Rompiendo Reglas

A pesar de que no quiero que se vaya, sé que tiene mucho que pensar porque esto es un gran baldazo de agua fría de repente o algo parecido a que te empujen del acantilado que te gusta, sin seguridad. Es demasiado en un solo día. No solo la noticia de ser padre, sino el número que has procreado en una noche.

Veo como él se despide de los cuatrillizos y presiono un botón de la puerta que llama directamente a las niñeras y les hacen saber que deben venir.

—Hasta luego— dice clavando sus ojitos celestes en los míos y pasa por mi lado sin más.

En este momento siento envidia de mis propios hijos porque ellos tuvieron muchos besos y abrazos de su padre... y yo, también quisiera.

Me quedo con mis pequeños para esperar a las chicas y luego iré con la invitada de mi primo, el cual, siendo sincera, se nota feliz.

Unos cinco minutos después, llegan dos mujeres y dejo a los bebés con ellas para poder despedirme con educación. Si bien quisiera compartir tiempo con Mairu, tendríamos que estar junto a mis bebés para poder hacer ambas cosas a la misma vez.

—Me despido y vuelvo— les digo y ellas asienten.

Salgo de la habitación para caminar hacia la peor tortura que mis ojos pueden ver.

Isaías y Mairu están abrazados mientras que mi primo tiene su cara sería, provocada por los celos que siente, igual que yo.

—¿Interrumpo?— cuestiono haciendo que las tres personas me miren.

—¡No, querida! —responde ella sonriendo—Le comenté al rubio que estoy de novia con Konstantin y nos iremos a vivir a Rusia en poco tiempo.

—Ah— digo seca.

—Por eso los felicité a ambos— responde Isaías— Y le dije que soy padre de cuatro bebés hermosos.

—Y se abrrazarron— dice mi primo.

—Claro, la considero mi amiga y me pone feliz que todo le salga bien— avisa Isa sonriendo pícaro. —No seas celoso— bromea.

—Yo no estoy celoso— se defiende el grande.

—Claro, y ella tampoco— dice su novia sarcásticamente y me señala.

—No me metan, no tengo nada que ver— digo seca.

Se nota que Isaías quiere reírse de mi, pero se está atragantando para no soltarla y seguir pareciendo enojado. Sin embargo, eso me agrada. Parece que me equivoqué en mis pensamientos y hay algo que hará su sonrisa inevitable.

—хотя мне бы очень хотелось, чтобы ты отпустил это— digo en ruso sabiendo que él entiende.

La traducción al español es "Aunque me encantaría que lo sueltes" un mensaje claro para Mairu que todavía tiene el brazo de Isaías entre sus manos. Sin embargo, ella todavía no comprende el idioma, pero no importa, todo era para que él sí se diera cuenta de mis obvios celos.

—¿Qué dijiste?— pregunta ella.

—Le traduje a mi primo porque no entendió en español.— digo con supuesta inocencia y el mencionado sonríe cómplice.

Sé que también odia la confianza e interacción de estos dos, pero es que ¡por Dios! somos Rusos, no existe tal cosa en nuestro país. Si no tienes pareja, no tocas a otra personaje de tu distinto sexo porque eso es mal visto y obvio, crea habladurías.

Ahora, viendo la situación un poco desde afuera, no sé si Mairu podrá seguir esa regla, además tal vez nunca se acostumbre a una vida diferente.

—Mairru, debemos hablarr— le dice mi primo bastante serio.

La chica le sonríe y se suelta de Isaías para abrazar a su novio, el cual le regala una pequeña sonrisa, pero no llega a ser sincera.

—¿Podemos hablar?— le indago a él, quiero adelantarme a esa charla y saber que quiere decirle.

—Clarro— besa la cabeza de su novia y vamos al despacho. Dejando a Isaías con ella.

—¿Qué quieres decirle?— presiono a penas entramos.

—No puede tocar a otrro hombrre, menos en mi país. Soy mafioso y crrearrá guerrrras porr malos entendidos.

—Bien. Coincido contigo.

—¿Qué crreerrías?— cuestiona él.

—Te vi algo distante y creí que querías dejarla.

—Es que tu rrubio dejó perrfume en ella— confiesa dejándome de mal humor.

Yo no tuve más que un pequeño acercamiento cuando me saludó y desde ahí nada, solo lejanía y más por el tema que tratamos, pero nunca recibí un abrazo de su parte.