Casada Por Mí Reino.

Después de más de medio mes en Alubia, recorriendo el condado o realizando encuentros con la aristocracia del lugar, la familia de Drago salió rumbo a Escitia. Llevaban consigo diversas tinajas del extraño aceite de Girasol de las plantaciones de su nuera y pequeños potes de diversas hierbas machacadas con sal de mar y aceite para las más variadas enfermedades. 

El aceite de Girasol fue consumido con cierto cuidado por el cocinero del barco ya que estaban acostumbrados a la comida con grasa de cerdo. Pero la suavidad del producto y la retención que esté hacia de sabores de las especias les hicieron amar la mercadería.

Los trabajadores de Sol Lisbeth cargaron la carabela de Maluski con tinajas de agua potable y dulce de los arroyos de la comarca,grandes barriles con carnes saladas o sumergidas en grasas y frutas diversas. Cuando pretendieron pagar, los libertos no aceptaron. Es un regalo de nuestra princesa dijeron. 

Maluski, Tinha y Tomeo estaban prendados por Sol Lisbeth. Quién aún tenía ciertas reservas era Alcira. 

Sabía que los hombres calientes y enamorados eran fácilmente dominados. Pero ese fuego del amor se apagaría después de un tiempo y ella volvería a tener a Drago en su reino. 

Sol Lizbeth lloró un poco por la partida de la familia de Drago. Adoraba a Tinha y se llevaba muy bien con Tomeo. Su cuñado era un sabio en astrología y hablar con él era realmente un placer.

 Evitaba decir alabanzas de Tomeo frente a Drago porque su marido celaba de todo el mundo. Gracias a los Dioses desde el tema de la nueva embarcación había hecho buenas migas con Vivet. Y se dedicó a conocer cada parte de la producción de su reino. Plantaba,cosechaba y destilaba las semillas de Girasol junto a Rumhi y su gente. Atendía las caballerizas con Gordon y además, quería fornicar a cada rato, a toda hora, en cualquier lado.

 Un día, mientras lo hacían en las plantaciones de Girasol, faltó poco para que les muerda una víbora. 

– Ya se le pasara la fiebre – decía su hermana de leche cuando Sol Lisbeth venía rezongando porque su marido le había atacado en las caballerizas. – limpiate el heno de la cabeza. Tienes paja en tus cabellos – 

– Tu crees? No es que no me agrade. Pero así, a cada rato creo que no es saludable. – dijo Sol ,-- dime hermana. ¿Ya estaré embarazada?--

– ¿Tu sangrado vino?-

– Claro. Tres días como siempre -

– Entonces aún no. –

–¿ Es porque soy muy vieja verdad?Las jóvenes se casan a los 16 años. –

– Es porque hace solo mes y medio que estás con marido hermana.-- dijo la morena.-- tienes que estar más tiempo. 

– ¿Más aún?Tengo preocupación que un niño quiera nacer en mí vientre y los sacudones que me da Drago, lo asusten. 

– No creas hermanita. El niño se prende muy bien del lazo que los dioses le ponen desde tu ombligo. – dijo la morena – además, es mejor que se sacuda contigo y no busque otra. 

– ¿Buscar otra?- dijo Sol entrecerrando los ojos– Si lo veo con otra lo mato. - dijo muy sería. 

–Todos los hombres, tarde o temprano, miran a otra mujer. Eso lo dijo nuestra madre Mariusa. – repitió su hermana. Tienes que hacerte a la idea. Más aún tú que viajaras a la corte de escitia. –

– Mirar, que mire hermana, todo lo que quiera. Pero tocar a otra eso sí que no se lo permitiré. – dijo marchando a cambiarse y lavarse. 

El problema con su marido era el estado que le producía con su pasión desenfrenada. Sentía su cuerpo convertirse en gelatina y en fuego. Perdía el dominio de si misma y se olvidaba de todo lo que tenía que hacer. Se estaba levantando muy tarde y pasaba con sueño durante el día. Debía recobrar la compostura urgente y hacerle saber a Drago que nunca permitiría que él tenga una amante.

Los pensamientos de Drago León de Escitia solo se focalizaban en su mujer y en cuidarla de otros hombres. 

Vivet era su amigo ahora y no había dicho nada sobre que él pagó más denarios de los que debía por el barco, porque él completó el faltante con su propio dinero. Y además vió a Vivet muy romántico con el vendedor del velero. 

A Gordon, lo tenía en la mira y ya le había hablado de Tinita, una morenita que trabajaba con su mujer. Morton no había aparecido más por el reino y el maestro había recogido el escrito de pedido de divorcio.

Con las aguas calmas amar a su esposa y entender todo lo del reino es su principal preocupación. 

Sus padres se habían ido y los días y noches con Sol Lisbeth eran una delicia.

– Sol, esa chica Tinita. ¿Tiene novio? - le preguntó esa noche. 

Sol Lisbeth le miró como si hubiese cometido el pecado más grande ante los dioses. 

– ¿Por qué quieres saber?- le dijo seria. 

– Solo preguntaba. --dijo Drago. –debe tener unos diecisiete años y Gordon podía pretenderla y casarse. - pensó pero no dijo nada en voz alta. 

Su madre Mariusa tenía razón - pensó Sol. Ahí ya está su esposo pensando en otra mujer. Entrecerró los ojos y comenzó a sacarse su bata de noche. 

– Hace calor – dijo a pesar de que el viento que entraba por la ventana le hacía estremecer. 

Tal como lo imaginaba su esposo mujeriego se prendió de ella metiendo sus manos por todos lados. 

Llegaba ver a esa morenita junto a su marido y tendría que echarla. Eso pensó y luego ya no pudo pensar más. Su cabeza, que siempre le había servido para hacer múltiples tareas a la vez, ahora estaba totalmente destruida 

Entonces empezó a murmurar las locuras que siempre decía cuando su marido le empujaba vigorosamente para llegar al cielo. Y le acariciaba el cabello o le enterraba las uñas en la espalda. 

Mientras escuchaba los gemidos de amor de su esposo, diciéndole mí Sol , mí amor, mí princesa, ella se dejó llevar como su hermana le había aconsejado. No podía hacer otra cosa. Ese hombre le había embrujado.