe Lennox: buenas tardes princesa… príncipe Leandro…

Leandro: ¿Cómo estás Felipe? Felicidades por tu familia…

Felipe e Ignacio se miraron con respeto y ambos asintieron, nunca fueron cercanos, pero siempre se respetaron, ambos reconocían la fuerza del otro.

Beatriz: por favor, pasen…

Leandro: ¡Ignacio Lennox!

Ignacio se sorprendió al ver a los principes Volt en la casa de su hermano y los miró sorprendido…

Ignacio: ¡que sorpresa verlos aquí en el Imperio!

En ese momento, Berenice aprovecho de ir a ver a sus pequeñas primas, dejando a Ignacio frente a los príncipes…

Elena: Buenas tardes Gran Mago

Ignacio: princesa Elena…

Elena: Quiero conocer a sus sobrinas…

Bernard: por supuesto, vamos al jardin…

Elena le sonrió a los dueños de casa y Bernard tomo su mano, sorprendiendo a todos…

Los archiduques Lennox, también sonrieron al verlo tan feliz y caminaron hacia el jardin, dejando solo a Ignacio, quien habia visto como Leandro seguía a Berenice y como Bernard caminaba de la mano de Elena, sujetándola con suavidad, mientras la miraba con una evidente devoción.