El Vestido De Su Vida

La habitación estaba en silencio, salvo por el suave murmullo de la brisa que se colaba por la ventana entreabierta. Sophia se sentó sobre la cama, sus dedos jugando con la tira de peluche que había dejado caer junto a ella. El vestido negro, ahora algo arrugado, aún conservaba la elegancia que León había logrado darle, pero era su mirada la que se sentía diferente. Estaba más tranquila, más en paz consigo misma, aunque aún no entendía completamente lo que había sucedido entre ella y León.

Él se acercó con una sonrisa que parecía esconder algo más, algo que no había mostrado antes. La mirada intensa de León la observaba con una mezcla de ternura y deseo, como si fuera la primera vez que la veía realmente.

- Es un vestido hermoso, León .- dijo ella, casi en un susurro.- Gracias por todo. Desde que llegué a tu vida, todo ha cambiado de una forma que no puedo explicar.

León la miró, un brillo en sus ojos que Sophia nunca había visto.

- Querida, yo soy capaz de transformar una tela de bazar en algo hermoso. Era obvio que contigo terminarías siendo toda una belleza.

Sophia se rió suavemente, un poco nerviosa.

- No sé cómo pagarte todo lo que has hecho por mí.

León se acercó, suavemente, y con un gesto casi imperceptible, la tomó de la mano.

- No tienes que pagarme nada .- dijo con voz suave, su tono más cálido que nunca.

Ella, sin pensarlo mucho, se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla. Era un gesto simple, pero lleno de gratitud. Sin embargo, el beso no terminó ahí. León, con una rapidez que la sorprendió, la besó en los labios. Un beso suave al principio, como si fuera una pregunta, pero pronto se transformó en algo más. Ella, desconcertada al principio, no pudo evitar responder, entregándose a ese momento sin pensarlo.

El beso se hizo más profundo, más urgente, como si ambos hubieran estado esperando ese instante sin saberlo. Cuando se separaron, ella sintió que algo había cambiado, pero no sabía exactamente qué.

- León... .- murmuró, su respiración aún agitada.

- Shh... .- dijo él, acariciando su rostro con suavidad.- Dime si quieres ... , solamente lo haré si me dices que lo quieres .

- Lo quiero . - respondió ella mientras lo veía a los ojos .

Sophia sintió que como la mano de León bajaba lentamente el cierre de su vestido con una delicadeza única y ambas manos masajearon su espalda desnuda mientras la besaba . El vestido callo al suelo dejándola solamente con una braga , y León sonrió al ver que acertó al hacer un vestido que solamente se necesite usar con braga y no con brasier.

Sophia se cubrió sus pechos , pero en un arranque León la agarró y cayeron ambos en la cama.

Las horas pasaron y Sophia se vió atrapada en la pasión de León quien la hizo sentir como la única mujer en el mundo. Además de que por primera vez en su vida se sintió amada de verdad .

- León ... , ah ... , más despacio .- gimió .

Cada vez que él entraba en ella le robaba un beso , y mientras la embestía besaba todo lo que era . La tenía de abajo suyo de espaldas y escuchándola gemir dulcemente mientras él pegaba su cuerpo al de ella y besaba su cuello . Lo estaba volviendo loco , llevaba horas haciéndole el amor en todas las posiciones posibles . Era música para sus oídos escuchar como sus cuerpos chocaban .

Ambos nunca habían experimentado algo parecido en su vida .

Había perdido el control de ella , si el control total y ya se había entregado por completo a sus besos , caricias y a él .

Nunca pensaron que podrían sentirse así, tan vivos , tan devorados por la intensidad , ninguno de los dos querían detenerse , cuando él la tomaba entre sus brazos y sus cuerpos se unian , dejándolos atrapados en el torbellino de sus caricias y susurros.

Sophia sentía su respiración entrecortada en mi , y el calor de su piel enciendia cada parte de ella . Sus

manos, fuertes y seguras, recorrían su

espalda, cintura, caderas, reclamando cada centímetro, como si quisiera grabar en la piel de Sophia que era solamente suya .

- Sophia .... , me estás volviendo loco - lo fiko en un tono bajo, ronco, y la forma en que pronunciaba

esas palabras la hizo temblar.

Tuvieron un sexo ardiente y marcaba el inicio de algo nuevo .

Esa noche, mientras las sombras de la ciudad caían sobre ellos, Sophia descubrió una parte de León que nunca había imaginado. No solo era el hombre que conocía, distante y seguro, sino que también había una vulnerabilidad en él, una necesidad de conexión que lo hacía diferente. Esa noche, en la intimidad de su habitación, se dieron cuenta de que lo que había entre ellos iba más allá de lo que cualquiera podría imaginar.

A la mañana siguiente, cuando la luz del día se coló por las cortinas, ninguno de los dos mencionó lo que había sucedido. No había necesidad de palabras, solo de miradas cómplices. Sabían que algo había cambiado, pero preferían mantenerlo entre ellos, alejado de los ojos curiosos del mundo exterior.

La relación que comenzaba a gestarse entre ellos era algo que solo ellos entenderían, lejos del bullicio de la fama y las expectativas ajenas. Una relación que, aunque no era perfecta, era real, y eso era lo único que importaba.

A partir de ese momento, lo que compartían era suyo y solo suyo. Sin presiones, sin etiquetas, solo ellos dos, aprendiendo a navegar por un mar de emociones que nunca habían anticipado.