Incondicionalmente

Estoy con mis amigas disfrutando un delicioso desayuno en uno de nuestros restaurantes predilectos.

- Por cierto chicas, ya tengo acompañante para la boda.

- ¿Y quién es el afortunado Steph?- indaga Rachel.

- Invite a James.

- ¿James vendrá?

- Sí, amiga. Anoche me confirmó que llega el viernes antes de la boda.

- Perfecto, ahora seré la única sin acompañante- se queja Rachel.

- Puede que conozcas a tu príncipe azul ahí.

- Lo dudo Steph, estoy comenzando a creer que el amor no es lo mío.

- Tierra llamada a Samantha.

- Lo siento estaba distraída.

- Ya lo notamos, ¿sucede algo?

- Nada,.solo no dormí bien.

- Y el motivo de tu insomnio se llama Pierce.

- No, ¿por qué dices eso Steph?

- Porque últimamente no se ha comportado muy bien contigo.

- ¿De qué me perdí? Cuéntenme- pide Rachel.

Stephanie se me adelante y le cuenta lo que sucedió en Roma.

- No hubiera imaginado que Pierce reaccionaría de esa manera. Sé que fui yo quien provocó su encuentro, pero al saber esto me estoy arrepintiendo. Quizá no es el hombre que creí que era.

- No digas eso, Rachel. Creo que para él no ha sido fácil aceptar lo que me sucedió.

- Perdón, pero te sucedió a ti y no a él. Debería de ser un apoyo y no presionarte.

- Estoy de acuerdo con Steph.

- He retomado la terapia con Laura y espero pronto resolver esto.

- Tómate el tiempo que sea necesario y no apresures las cosas solo para darle gusto a Pierce. Si en realidad tiene buenas intenciones contigo sabrá esperar.

- Pero es un hombre, Steph y tiene necesidades.

- Sí, necesidades que puede satisfacer solo. Y por favor deja de actuar con base en las necesidades de él y comienza a hacerlo por ti.

- Stephanie tiene razón. No me gusta escucharte hablar así. Estás minimizando lo que te sucedió y eso no te va a ayudar a superarlo.

- Y si Pierce no es un apoyo, lo mejor será que termines esa relación.

- Yo quiero que mi relación con él funcione.

- Te recuerdo que una relación es de dos y él también tiene que poner de su parte- dice Rachel.

- Podemos cambiar de tema, me estoy sintiendo abrumada.

- Terminemos de desayunar y vamos a buscar nuestros vestidos.

Recorremos varias tiendas sin éxito, muchas se encuentran cerradas. Por fin una chica nos dice que hay una tienda cerca en donde podremos encontrar algo.

No dejo de pensar en la conversación que tuve con mis amigas. Ya pasa del medio día y Pierce no me ha llamado y tampoco me ha enviado ningún mensaje.

Saber que James viene a la boda me inquieta. No hemos hablado desde hace más de un mes.

Por fin pudimos elegir el color de los vestidos, ahora lo más difícil escoger el corte que mejor vaya con nuestro tipo de cuerpo.

Después de tres largas horas tenemos los vestidos.

- Muero de hambre, vámonos a comer.

- Salir de compras se debería considerar un deporte extremo.

- Ja, ja, ja, definitivamente- me río de la ocurrencia de Rachel.

- No sé ustedes, pero yo quiero una hamburguesa doble y muchas papas fritas.

- Eso suena delicioso.

Entramos a un restaurante donde venden las mejores hamburguesas, las tres ordenamos lo mismo.

- Esto era justo lo que necesitaba para reponer energías- mencionó mientras saboreo un bocado más de esta delicia.

- Temo que después de esto no entremos en los vestidos.

- No exageres, Rachel. Aún tenemos tres semanas para comer solo ensaladas.

- Olvídalo, Steph. Yo jamás podría vivir solo de ensalada- respondo.

Reviso discretamente mi celular como por décima vez en el día y no hay mensaje de Pierce.

- ¿Aún no te escribe?- cuestiona Steph.

- ¿Quién? Estaba checando la hora.

- A nosotras no nos puedes engañar, has pasado todo el día pendiente del celular- afirma Rachel.

- Sí, es cierto- admito avergonzada- desde ayer no he sabido nada de él.

- Ni se te ocurra escribirle- sentencia Steph- cada vez me molesta más su comportamiento.

- A mí también e igual que Stephanie te recomiendo que no le escribas.

- ¿No es algo infantil de mi parte?

- Para nada, es él quien está actuando muy inmaduro.

- Seguiré su consejo, aunque no estoy segura del todo.

Volvemos a casa, primero llevamos a Rachel a su apartamento. Ya en el ascensor me despido de mi amiga.

Entro a mi apartamento y guardo el vestido en el armario. Sigo sin tener noticias de mi novio.

Necesito relajarme, lleno la tina y agrego sales aromáticas al agua. Me despojo de mi ropa y me sumerjo en el agua.

Deje mi celular en la mesita de noche, no quiero seguir pendiente de ninguna llamada o mensaje.

El agua caliente y el aroma de las sales están cumpliendo si función. Mis músculos se relajan y comienzo a sentir somnolencia. Me quedo aquí hasta percibir que el agua se enfría.

Salgo y me seco con una toalla, me pongo una bata y me voy directo a la cama.

Despierto a la mañana siguiente segundos antes de que suene mi alarma. Me siento completamente renovada y me dirijo a entrenar.

Como cada mañana, Steph y yo salimos puntuales rumbo a la oficina.

No consigo concentrarme en el trabajo y en contra de los consejos de mis amigas le escribo a Pierce.

📩 Hola, ¿todo bien?

Me quedo esperando una respuesta por más de quince minutos y nada. Pongo el celular en silencio y me avoco en checar varios documentos.

Las chicas viene por mí para salir a almorzar y olvido mi celular en el escritorio.

Thomas y Lance se nos unen y la conversación se enfoca exclusivamente en la boda.

- Estamos felices con la organizadora- menciona Thomas.

- Sí, ha comprendido a la perfección lo que queremos.

- ¿Y los nervios, cómo van?- indaga Rachel.

- Para nuestra sorpresa, no estamos nerviosos- responde Lance.

- Es lo contrario, ya queremos que llegue ese día.

- Me da gusto verlos tan felices- expreso.

- Yo necesito pedirles algo.

- Dinos Rachel, lo que sea para nuestra amiga.

- Tienen la misión de conseguirme un acompañante, seré la única que vaya sola.

- Uy, nuestra especialidad- asegura Thomas- creo que conozco al hombre perfecto para ti.

- Pero por favor que sí le gusten las mujeres- suplica Rachel.

No podemos contener la risa ante ese comentario. El posible galán resulta ser primo de Thomas y después de la boda piensa establecerse en Londres.

Siempre que estamos juntos la pasamos de maravilla y esta vez no fue la excepción. Nos hemos reído muchísimo.

Volvemos al trabajo y veo mi celular sobre el escritorio. Lo reviso y tengo dos mensajes, uno de Pierce y otro de James.

Leo primero el de mi novio.

📩 Todo bien, hermosa. He tenido mucho trabajo, no podremos vernos hoy.

📩 No te preocupes, espero que pronto se aligere tu carga de trabajo.

Ahora leo el de James.

📩 Hola, Sam. Tiempo sin hablar. Steph me invito a la boda de Thomas y Lance, nos vemos en tres semanas.

📩 Me va a dar mucho gusto verte. Hablemos más seguido.

No espero respuesta de ninguno de los dos y continúo con mi trabajo.

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Evite hablar con Samantha durante el domingo. No me siento bien con lo que hice y no creo poder mirarla a los ojos. Estoy seguro que descubrirá que algo sucede y no tengo el valor para confesar lo que hice.

Necesito controlar la necesidad que tengo de ella. No puedo seguir presionando cuando sé por lo que ha pasado y aunque la deseo como un loco debo ser paciente y esperar.

Recibo un mensaje suyo y no sé qué contestar. No quiero verla hasta no sentirme en control de mi mismo.

Pongo de excusa el trabajo y espero que me crea. Responde a mi mensaje deseando que pronto la carga de trabajo se termine.

Me voy temprano de la oficina y me encierro en mi apartamento. En mi mente solo hay imágenes de lo que hice el sábado y de como pretendí que esa mujer era ella.

Me voy a dormir con eso en la mente y mi subconsciente hace lo suyo. La sueño, es ella. Samantha llega a buscarme, abro la puerta y se arroja a mis brazos. Me besa presa del deseo, esta sucediendo lo que tanto ansiaba.

Le quito el abrigo y debajo solo trae puestas unas bragas diminutas y un bra que apenas cubre sus hermosos senos. No hay tiempo de llegar a la habitación y pretendo tomarla ahí mismo.

El sonido de la alarma me trae de vuelta a la realidad y debo de hacer uso de una ducha bien fría para calmar lo que ese sueño provocó.