En las áridas tierras de Wadi Al-Rimal, donde el honor vale más que la vida y las mujeres son piezas de un destino pactado, Nasser Al-Sabah llega con una misión: investigar un campamento aislado y proteger a su nación de una guerra.
Lo que no esperaba era encontrar allí a Sámira Al-Jabari, una joven de apenas veinte años, condenada a convertirse en la segunda esposa de un hombre mucho mayor. Entre ellos surge una conexión tan intensa como prohibida, un amor que desafía las reglas del desierto y las cadenas de la tradición.
Mientras la arena cubre secretos y el peligro acecha en cada rincón, Nasser y Sámira deberán elegir entre la obediencia y la libertad, entre la renuncia y un amor capaz de desafiar al destino.
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El baño del forastero
Samira habia ido por agua, todo espero encontrar menos al forastero completamente desnudo esa noche.
Y allí estaba completamente sola, aun sabiendo que debía irse, no era capaz de mover sus piernas. Oyó ruido en el agua y volvió a mira mientras se humedecía los labios.
Si unos días antes alguien le hubiera dicho que iba a estar mirando a escondidas a un hombre desnudo, se habría reído a carcajadas. Pero no se trataba de cualquier hombre.
No podía verlo bien en aquel momento, únicamente alcanzaba a vislumbrar los músculos de sus brazos mientras nadaba. Al llegar al centro de la laguna se detuvo se dio media vuelta y ella pudo observar el agua chorreando de su cabello, sus anchos hombros. Tenía un cuerpo fuerte y musculoso.
Sámira cerró los ojos, pero no podía apartar de su mente aquella imagen de Nasser. Estaba tan absorta que no escucho sonido del agua, cuando volvió abrir los ojos lo vio sentado en la orilla.
Se fijó en él, estaba tan atractivo con él pelo mojado y las gotas de agua por la cara.
Bajo la mirada y comprobó que no llevaba un bañador dejando a la vista todo, impresionada.
La jarrita cayó de su mano golpeando contra una de las rocas, Nasser escucho el golpe. Samira se ocultó bien.
— ¿ Quién anda ahi ?, pregunto Nasser, el estaba bastante apartado del campamento.
Cuando Sámira volvio a asomar la cabeza, vio que Nasser no estaba en el agua, ella sonrió ya se había ido.
Samira se dio la vuelta para irse y vio una sonrisa perfecta de dientes blancos.
— Pero si es la cabra del desierto, estas espiándome, desvergonzada la acuso Nasser completamente desnudo.
— Vístase, dijo ella dándose vuelta mientras cerraba los ojos.
— ¿ Intentas atrapar un marido ?, conmigo pierdes el tiempo exclamó él mientras se ponía la túnica.— Te acusare con tu padre.
Aterrada Samira se dio la vuelta y se tiro de rodillas.— Se lo imploro no diga nada, suplico al abrir los ojos se quedó sorprendida por lo que estaba viendo pego la frente a la arena.— Me van azotar hasta matarme y luego me van a descuartizar y exhibir como ejemplo.
Nasser tomo su pantalón y se lo coloco.— ¿Siempre eres tan dramática?, no diré nada. Lo último que quiero es que me endorcen una loca como esposa, deja de gritar y mírame.
Samira levantó la vistade repente, el se habia acuclillado frente a ella, se dio cuenta de que lo estaba mirando fijamente y bajó la mirada para
encontrarse con que la tela humeda hacia notoria cosas que prefería no ver.
Los penetrantes ojos de Nasser hicieron que Samira cerrara los
párpados.
— Guardaré tus secretos si me respondes algo comento Nasser.
— ¿ Que cosa?.
— Hoy vi un camión. ¿ Que proviciones trae?, pregunto él.
— No lo se exclamó ella.
— ¿ Cómo no sabes si descargo en tu casa?.
— Son cosas de mi padre y Ahmed, algunas de las cajas dice M855
Nasser estaba sorprendido.– No se que es mintió él.—¿ Viene seguido?, necesito provisiones.
— Es la segunda vez que vienen, la anterior fue hace un mes exclamó Sámira.
— Será mejor que te vayas susurró el y estiró su mano para tomar la jarrita de Samira y se la entrego.
—Gracias respondió ella y sintió la mano de Nasser de golpe.— Ni se te ocurra gritar alguien viene hacia aqui.
Samira abrió los ojos como platos , si era su padre la mataría.
— ¿Sabes nadar?, pregunto él.
Ella nego mientras el se movia entre las piedras.— Pues lo siento por ti, Nasser la arrasto hacia la orilla y la empujo.
Sámira comenzo a mover los brazos y gritar.
Ahmed al verla comenzó a correr estaba llegando cuando vio a alguien saltar al agua y sacar a la incensata de su hermana.
—Tranquila, tranquila ya estas a salvo exclamó Nasser sacandola.
Samira tocia, estaba empapada y pálida.
— Seguro se ha pisado el ruedo de su vestido y ha tropezado. No debería andar por aquí tan tarde.Deje que le ayude se ofreció él.
—¡Fuera! -exclamó Sámira nerviosa cubriéndose con las manos.
Nasser se puso en pie y se quedó mirándola.
Ahmed llegó.—¿Es su esposa?, ha tropezado y caído al agua.
— Es la insensata de mi hermana exclamó Ahmed.
— Debería llevarla junto al fuego, tuvo suerte de que estuviera despierto apreciando el paisaje. Si su padre desea hablar de lo ocurrido estaré despierto un rato más.
— Se lo agradezco, ponte de pie Samira y agradece al señor Al-Sabah que te salvará la vida.
Ella lo miro casi la ahogaba y tenía que agradecerle.
— Se lo agradezco señor, Samira comenzó a caminar seguida de Ahmed.
Laila miro a su hija al ingresar. Ahmed le relato a su padre lo ocurrido
Se quedaron todos en silencio y Farid sacudió la cabeza.
— Eres una tonta exclamó Farid.
— Ire a cambiarme dijo Samira.
Una hora después Sámira se encontraba en su cama, Nasser era enorme, corpulento. No le sobraba ni una pizca de grasa en el cuerpo. Cada uno de sus músculos parecía esculpido por el mejor de los artistas y sin embargo tenía las manos más suaves y delicadas...