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Desde Que Te Vi

Desde Que Te Vi

Status: Terminada
Genre:Mafia / Amor a primera vista / Completas
Popularitas:5.2k
Nilai: 5
nombre de autor: sil Deco

una mirada una obsesión o amor a primera vista? su ángel misterioso o su demonio personal? que será de la vida de Mariana y Mauricio viconti.

NovelToon tiene autorización de sil Deco para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 18 – Sangre, promesas y un despertar

(Punto de vista Mauricio )

El hospital se había convertido en su prisión. Las paredes blancas, el zumbido de las máquinas, el olor a desinfectante… todo era un castigo que Mauricio Viconti aceptaba sin quejarse, sin moverse. Como un penitente, como un pecador que solo respiraba porque ella aún respiraba.

Mariana no abría los ojos.

Cinco días.

Cinco malditos días sin señales. Su rostro pálido, cubierto por el vendaje en la frente, moretones en su rostro y cuerpo, el latido de su corazón era lo único que le permitía seguir respirando. Dormía en la butaca junto a su cama, hablaba con ella en susurros. No comía. No hablaba con nadie. Solo existía por ella.

Hasta que el sexto día… llegaron.

Los hermanos de Mariana y su mamá.

Mauricio los vio entrar por el pasillo del hospital como una tempestad. Miguel venía con ellos. Cuando lo vieron al lado de la cama, uno de ellos —el mayor, Damián— se detuvo en seco.

—¡¿Qué carajo hacés vos acá?! Esto es tu culpa? Tuviste algo que ver ? andaté de acá !!

Mauricio se puso de pie lentamente.

—No me voy a ir.

—¡Te la llevaste a la ciudad, la metiste en tu mundo, y ahora está acá inconsciente! —gritó el segundo hermano, Franco.

El más joven, Elias, no dijo nada. Solo lo miraba con los ojos llenos de rabia contenida.

Mauricio no se defendió. No podía.

Damián se lanzó hacia él con el puño levantado. Mauricio no se movió. El golpe le dio directo en la mandíbula, haciéndolo retroceder.

—¡Tenés suerte que está viva, hijo de puta! —escupió el hermano, furioso.

Lucio intentó interceder, pero Mauricio levantó una mano.

—No. Déjalos.

—¡Qué te pasa, Mauricio! ¡Vas a dejar que te golpeen! —Lucio lo miraba con incredulidad.

—Si eso los calma... sí.

—¡Nosotros la cuidamos toda la vida! ¡Vos no tenés derecho a estar acá! —gritó Franco.

—Tal vez no —respondió Mauricio, con voz ronca—. Pero la amo. No sé cómo, ni cuándo pasó. Pero no puedo respirar si no está. No me importa que me odien, pueden golpearme si quieren . No me iré.

Los tres hermanos lo miraron. Miguel trató de hablar.

—Chicos…

—¡Vos cerrá la boca! —le gritó Agustín—. ¡Vos también sabías!

Mauricio cerró los ojos. Sabía que eso dolía. Sabía que dolería más aún lo que tenía que hacer. Así que salió de la habitación y caminó por el pasillo hasta la pequeña sala donde estaba la madre de Mariana, sentada en una silla con un rosario entre los dedos.

—Señora Carmen—dijo suavemente—. ¿Puedo hablar con usted?

La mujer alzó la vista. Tenía los ojos rojos, el rostro pálido, el alma cansada.

—Vos sos el vecino… ¿Mauricio?

—Sí.

Ella lo miró fijo. Durante unos segundos eternos, guardó silencio.

—¿La querés?

—Con cada parte de mí. Me arrancaría el corazón si eso la salvara.

—¿Y por qué no me lo dijiste antes?porque no hacer las cosas distintas??

—Porque tenía miedo. Porque mi mundo es oscuro, señora. Porque no sabía cómo salir de la sombra sin ensuciarla. Pero ya no importa eso. Solo quiero estar cerca. No me pida que me vaya.

Carmen suspiró.

—Mis hijos están furiosos. Pero yo… yo veo cómo la miras. Se que no hay maldad

—No la dejaré sola. Ni un segundo.

Ella le extendió la mano. Mauricio la tomó, temblando.

—Entonces quedate. Pero si la hacés llorar… esta madre te arranca la piel con las uñas.

Mauricio sonrió por primera vez en días.

—Lo acepto.

Volvió a la habitación. Los hermanos aún estaban tensos, pero la mirada de su madre bastó para que se contuvieran. Lucio se quedó en la puerta. Mauricio tomó de nuevo la mano de Mariana.

Pasaron las horas. El día se volvió noche. La noche se hizo amanecer. Y justo cuando el sol comenzaba a colarse por la ventana...

—Mmm…

Fue un susurro.

Mauricio se congeló.

—¿Mariana?

Sus dedos se movieron.

—¿Dónde… estoy?

Los ojos se abrieron. Inyectados. Lentos. Pero vivos.

Ella lo miró.

Y entonces… una débil sonrisa apareció en sus labios.

—Sabía… que eras vos…

Mauricio se arrodilló junto a la cama. Le besó los dedos.

—Estás viva… gracias a Dios, estás viva…

—Te soñé. Pero… estabas llorando.

—Fue real —susurró él—. Nunca más. Nunca más sin vos.

Ella lo miró con ternura y confusión.

—Quiero respuestas, Mauricio…

—Y las vas a tener. Todo. Lo que quieras. Pero primero, recupérate. No me des más sustos, pequeña tormenta.

Mariana rió, débil, vio a sus hermanos su mamá se acerco y la beso.Ella cerró los ojos solo un segundo. Pero su mano no soltó la de él.

Como si, al fin, el mundo estuviera empezando a ponerse en orden.

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Gladys Batista
Me encantó,
Gabriela Ferrel
He leído varias historias ?!
pero de todas está me GUSTO 😍 MUCHO ....
SIN TANTO Capitulo sencilla Pero bonita ❤️ ;
solo pudo decir GRACIAS 🫂
Silvina Decortw: hola Gabriela me alegro mucho que haya disfrutado la novela gracias a ti !!!!
total 1 replies
Gabriela Ortega
me gusto mucho bella historia te felicito
Silvina Decortw: /Kiss/mucha gracias 😊
total 1 replies
Rosa Rodelo
Foto de los protagonistas
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