Esther destinada a vivir una vida difícil, en una sociedad carente, es obligada a casarme debido a las deudas de su padre, un hombre egoista y cobarde, vivir atravesando el fuego una y otra vez, sin embargo, el final, no fue el final si no el principio de otra vida donde solo ella recordaba, que habia vivido dos veces atrapada por el mismo maldito hombre.... ¿quien será el ganador?, ¿el que olvida o el que se va?
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Capitulo 11
Me desperté sobresaltada por unos golpes en la puerta, me froté los ojos y me senté en la cama, era de día, pero la luz del sol no entraba por la ventana a pesar de que estaba abierta la cortina, debido al espeso bosque que se alzaba frente al lago, por lo que los rayos del sol no entraban directamente a mi habitación.
— ¡Señorita!, ¿está bien?
La voz preocupada de Penélope me sacó de mis pensamientos, me levanté de la cama, quite la silla que bloqueaba la puerta y la deje entrar, tenía cara de preocupación, me miro de arriba abajo, comprobando que no hubiera nada malo en mí, después que suspiro aliviada, se giro, salió y entro de nuevo, con una bandeja, y cerró la puerta.
— Mi señora, ¿paso algo a noche?, bueno, no es propio de usted bloquear la puerta de su habitación.
Me senté en la cama, ella me puso la bandeja con el desayuno en la mesita de noche, volvió a poner expresión de preocupación, entonces le dije.
— Como uno de los invitados, anoche se equivocó y vino a mi habitación, tenía miedo de que alguien se volviera a equivocar y entraba mientras yo estaba dormido.
«En realidad no estaba mintiendo, esa era una de las razones, también temía que ese hombre quisiera venir a mi habitación, entonces solo tenía ese método para protegerme, encerrarme a mi misma, cada minuto que pasa, siento que tengo que salir de aquí»
Tocaron la puerta, Penélope fue abrir, el Mayordomo entró y me hizo una reverencia antes de hablar.
— Mi señora, el señor le envía, trescientas monedas de oro, para que haga sus compras, puede ir con sus sirvientes, ya se le ha preparado un carruaje nuevo.
Le entregó la bolsa con el dinero a Penélope, me hizo una reverencia y se marchó, Penélope sonrió feliz, pero yo sentía que estaba siendo comprada otra vez, que este hombre pretende que entregue mi cuerpo por dinero...
— Mi señora, el mayordomo había dicho que eran doscientas monedas mensuales, pero trato trescientas, ¿es una confusión?
— No lo creó, vamos ayúdame a bañarme, y salgamos rápidamente de compras.
Me levante de la cama, y entre al baño, me quite la bata y entre a la bañera que estaba llena de agua fría, pero no me molestaba, ya que en mi vida muy pocas veces me bañe con agua caliente, y tampoco quería perder tiempo, así que preferí el agua fría.
«Esas otras cien monedas, con el pago por lo que me hizo anoche sin mi permiso, ayer me trato como un objeto y hoy como una mujer de la mala vida, que vende sus favores, solo tengo quince años, y siento que he vivido siglos, siento que sé demasiado y que mis ojos están tan abiertos, que no ahí nada que no pueda ver»
El baño terminó rápido, Penélope me ayudo a vestir con el único vestido que me quedaba, me peino de manera sencilla, y puso un poco de maquillaje, al verme en el espejo, parecía que ya tenía treinta, en una mala noche envejecí quince años, aunque las ojeras fueron tapadas con polvo, mi cara parecía demacrada.
— Vamos.
— Mi señora, ¿no va a desayunar?, me pregunto Penélope con voz suave.
— No, quiero salir rápido y no tengo hambre, solo deja eso ahí y vamos.
Abrí la ventana para que entrará en aire a la habitación, tome a Penélope de un brazo, la bolsa con el dinero, y salí de la habitación lo más rápido que pude, cerrando la puerta detrás de mí.
Camine tan rápido por el pasillo, que en poco tiempo me encontraba, bajando las escaleras, en el salón principal, todos ellos estaban reunidos, y me miraron al bajar, yo volteé los ojos, y salí casi corriendo de la casa, no les dedique ni una segunda mirada a ninguno de ellos, por suerte, Robert estaba junto al carruaje, le hice una señal, que él entendió, Penélope me ayudó a subir, luego ella se subió, los caballeros relincharon y el carruaje comenzó a moverse.
Entré más me alejaba, más bien me sentí, incluso, se me cruzó una idea por la mente.
— Penélope, nos escaparemos, ¿qué tan lejos podríamos llegar?
Ella se quedó perpleja con la pregunta, luego comenzó a pensar y después me respondió.
— No llegaríamos muy lejos, estoy segura de que el señor, vendrá en poco tiempo a buscarnos, así que sería inútil, pero si de verdad quiere huir, deberíamos planearlo bien, si se escapa en caballo de noche y nos dirigimos a mi pueblo un lugar remoto del reino, es posible que no la encuentren fácilmente.
Penélope habla enserió y esa era una opción viable, solo debo cuadrar dinero por unos meses y luego huir, de este maldito matrimonio.
No volvimos hablar en el camino, tanto ella como yo estamos tan pensativas, que no nos dimos cuentas cuando llegamos a la modista, estamos frente a la tienda, y no fue hasta que Robert abrió la puerta que nuestra mente aterrizó en el momento que estábamos pasando.
Robert nos ayudó a bajar del carruaje, entramos a la tienda, había varias señoritas, que inmediatamente me vieron no pudieron contener sus lenguas y comenzó hablar, unas murmuraban mientras otras...
— ¡Oh!, es la nueva esposa del Duque, mi señora, su cara no se ve bien, a caso, ¿está enferma?
Margaret, la hija de un barón, que nunca a podido subir de rango por más que lo ha intentado, siempre me molestaba, ella me odiaba sin razón aparente, y se molestaba hasta cuando me veía en misa, nunca he podido entender por qué razón me odia, ni tampoco he querido perder tiempo investigando semejante cosa sin importancia.
— Mi señora, que placer, ¿en qué la puedo servir?, me pregunto la dueña de la tienda inmediatamente me vio.
— Me gustarían varios vestidos simples, cuatro más elaborados que puede mandarlos a la mansión del Duque, cuando estén terminando y dos trajes de ropa para montar a caballo, ¿podría hacerme pantalones con bolsillos?
La mujer asintió e inmediatamente, me tomó las medias, mientras Margaret me miraba con desprecio porque la había ignorado, en realidad no tenía ánimos para discutir con ella, como antes tampoco los tuve.
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y porque tanto odio para ella porque no tuvo la culpa de nacer y para sufrir y luego morir hay no por favor ..