"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Confrontado
Finalmente, después de varias horas de regresión, Vicente abrió los ojos y nos miró a todos con una mirada de asombro y también de dolor.
— Lo recuerdo todo, — Dijo entre sollozos — Fui asesinado en ese cuerpo, el chico con el que siempre he tenido pesadillas, es el dueño de este cuerpo. El que me arrebató la vida fue mi papá, por su culpa me morí ahogado en ese lugar. Mi alma quedó vagando y terminó en este cuerpo ajeno.
Todos estábamos en shock por lo que acabamos de escuchar. La verdad era más impactante de lo que esperamos. Pero al menos, ahora se sabía lo que sucedió y así podríamos ver que hacer a continuación.
El misterio seguía sin resolverse, pues aún faltaba ver si el cuerpo de Vicente se encontraría y también que hacer con el alma que reclamaba su cuerpo. Pero al menos ahora Vicente tenía un nuevo rumbo para seguir y enfocarse. Juntos, nos prepararíamos para enfrentar lo que vendría a continuación.
La verdad estaba cerca, y Adrián estaba decidido a enfrentarla sin importar las consecuencias.
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Rafael consiguió la dirección y manejo hacía allí, la pensión en donde los chicos se habían quedado al principio, estaba seguro de que allí los encontraría, pues su contacto le dijo que no había más rastro de los chicos fuera de allí. Y por supuesto que no los había, pues Adrián se había ocupado de borrar el rastro de ellos, así se aseguraba de que nadie los importunara sin que él lo supiera primero.
Era más del medio día y las cosas parecían haberse normalizado un poco, los hermanos comían y Adrián cuidaba de ellos, pero una llamada llegó a su celular.
— Dime Teo.
— Joven Adrián, apareció el papá de los chicos, fue a la pensión en búsqueda de ellos.
— ¿Estás seguro de que es él? — Adrián pregunto apretando el celular con mucha fuerza en su mano.
— Confirmado señor, es el señor Rafael Alvarado.
Adrián inconscientemente miró a los chicos en la mesa, y sintió una furia, él quería matar a ese hombre con sus propias manos.
Adrián.
— Haz que le den la dirección de mi consultorio, yo lo recibiré.
— ¿Está seguro de eso joven? Mire que puede ser muy comprometedor para ud, recuerde su condición.
— Tú haz lo que te digo, que le den mi dirección y que vaya allí a buscar a los chicos.
Me acerqué a la mesa luego de colgar, y les dije que debía retirarme por temas de trabajo, y Vicente pidió hablar conmigo antes de que me fuera, ambos salimos y nos paramos en la acera para hablar.
— Doctor, primero quiero agradecerle por todo, sin su ayuda nosotros no hubiéramos podido organizarnos bien, ahora que ya se sabe lo que me pasó y como están las cosas, quiero pedirle un favor muy especial.
— Claro, tú dime qué necesitas.
— Doctor, si el dueño de su cuerpo logra recuperarlo y yo me tengo que ir, le ruego que ayude a mi hermana, a menos hasta que ella sea mayor de edad, no me la dejé sola por favor.
— Eso no tienes ni que decirlo, te recuerdo que yo tengo una hermana de tu edad, y si estuviera en una situación así, también estaría preocupado y te pediría lo mismo.
— Gracias doctor, me deja tranquilo el saber que ud está aquí.
— Por ahora tengo algo urgente que atender, pero al regresar me gustaría saber que hay con tu madre, tal vez yo puedo ayudar a buscarla.
Los ojos de Vicente se iluminaron, y supe que ese era un tema muy importante para ellos. Quedamos de hablar sobre ellos después, me fui pensando en si ser honesto con él y hablarle de mis sentimientos por su hermana, pero no quería que se lo tomara a mal, y eso me tenía cabezón, pero descarte cualquier pensamiento, y me concentre en enfrentar al criminal cucaracho ese.
Me dirigí a mi consultorio con la mente llena de pensamientos y emociones encontradas. Tenía que enfrentar a Rafael Alvarado, el hombre que había arrebatado la vida a Vicente y que ahora amenazaba la paz de ellos al aparecerse aquí. Me preparé mentalmente para lo que vendría, sabiendo que debía mantener la calma y actuar con inteligencia.
Al llegar al consultorio, me encontré con Rafael Alvarado, un hombre de aspecto duro y amenazante. Él me miró con desprecio, ignorando que estaba frente a alguien que conocía la verdad sobre sus acciones. Pero yo no me dejé intimidar, y lo enfrenté con determinación.
— ¿Dónde están mis hijos? — Preguntó Rafael con voz ruda.
— Están a salvo, y le advierto que no pierda el tiempo, porque no se los entregaré, ni siquiera voy a permitir que se les acerque, lo mejor será que se siente y me escuche.
Rafael gruñó de frustración, pero finalmente accedió a sentarse y escuchar. Le dije todo en cuanto al maltrato que él había perpetuado en los chicos, sus cicatrices y sus condiciones psicológicas a causa de ello. Pero lo que más lo inquieto, fue lo que le dije por haber amarrado a Vicente en ese lugar, Rafael se puso pálido, parecía que no esperaba ser descubierto de esa manera.
— ¿Qué pretende? ¿Asustarme? ¿O que es lo que quiere?— Preguntó Rafael, intentando mantener la compostura.
— Quiero que te alejes de los chicos, que no vuelvas a buscarlos ni a ser una amenaza en sus vidas. Ellos merecen vivir en paz y superar el horror que les has causado.
Rafael se levantó bruscamente, como dispuesto a atacarme, pero se detuvo cuando me vio a los ojos. Sabía que no estaba jugando, que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger a los chicos.
— Está bien, me iré. Pero no creas que esto ha terminado, volveré por lo que es mío.
Rafael salió del consultorio, dejándome con un sentimiento de alivio y satisfacción. Sabía que los hermanos estaban a salvo por ahora, pero también sabía que el peligro no había pasado aún. Debía permanecer alerta y listo para enfrentar lo que sea que viniera a continuación.
Yo estaba dispuesto a acompañarlos en cada paso del camino, protegiéndolos y ayudándolos a enfrentar su destino. Juntos, éramos más fuertes que cualquier amenaza que se interpusiera en su camino. Mi teléfono sonó.
— Rafael Alvarado está saliendo joven, ¿Qué desea que hagamos a continuación?
— Quiero que mandes un par de hombres y que lo golpeen.
— ¿Qué? ¿Acaso se ha vuelto ud loco joven? ¿Cómo que lo golpeen?
— Haz lo que te dijo Teo, ese infeliz golpeaba a sus hijos, unos niños indefensos, mírale no más la corpulencia, ¿Te imaginas cómo debieron sentirse esos niños?
— Entiendo lo que dice, no se preocupe, yo mismo me encargo del asunto.
Colgué, sabía que Teo estaba ofendido ahora, y como no, si al ver a ese hombre y pensar en como debió pegarle tantas veces a Viviana, hacia que me hiciera la sangre, Vicente me contó, que ese hombre muchas veces los golpeaba tanto hasta que se desmayan del dolor. Maldito infeliz, no sé cómo me contuve ante él.