Irma y Maribel dos hermana que llevan seis años sin verse.
Ambas con una vida distinta. Irma es la modeló y diseñadora estrella de una empresa de modas.
Maribel es alguien que trata de sacar a flote la empresa de su madre.
El novio de Irma le rompe el corazón. En un principio ella piensa en alejarse de él pero después de viajar a París para reunirse con su madre se le ocurre una idea.
Una idea que incluye a su hermana gemela.
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odia ese tipo de lugares.
...Danilo....
Ésto ya llegó muy lejos. Irma tiene que parar de una buena vez. Ya es mucho lo que está haciendo. Esperé a que Sebastián se alejará de ella.
— Necesitamos hablar. — La tomé del brazo.
— Suéltame. — Se enojó, algo que es muy normal en ella.
— Hablemos.
— Te dije que me sueltes. — Jaló su brazo. — No tengo nada que hablar contigo.
— ¿Pasá algo?. — Sebastián interrumpió.
— Nada. Danilo vino a felicitarme. ¿Verdad?.
— Así es. Felicidades. — Forcé una sonrisa.
— Gracias amigo.
— Amor, la fiesta ya terminó. ¿Quieres ir a mi departamento?. — Samantha tomó mi brazo.
— Sí. — Le dí un beso. Irma me miró con indiferencia. Sebastián con una sonrisa al ver que no le importaba lo que yo estaba haciendo.
Dejé esa fiesta y fuí al edificio donde Samantha vive.
Al llegar me quité los pantalones y la puse de rodillas. Ella metió a mi amigo en su boca y le dió placer. Tomé su cuello con una mano e hice que lo hiciera con más velocidad. Hasta que sentí el orgasmo.
Me fuí en su boca y ella lamió sus labios. La levanté y la puse sobre la mesa, la giré, le subí el vestido, le quité la ropa interior y entré en ella, le dí en**stidas fuertes.
— Más duro. — Pedía.
— No me digas lo que tengo que hacer. — La en**sti tan duró que empezó a gritar de placer.
Escucharla me hacía recordar lo buen que la pasó con Irma. Empecé a desear que fuera ella y no Samantha.
— Estuviste increíble. — Dijo ella cuándo terminé de sacarme.
— Me tengo que ir.
— Duerme aquí. — Se mordió los labios. Luego abrió las piernas y entré en ella. — AAA.
— Esto es lo que quieres.
— Dame más duro.
— Por algo está mujer me vuelve loco en la cama.— Le dí tan duro como ella lo pedía. Luego me fui a dormir a su cama.
Al día siguiente fui el primero en llegar a la empresa. Después de la desvelada que me di con Samantha hasta yo me sorprendi.
— Buenos días señor. ¿Puedo ayudarlo en algo?. — Mi secretaria contestó su teléfono medía dormida.
— Se puede saber, ¿porqué no estas en la oficina?
— Señor, es domingo.
— ¿Qué?. — Ví el día en mi teléfono y descubrí el porque no había ni un alma en la empresa. Para no quedar cómo idiota tuve que mentir.
— Necesitaba que hicieras unas cosas por mi.
— En seguida voy.
— No. No es necesario. Yo me encargo.
Colgué el teléfono y llamé a Sebastián.
— Hola. — Esa sin duda era la voz de Irma.
— ¿Dónde está Sebastián?, ¿porqué contestas su teléfono?
— El se está bañando. — ¿Cómo que se está bañando?, ¿y porqué estás tú con el?. ¿Acaso durmieron juntos.—¿Quieres dejarle un mensaje?
— No. — Colgué el teléfono muy enojado.
¿Porqué me molesta tanto el hecho de que ya no le importó?, ¿que más da si duerme con Sebastián o con otro?
...Maribel....
Ni en domingo deja de molestar a Sebas.
— ¿Porqué tienes mi teléfono? — El salió del baño cambiado. ¿Porqué tenía que salir así.? Yo quería ver su cuerpo. Maribel eres una pervertida. — Irma.
— Danilo te llamó y contesté. — Maribel deja de pensar tonterías y concéntrate.
— ¿Qué te dijo?
— Nada.
— Mmm.
— ¿Dormiste bien?
— Si. ¿Y tú?
— Más o menos, el sillón no es muy cómodo que digamos.
— Lo siento. No es que yo no quiera... —
— Está bien. Sólo llevamos un día de novios. — Sonrió.
Que afortunada soy al tener un novio cómo Sebas. Si fuera otro hubiera querido eso desde el primer día. Pero si lo hago se dará cuenta de que no soy Irma, ella mínimo lleva unos tres hombres en su vida. Y yo no tengo experiencia en ese ámbito.
— ¿Qué quieres hacer hoy?. — Pregunté para eliminar el silencio que se estaba formando.
— Una mascarilla.
— ¿Una qué?
— No me mires así. No sólo a las mujeres les gusta cuidar su cutis. — Se tocó el rostro, cosa que me hizo reír.
— No sabía que eras tan vanidoso.
— La verdad no lo soy. Ví en internet que a las mujeres les parece romántico hacer eso con su pareja.
— ¿Lo haces por mi?
— Si.
Volví a sonreír.
— ¿Y?, ¿Qué clase de mascarilla usaremos?
— La vamos a preparar.
— ¿Sabes cómo?
— Es muy sencillo. Sólo necesitamos huevo, café, y miel.
— Voy a confiar en tí.
— Okey.
.....
— ¿Seguro que la receta es así?
— Muy seguro.
Sebas empezó a poner la mascarilla sobre mi rostro.
— Te ves muy linda. — Se rió.
— Déjame ponerte lindo. — Tomé la mascarilla y la puse sobre su rostro también.
— Pareces un payaso. 😆😆
— Si verme cómo un payaso te hace feliz, me gusta verme así.
¿Cómo es posible que un hombre pueda ser tan lindo?. Por algo me enamoré como una tonta.
— Te amo Sebas. — Lo abracé. El se quedó rígido como una roca. Supongo que mi declaración lo impactó.
— Yo también te amo. Irma. — Cuándo mencionó el nombre de mi hermana sentí un dolor en el pecho. Dijo Irma, no dijo Maribel. Piensa que ama a la loca de mi hermana. Creó que esté es un buen momento para decirle la verdad.
— Sebas... Yo no soy ...
El timbre interrumpió mi confesión.
— Iré abrir.
— ¿Así cómo estás?. — Me reí porqué se ve gracioso con la cara de café.
— ¿Qué tiene?, le sacaré una sonrisa a la persona que toca la puerta.
Fue y abrió.
— ¿Porqué tienes ...?. — Danilo río a carcajadas.
Me asomé y cambio su expresión al verme.
— ¿Qué están haciendo ustedes dos?
— Nos embellecemos. ¿Quieres unirte?. — Obviamente fue sarcasmo. Para nada quiero a Danilo aquí.
— No digas tonterías. No quiero parecer un payaso.
— Si yo fuera tú la usaría todos los días. Es mejor parecer un payaso que un amargado.
— ¿Quién tiene cara de amargado?. — Caminó hacía mí. Yo corrí hacia Sebas y me oculte detrás de su espalda.
— Cobarde.
— Déjala tranquila. Mejor dime a qué viniste.
— Quería invitarte a los bolos. Pero creó que estás muy ocupado para ir.
— ¿Qué dices Irma?, ¿vamos?
— Sabes que ella odia ese tipo de lugares.
Irma los odia. Maribel no.
— Si quiero ir. Deja que lavé mi rostro y nos vamos.