Ella solo quería obtener el trabajo soñado, ser maestra titular del Colegio Internacional para señoritas, pero solo consiguió ser la suplente, pero no solo eso, nunca pensó tener que soportar a los padres, caprichosos y llenos de poder que harían que la despidieran.
El haría cualquiera cosa para complacer a su pequeña hija, incluso conseguir a su querida maestra.
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Eres un buen hombre
Camilhe
Que idiota soy.
Con el padre de Alison era distinto, yo no era maestra de su hijo, pero ahora con Ghinger no solo soy su tutora si no que vivo en su casa.
Soy una Idiota!
Con la vergüenza que tengo, debo salir y dejar que termine todo y hablar con el señor Rossi, acabar con todo eso aclarando la situación con él. El debe entender que solo fue un error, un error de ambos que eso no debe seguir pasando.
Cuando los niños se van, llevó a Ghinger a su habitación pero estaba eufórica con todo lo que pasó en la reunión y me costó un poco que se durmiera.
Fui a ver a Alison y me tocó acompañar a Susana hasta su taxi, porque ya era muy tarde.
Podía escuchar que aún había gente, escuché risas y voces un poco altas, me asomo al jardín y miro al señor Rossi que estaba algo más relajado, sin su chaqueta y su corbata floja, no me ve porque estás de espalda mientras dos mujeres y un hombre lo acompañan. Se nota que están muy alcoholizados por lo alto que hablan.
Cuando miró que una de las mujeres se le acerca a mi jefe y este le pasa el brazo por sobre los hombros y se hablan muy pegados, siento un estúpido dolor en mi pecho y camino sin mirar y tropiezo con alguien haciendo que se caigan unos vasos y se rompan.
— Lo siento Maestra fue mi culpa — Robert, el amigo de mi jefe me mira y sonríe.
— ¿Todo bien Robert? — escucho pregunta, era el otro hombre que acompañaba al señor Rossi, mientras este miraba sobre su hombro.
— Si, tranquilo, asuste a la maestra — ríe y lo ayudo a recoger los trozos de vidrio.
— Lo siento, fue mi culpa, no tenía que estar aquí — digo apenada.
Miró al hombre sonreír, note desde que lo conocí una tarde que tiene una sonrisa muy coqueta.
— Deja que Robert recoja su desastre — el hombre llega donde estamos y toma mi mano para levantarme.
— Yo siempre recogí el tuyo — le dice su amigo y rie mientras siento que la mano del hombre tira de mi cintura.
— Eso lo hace un buen amigo — dice mientras nos alejamos y me guía hasta su grupo — quiero que te conozcan.
Dice a mi oído y me pega de él, siento su aliento que ahora solo es de whisky, pero no me desagrada porque su perfume unido con su olor corporal me hace sentirlo aún más varonil.
— Ella es Camilhe — dice cuando llegamos a su grupo, una mujer rubia con ojos verdes me mira con detenimiento y simula una sonrisa, el hombre es mayor que todo, se levanta de su silla y me estira la mano.
— Alberto Messutt, asesor inmobiliario — yo le sonrió y le doy la mano también, me besa los nudillos — mi esposa Andrea y mi cuñada y colega — la colega resultó ser la rubia — Penélope Counters.
— Peny Cómo le decimos de cariño — dice el hombre a mi lado, que aún no me ha soltado.
Todos ríen y ella solo mira la mano del hombre en mi cintura. Me incómodo y él la quita para tomar un vaso que trae su amigo.
— Eres maestra ¿no? — dice Andrea, tiene el cabello castaño pero sus ojos igual de azules que su hermana.— Camilhe es un nombre lindo.
— Si soy maestra, pero ahora…
— Es tutora de Ghinger, pero se ha convertido en muchas otra cosas — insinúa el hombre y miro como todos lo miran y sonríen mientras me miran a mi tambien.
Fue incómodo.
— ¿Tomas algo maestra? — me pregunta Robert y niego con la cabeza.
— Tengo que madrugar para atender a las niñas — digo y noto el error que comí.
— ¿Niñas? — pregunta la rubia y lo miraba a él.
— Camilhe tiene una niña de cuatro años — dice él sin darme tiempo de reaccionar y ahora sí estoy incómoda.
— Si, bueno, me marcho— digo y todos me ven — fue un placer. Pero debo irme a dormir.
— ¿Vives aquí? — la mujer sigue preguntando y todos me miran y miran al hombre de la casa.
— Si Peny, Camilhe vive aquí — lo veo tomar de su vaso — y como ella es responsable y trabajadora se va temprano a la cama y no se emborracha como algunas y cagan el trabajo de otros — el resto la miran y se vuelve más incómodo.
El hombre está tranquilo pero la rubia no lo está.
— No fue con intención, Franco — dice ella apenada — sabes que fue una estupidez.
Él la mira y sonríe.
— Si, tienes razón, fue una estupidez mía — responde y la mujer se pone roja.
— Me voy, buenas noches — y me alejo.
Pero escucho que la discusión sigue y prefiero subir para ver a Ghinger antes de ir a la cama. Miro el cabello alborotado enredado entre sabanas, la arreglo un poco y la cubro bien. Tono su temperatura. Recomendación del doctor que cuando los días de la niña son muy agitados es bueno revisar su temperatura. Está normal. La miro dormir un rato y bajo las escaleras.
Pero llego abajo veo al señor Rossi en el sofá, con un vaso de whisky que se toma de un trago, me mira.
— Camhile — dice mi nombre y noto lo borracho que está — acompáñame — me dice, y se levanta y noto que se tambalea un poco — tomate algo conmigo.
— Mejor se va a dormir — le sugiero y él me mira, sonríe y se nota que está muy ebrio.
— ¿Siempre es están, seria? — sirve dos vasos y me ofrece uno.
Le niego y se lo toma de un trago.
— Creo que ya tomó mucho señor — digo y él vuelve al mismo sitio en el sofá.
— Franco, dime Franco cuando estemos solos — toma de él y me mira con intensidad, me siento nerviosa.
No hablo solo lo miro tomar con apuro de su vaso.
— Ahora sí — dice y se levanta pero cae otra vez en el sofá y rie — ahora si me emborrache — ríe y se vuelve a levantar, esta vez lo logra pero se inclina para tomar su chaqueta y su corbata que está en otro de los sofás y casi se cae, lo ayudo agarrándolo por la cintura.
— Gracias — dice y cuando veo que ya tiene equilibrio lo suelto.
Camina hacia las escaleras y yo voy detrás para evitar que se caiga con algún traspiés.
— ¿Dime algo Camhile? — dice al llegar a la escalera y en vez de subir se sienta en un escalón y se apoya en el resto. — ¿también crees que soy un error?
No sé qué habla, tampoco tengo que responderle a eso. Me mira y sonríe.
— No dirás ahora: Eres un error Franco ¿eres mi peor error! O mejor: ¡Franco eres el peor error que he cometido en mi vida! — me mira esperando una respuesta.
No sé qué decirle, porque eso fue precisamente lo que pensé luego de ese beso que nos dimos, todo fue un error, pero no digo nada.
— Lo soy, ¿no es así Camhile? Solo que no sabes cómo decírmelo — se inclina hacia delante y estira su mano hacia mi — pero ven, ponte cómoda y dímelo aquí — palmea uno de los escalones — sin miedo, ya me acostumbré a ser el error en las mujeres que conozco.
Suspiro y lo miro, no sé qué tiene, que le hace sentirse mal para pensar eso de él mismo. No puede ser un error cuando es un buen padre.
— ¿Y Ghinger? — digo de repente — eres su padre y no creo que ella crea eso sobre usted — sonríe.
— Ghinger…mi Ghinger, aún no sabe que también soy un error para ella…
— No diga eso, usted la quiere mucho y ella lo ama mucho también, es bueno con ella y ..
— Soy una mierda y un día mi hija lo sabrá y terminará odiándome — se levanta con dificultad.
— No diga eso Franco — digo y me mira sonriendo — eres un buen hombre.
— ¿Sabes? Me gusta cuando me llamas por mi nombre — dice eso, lo veo levantarse y subir.
No sé porque se sentirá tan mal, y ¿que es eso que ha hecho para que su hija algún día lo odie?