💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
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19. Bienvenida al infierno.
POV. MARLA
El informe que Marcos le deja a Gerónimo no tiene nada realmente nuevo. Sí, Brenda lo está involucrando en lavado de dinero, pero eso ya lo sabemos. Nada que la hunda de verdad.
"Esa maldita… además de puta, es astuta."
La muerte de Marcos le cae como anillo al dedo. Toda la atención sobre su vida pasa a segundo plano, como si lo hubiera planeado. Y, para rematar, de la nada aparecen denuncias en contra del Difunto.
Los muertos no pueden defenderse. Su familia tiene a la prensa y a las autoridades encima. Y mientras tanto, Brenda respira tranquila.
En el parlamento también se vive el caos.
Esto ya me tiene harta. Necesito entrar a la oficina de esa zorra. Brian me da un nuevo dispositivo para colocar allí.
Un dron.
No cualquier dron. La maldita tiene un buen hacker; ha detectado todas las cámaras, micrófonos, rastreadores satelitales… Pero esta vez probamos con algo diferente.
Uno tan pequeño como mi dedo meñique.
"Veamos si puede detectar esto."
Echarle el café encima es la única forma que encuentro para colarme. Mientras Roqui la entretiene con sus sátiras, yo deslizo el dron en su cartera.
Necesitamos que lo lleve a todas partes.
Al salir de la oficina de la bruja, nuestras sonrisas son de pura satisfacción. Corremos como niños que acaban de hacer una travesura hasta la oficina de Gerónimo, donde Brian ya nos espera.
—Dime, ¿ya lo tienes activo? —pregunto con el corazón latiéndome a mil y las manos temblorosas. Todo esto es por una buena causa: acabar con la zorra.
—Sí —responde Brian sin apartar la vista de la pantalla—. Ahora mismo lo estoy conectando a su teléfono y a su PC para tener una imagen completa de sus movimientos, junto con cada palabra que pronuncie.
La sonrisa de Roqui se amplía mientras se inclina sobre el hombro de Brian, observando la pantalla con ojos brillantes de emoción.
—Dime que ya la tienes en la mira —insiste, tamborileando los dedos contra el escritorio.
Brian resopla.
—Dame un maldito segundo, ¿quieres? Estas cosas no son magia.
Contengo la respiración, observando fijamente la pantalla. Unos segundos después, la imagen aparece. Perfecta, nítida, como si la tuviéramos en frente.
El video muestra el interior de su oficina desde la cámara de su computadora. Lo más importante es que tenemos acceso a su teléfono y a sus documentos dentro del equipo.
—Bienvenida al infierno, Brenda —murmuro con satisfacción.
—¿Qué hacemos ahora? —pregunta Roqui.
Brian teclea con rapidez, los reflejos de la pantalla iluminando su rostro.
—Ahora esperamos. Vamos a ver con quién habla, qué escribe y en qué momento baja la guardia.
Me cruzo de brazos, ansiosa.
Brenda ni siquiera imagina lo cerca que está su caída.
No pasa mucho tiempo. Toma su teléfono y se sienta en su escritorio, cruza las piernas y le da un sorbo a su copa mientras espera que le respondan.
📱—Ricardo, necesito que hoy mismo Marla deje de respirar, que desaparezca de la vida de Gerónimo. No sé cómo hizo la anciana esa para volver con él, pero ya no más. ¡La quiero fuera de su vida!
📱—Brenda, estás perdiendo la cabeza. Lo de Marcos acaba de pasar y, aunque todos creen que fue natural, no puedes arriesgarte ahora.
Mi corazón se acelera.
—¿Quéeee? —grito sorprendida—. La maldita sí tuvo que ver con la muerte de Marcos.
—Te lo dije… —añade Roqui, pero Brian lo interrumpe.
—Shhhh.
📱—No entiendes, no es ninguna obsesión… Yo amo a Gerónimo Báez desde que era una niña… Fue por él y por nuestro amor que lancé a mi madre por las escaleras...
El aire se vuelve denso. Un silencio sepulcral se instala en la oficina.
Miro a Roqui; su rostro ha perdido todo rastro de burla. Brian traga saliva.
Nadie dice nada.
No hace falta.
Acabamos de escuchar a la loca confesar que asesinó a su madre. A mi amiga… y nunca sospechamos de ella.
📱—Dime, ¿cómo quieres que muera?
📱—Quiero que sufra, quiero que su muerte sea lenta y dolorosa. Podrías dársela a tus hombres para que se entretengan con ella… ¿pero no sé si les guste un carraman viejo y obsoleto?
Mi piel se eriza. Un escalofrío helado me recorre la columna. El aire en la habitación se vuelve más pesado.
—Esta mujer sí que tiene una distorsión de la realidad. Tú eres una mujer hermosa —dice Roqui abrazándome con fuerza.
📱—Marla es una mujer atractiva. Sus años la hacen ver más… apetecible.
📱—¡Cállate, idiota, y no me contradigas!
📱—Ok, ok. Ya mismo me pongo a trabajar en ello.
El nudo en mi estómago se aprieta.
Me quieren muerta.
No mañana.
No en un futuro lejano.
Hoy.
Roqui es el primero en reaccionar, aunque su tono sigue cargado de incredulidad.
—Esa mujer es un peligro y está obsesionada con tu marido… Y a ti te quiere bien lejos de él... y no en cualquier lugar, si no que te quiere bajo tierra, siendo comida para los gusanos.
Brian sigue con los ojos clavados en la pantalla.
—Esto es mucho más grande de lo que pensábamos —dice mirándome por unos segundos, con terror en los ojos.
Me aparto, tratando de procesar lo que acabamos de escuchar.
Brenda está completamente loca.
Y ahora sé con certeza que no se va a detener.
Froto mis manos. Un escalofrío recorre mi cuerpo.
Los miro.
—Debemos hacer un plan para que caiga junto a sus secuaces...
La puerta se abre de golpe.
Gerónimo entra hecho una furia.
Creo que lo ha visto todo.
Su mirada me recorre, como si quisiera asegurarse de que sigo respirando.
Su voz es firme cuando dice...
—¡Ni siquiera lo pienses! ¡Tú no vas a ser la carnada…!
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras