Sr. Dominante

POV ALEJANDRO.

—No tienes ni la menor idea de todo lo que tuve que contenerme para no poder besarte cada vez que te tenía frente a mí— dije contra sus labios cuando nos separamos para recuperar el aliento. —Ha sido una tortura, mujer— le di otro beso suave y tierno, baje por su cuello haciéndola gemir en voz alta. —Dime que me quieres tanto como yo a ti. Por qué me estoy volviendo loco, Liliana—Sin aliento, todo lo que puedo hacer fue asentir con su cabeza. —No, necesito escucharte, háblame Liliana. Quiero escucharte decir que me quieres—

—Claro que si, te quiero y te deseo Alejandro—

»Joder«

Escucharla gemir mi nombre en realidad es lo mejor que he oído en mi vida Mis intenciones estaban bastante claras desde el momento en que la llamé. La quería, y era hora de tenerla.

»Al diablo con las consecuencias, de esas me ocuparía más tarde«

Levantándola del sofá, subí las escaleras hasta mi habitación. Íbamos a estar juntos de la manera correcta.

Después de lo que pasó la última vez, sabía que algo terrible le había sucedido. No soy ingenuo y me aseguraré de que ella necesite esto tanto como yo.

La coloqué suavemente en el centro de la cama, y me subí cuidadosamente encima de ella, sin querer parecer animalístico aunque mi hombría parecía querer lanzarse sobre ella como si fuera la última vez que iba a tener algo.

Mirándome con sus hermosos ojos tan oscuros llenos de lujuria que me dejaron sin aliento. No había duda de que ella quería esto también, pero necesitaba preguntarle.

—¿Estás segura de que quieres esto?— pregunté con una voz tan suave que apenas reconocí. Nunca había deseado tanto a una mujer en toda mi vida. Y he tenido muchas mujeres.

Una emoción pasó por sus ojos antes de que pudiera reconocerla. Me dio un asentimiento, Pero sabía que no era suficiente. Necesitaba que lo dijera, todo lo que yo quería con ella necesitaba que me lo dijera con palabras.

—Háblame hermosa, necesito oírlo de tus labios—

La vi dudar por un momento y contuve la respiración. No sé qué haré si se echa atrás ahora. Pero lo único que sé es que nunca la forzaría.

—Si, Alejandro, quiero esto tanto como tú, y te quiero solo a ti— sus palabras fueron suficientes para que yo siguiera, su voz temblaba, pero no de miedo, pude sentir que era del fuego que la quemaba por dentro.

—¡Joder! Escucharte decir mi nombre es tan jodidamente increíble—

Froté mi vara de acero contra ella mostrando cuánto me afecta. Cuanto me afecta su voz. Escucharla jadear y gemir de placer fue suficiente para hacerme arrancarle la ropa, pero decidí mejor ir despacio.

Me tomé un segundo para recuperar todo el control posible, me levanté de la cama y lentamente me quité los pantalones de chándal mostrándome completamente ante ella.

—Quítate la ropa— tenía que verla hacerlo, pero la niña parecía no prestarme atención porque estaba pendiente él a mi amigo. Sus ojos estaban agrandados, me miró a los ojos y no vi nada más que lujuria y un poco de miedo.

Se empezó a quitar la camiseta por su cabeza y me quedé en silencio observándola. Lentamente, se quitó el resto de la ropa y se sentó completamente desnuda en mi cama con una mirada de incertidumbre.

No queriendo que cambiara de opinión.

»Porque no había manera de que pudiera echarme atrás ahora«

Me volví a subir encima de ella, mirándola a los ojos deslicé mis dedos por su pecho erguido hasta llegar entre sus piernas. Me sorprendió lo mojada que estaba. Bien, eso era una señal de que sí me quería.

—Liliana, intentaré ser lo más gentil posible, pero debes de entender que te deseo demasiado—

—Y también quiero que sepas, que yo también te deseo tanto, así que por favor Alejandro— suplicó, con una voz tan sensual que no pude contenerme más.

Ajustándome en su entrada, la miré de nuevo, pero sus ojos estaban cerrados.

»De ninguna manera voy a tomar, quiero que me mire. Joder«

—Abre los ojos Liliana y mírame—mi voz tenía una autoridad que no daba lugar a desobedecer. Vi sus ojos abrir de golpe y lo que vi hizo que mi corazón se hundiera. —Quiero que sepas que todo lo que tienes que hacer es decir una palabra y me detendré— se lo dije para que lo supiera y lo estaba haciendo en serio, sé que sería realmente difícil pero lo haría.

—Lo sé, pero no me detendré, si quiero hacerlo— envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y apretó sus piernas alrededor de mi cintura acercándome más. —Sé qué estás haciendo cuidadoso por lo que pasó la última vez, pero...— no dándole la oportunidad de decir nada más, la bese con deseo. No quería que nada arruinara este momento, no quería que me explicara nada Aún.

Rompiendo el beso para poder mirarla, me ajusté de nuevo en su entrada y lentamente me deslicé dentro de ella. Jadeando fuerte, observé como sus labios se separaban en un sonido entre un gemido y un suspiro salió de ella.

Nada sonaba más sexy. Ella es preciosa, cuando estuve completamente dentro de ella, me detuve, dándole tiempo para ajustarse, yo mismo soy consciente de que es grande y sería difícil ajustarse a ella considerando lo jodidamente apretada que está.

Todo lo que quería era embestirla como un animal hambriento, pero me estoy controlando porque eso tendría que esperar.

Comencé a moverme lentamente, el sonido de nuestros cuerpos chocar llenan mi habitación.

Mientras me movía en el unísono contra ella, besaba sus labios con fervor, la acaricié muy suave y sutil para que ella sintiera mis deseos hacia su carne.

Me llevé uno de su pecho pequeño redondo y rosado a mi boca, acaricie el otro con mi mano mientras que el que tenía en la boca lo la mía y chupaba como él más delicioso caramelo que me había llevado a mi boca.

Todo ella era un éxtasis dulce e insaciable.

Jamás había estado con una mujer de esta manera, suave, sutil y tan delicada.

El hambre que tenía por ella, sumado al placer que me está dando el ser delicado mientras la beso con pasión y amor hacen que mi cuerpo se encienda por corrientes eléctricas las cuales no puedo detener y hacen que me derrame dentro de ella.

Era consciente de que una vez no sería suficiente, esto no iba a salir de mi sistema en mucho tiempo.

Cayendo a su lado exhausto y recuperándome de las corrientes eléctricas que me hizo sentir, siendo esta la primera vez que azotan mi cuerpo. Ambos nos tomamos un momento para recuperar el aliento. Cuando me iré para mirarla, sus ojos estaban cerrados y respiraba con dificultad.

No pensé jamás traeré alguna mujer a mi casa, mucho menos acostarla en mi cama. No sé qué me sucede con ella.

Me levanté lentamente y fui al baño para limpiarme y tirar el condón usado en el basurero. De pie en la puerta la miré durmiendo en mis sábanas, completamente desnuda, en ese momento cuando me quedé embelesado mirándola me di cuenta de que ella realmente me gustaba. Y mucho.

Trabajar con ella en la oficina sabiendo que no podía tenerla me mataría, pero al final del día, ella sería mía, igual que hoy. Ya no habría nada que me detuviera de hacer la mía otra vez, ya era mía y nadie podría volver a hacerle daño.

Solo pasaron cinco minutos, como es que puede dormirse tan pronto. No quise despertarla y lo único que pude hacer fue acostarme a su lado y traerla a mí con mi brazo para dormir a su lado sujetándole fuerte para que no se me escapara nunca más.