Él necesitaba con urgencia una solución inmediata a su problema, ella estaba en el lugar y momento justos.
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El plan de la abuela
La mañana siguiente recibió a una Mía mucho más descansada y también tranquila, algo en su interior le hacía sentirse segura y algo más que no podía comprender. La joven se levantó de la cama, su noche y su sueño habían sido calmas, tal vez fuera producto de esa seguridad que sentía estando bajo el techo de Matt, o quizás el aroma que se desprendía de las sábanas...
Mía se levantó, se aseó y saliendo de la habitación siguió él caminó que la dirigía a la sala de estar, su pensamiento era buscar a Matt, agradecerle, para luego ir a su hogar, allí darse una ducha, ir al hospital a ver a su madre y luego a trabajar. Mientras caminaba, pudo notar que el lugar estaba en absoluto silencio, era un silencio sumamente tranquilizador y sosegado
-¡Oh, cariño que alegría verte!- una voz de mujer la sorprendió al llegar a la sala, cuando Mía observó de quien se trataba sintió cierto nerviosismo, era la abuela de Matt quien entraba y venía cargada con algunas bolsas de costosas tiendas.
-Hola, señora- dijo la muchacha en respuesta al saludo de la mujer mayor.
-Dime abuela, cariño- replicó la abuela del joven- Después de todo eso soy, tu abuela política.- agregó la señora- ¿Dónde está Matt?
-Yo...él está...-balbuceó Mía sin saber que más decir
-¿Mía? ¡Aquí estás, cielo!- exclamó Matt al entrar a la sala y viendo a su abuela se acercó a la muchacha para abrazarla por la cintura- Te estuve buscando para salir.
-¿Salir, adonde?- indagó la abuela del joven.
-Hola, abuela- la saludó Matt- Voy a llevar a Mía al hospital.
-¿Al hospital? ¿Por qué?- indagó la mujer con preocupación-¿Estás enferma, cariño? ¿O es que ya estás esperando a mi bisnieto?- agregó con una sonrisa, y Mía se ahogó con su propia saliva, comenzando a toser, Matt sonrió mientras le palmeaba la espalda.
-No abuela, nada de eso- respondió él- la madre de Mía está en el hospital y la voy a llevar a que la vea.
-Ah, bueno- replicó la señora- Yo pensé que ya me iban a hacer bisabuela- se lamentó.
-Todavía no, abuela- dijo cariñosamente Matt abrazando a la anciana- Prometo que cuando eso esté por suceder vas a ser la primera en enterarte- agregó, Mía lo miró desconcertada.
-¡Está bien! Que no se te olvidé- dijo la mujer- Mira, cariño esto es para ti- agregó cambiando de tema mientras le entregaba a la muchacha las bolsas que había dejado sobre la mesa de centro.
-Oh, no se hubiera molestado- replicó ella- No era necesario.
-¿Cómo que no? ¡Eres mi nieta!- acotó la mujer- y no te hice ningún regalo por la boda- afirmó, Mía veía las bolsas en sus manos notando que eran cosas demasiado caras para su gusto, estaba a punto de rechazar aquellos regalos cuando una mirada de Matt le indicó que los aceptara.
-Muchas gracias- dijo la joven observando a Matt, ya que no sabía que más decir.
-Mira, abuela- intervino él- nosotros vamos de salida, ya sabes como es esto, te acomodas y cuando regresemos almorzamos juntos.
-Me parece genial- respondió la mujer- Buena suerte, cariño y saludos a tu madre.
-Se los daré, señ...abuela- se corrigió Mía, la abuela de Matt sonrió y él tomando a la muchacha de la mano la sacó de la mansión.
Al llegar al área del estacionamiento, Mía observó que allí no solamente estaba el automóvil en el cual el chófer la había acompañado el día anterior, sino que también había cinco o seis coches más. Matt la instó a subir a su coche, un Ferrari de color negro sumamente costoso y bello, ella obedeció, después de todo la mansión estaba lo suficientemente alejada del tráfico de la ciudad como para conseguir un taxi.
El rugido del motor del automóvil llenaba el espacio mientras Matt y Mía atravesaban la ciudad. Ella miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos, mientras él conducía con determinación.
-Mía, te dejaré en casa para que puedas hacer tus cosas- dijo Matt, rompiendo el silencio tenso que se había formado entre ellos.-Tengo una reunión importante y no puedo quedarme contigo, ni esperarte.
Mía asintió, comprendiendo la situación.
-Está bien, no te preocupes por mí. Puedo ocuparme sola- le respondió, ya que era demasiado lo que él estaba haciendo.
Matt le lanzó una mirada rápida antes de detenerse en un semáforo.
-Pero no te dejaré sola. El chofer estará a tu disposición durante el resto del día.- agregó cuando lo vio estacionarse frente a la casa de la joven. Mía frunció el ceño.
-No es necesario, puedo tomar un taxi- acotó ella.
Matt sonrió, acercando su rostro al de ella sonriendo de manera seductora.
-Pero somos esposos, ¿recuerdas? Es mi deber asegurarme de que estés bien cuidada en todo momento- replicó él dejando sobre su mejilla muy cerca de la comisura de sus labios un suave beso.
El corazón de Mía dio un vuelco ante el tono juguetón de Matt. Sus labios se curvaron en una sonrisa nerviosa mientras él volvía la mirada hacia la calle, observando como el chófer estacionaba el automóvil que llevaría a la muchacha donde fuera necesario.
-Está bien, entonces-dijo Mía, sintiendo un suave cosquilleo en el estómago- Pero solo porque no quiero hacerle un desaire, señor Norton.
Matt la miró, sonrió de lado cuando ella descendió del automóvil y pensó...《insistes en llamarme así... Pues ya veré cómo me cobro eso》él se mantuvo allí hasta que la vio entrar a la casa y tras darle algunas indicaciones a su chófer se marchó.
Mientras tanto dentro de la seguridad de su casa, Mía se dejó caer en el sofá, suspiró ante el recuerdo de todo lo que acababa de sentir con la cercanía del hombre que insistía en cuidarla y tratarla como si de verdad ella fuera su esposa.
Finalmente, Mía hizo todo lo que tenía que hacer en la casa, luego pasò por el hospital donde le informaron que su madre estaba sedada para evitarle los dolores luego de las quimioterapia, y que el doctor Martínez o la doctora García la llamarían cuando tuvieron todo listo para la cirugía. Tras eso, la muchacha se dirigió a su trabajo.
Mientras tanto en la mansión....
-Entonces ...¿dices que no has visto nada extraño ?- preguntaba la abuela de Matt a Sonia una de las empleadas más antiguas de la mansión y la que estaba allí de manera constante.
-Nada, señora- respondió la mujer y se quedó pensando- de hecho... la señora recién anoche se ha quedado a dormir en la mansión.
-Mmm...-replicó la abuela de Matt- Bueno, ni modo- agregó y luego sacó de su bolsa un pequeño frasco y lo puso en las manos de Sonia.
-¿Esto que es?- indagó la empleada con cierto recelo.
-Eso es una ayudita para que mi bisnieto nazca más rápido- respondió la mujer con una enorme sonrisa en su rostro- Cuándo ella regrese a la casa y le des su cena a Matt, le pones eso, son solo unas gótitas.
-¿Está segura, señora?- insistió la mujer.
-Completamente- respondió la abuela del joven con mucha tranquilidad.