Mayday Y Sus Magníficas Vacaciones En Amphy City

Las luces de todo el teatro se apagaron al momento, todas las ratas comenzaron a aplaudir con sus manitas. Rin saltó de mi hombro para guiarme a la parte trasera del teatro. Elizabeth continuó con su show, ella y sus lacayos ignoraron mi presencia, continuaron actuando como si no estuviera con ellos.

Pero mientras caminaba sentía cientos de miradas clavándose en mi espalda, era una sensación extraña, cada vez que volteaba a verlas, ellas estaban mirando el show y cuando dejaba de verlas sentía que a quien observaban, era a mí.

Respiré hondo intentando concentrarme en mi misión de rescatar a mi bisabuelo. Seguí a Rin hasta llegar detrás del show de magia de Elizabeth.

Detrás del escenario no había gran cosa, lo único fuera de lo normal era una estatua de lo que los adultos llamaban como “la muerte”.

La estatua tenía la apariencia de un esqueleto con una túnica y una hoz inmensa. Tanto que me daba escalofríos, a decir verdad, no me gustaba pensar que la muerte fuera algo tan aterrador. Me gustaba más pensar que la muerte, era una mujer hermosa con cabello blanco y que nos llevaba a un lugar mágico, aunque dudo mucho que sea como yo me la imagino pero desearía que fuera así, al menos así me daría gusto ver sus estatuas. Rin se detuvo al ver la estatua y se subió encima de mi hombro.

Antes de que pudiera decirle algo, en los altavoces del teatro se escuchó la voz de Elizabeth por todo el teatro.

—Mayday, ¿Quieres que te lea tu futuro, hermanita? Yo también puedo hacerlo, y soy incluso… —su voz se distorsionó separándose en dos voces, una de una niña y la otra de una mujer mayor—. Más poderosa

—Debemos buscar un arma, May, antes de que ella actúe, así lograremos quitarle la tarjeta

Tragué saliva y comencé a buscar algo que pudiera servirme como arma contra esa bruja, por más que buscara no pude encontrar nada, estaba claro que Elizabeth había sido más cautelosa al crear este escenario.

—Ay Mayday, tu futuro es borroso, es incierto, como si un peligro mayor estuviera acechando en la oscuridad, tiene una túnica como una monja y una afilada arma pero descuida también veo a una… ¡Plaga! Contigo. Oh, Mayday tú destino solo puede ser uno

Las luces empezaron a parpadear y, al mismo tiempo, la estatua de la muerte comenzó a temblar como si quisiera despegarse del suelo, y en un parpadeo la muerte se despegó del suelo. Solo que, al hacerlo, varios fragmentos puntiagudos de concreto salieran disparados, no eran muy grandes, por lo que podía usarlo a mi favor.

—¡¡Y es la muerte!! —gritó Elizabeth mediante los altavoces—.

Rápidamente agarré un pedazo de concreto para defenderme. La muerte no tardó en perseguirnos por todo el teatro mientras trataba de aplastarnos con su gigantesca hoz de concreto. Elizabeth no dejaba de reírse como loca, su risa retumbaba en todo el teatro, aunque ya no quedaba mucho del teatro, pues estaba siendo destruido por la hoz que intentaba aplastarnos.

—¡¡No puedes huir de tu destino!! —se burló—.

Sin pensarlo giré la cangurera para que Jade estuviera en mi pecho, así evitaría que fuera alcanzado por la hoz. Elizabeth continuó riéndose al mismo tiempo que gritaba sin parar: “Morirás” y cada vez que gritaba esa palabra, su voz se distorsionaba más y más hasta que simplemente fui incapaz de entenderla.

Corrí por más de un minuto, salté del escenario y salté por los asientos, llegando a una habitación donde había varias muñecas que al igual que las ratas de antes, parecían seguirte con la mirada. En el centro de la habitación pude ver a una de las muñecas con la tarjeta tarot en sus manos, estaba claro que debía estar alerta.

Me acerqué a la muñeca para quitarle la tarjeta, temblando agarré la tarjeta, y para mi sorpresa, nada me agarró del brazo, ni tampoco intentó comerme. Aunque claro con Elizabeth nada era fácil, las muñecas nos rodearon mientras mantenían sus grandes ojos fijos en nosotros.

—¿Ya te vas a ir? Hermanita —preguntó Elizabeth saliendo de la oscuridad con su uniforme de la preparatoria—.

Exaltada y a la defensiva volteé a verla. Su rostro seguía sonriente, tambaleando caminó hacia nosotros pateando a las muñecas y rompiéndolas. Lo intrigante era que las muñecas sangraban cuando eran rotas por las pisadas de Elizabeth.

—No te vayas, no me dejes… No quiero estar sola… No puedo… No puedo… —imploró caminando hacia nosotros con la cabeza abajo—.

Elizabeth se lanzó hacia mí con un grito rápidamente la golpeé con el pedazo de concreto que había agarrado del suelo antes, causándole una inmensa cortada que partía su rostro en dos. Aquel golpe la lanzó al suelo, Elizabeth me volteó a ver llorando, verla de esa forma me dejó con los ojos bien abiertos, era la primera que la veía llorando y está vez no parecía un truco.

O eso pensaba, pues Elizabeth aprovechó mi sorpresa para atacarme por la espalda, una de sus patas de araña salió de la oscuridad intentando atravesar mi cuerpo. Ella no lo hubiera conseguido si no fuera porque alcancé a tirarme al suelo mientras abrazaba a Jade para evitar hacerle daño. Rin rápidamente saltó de mis hombros para no dañarse con la caída.

Elizabeth continuó llorando haciendo que toda la habitación comenzara a temblar, y a derrumbarse. Jade debido al golpe empezó a llorar y patalear. Le había hecho daño sin querer. No podía quedarme ahí, tampoco era tiempo de quedarme y calmar a Jade así que corrí hacia la salida.

No sabía si era otro de sus trucos o si realmente lloraba por otra razón pero simplemente corrí con una pequeña sonrisa en el rostro, estaba feliz de poder escapar. Sin embargo, esa felicidad se vio interrumpida por Jade, quien me quitó la tarjeta y la lanzó al suelo lejos de mí.

—¡¡Jade!! —lo regañé mientras me daba vuelta para recoger la tarjeta—

Solo que, al acercarme pude ver una carta hecha con un papel tan frágil como la nieve, ahora lo comprendía: todo ese teatro era un show para engañarme. Además de que el derrumbe se detuvo en el instante en el que Jade tiró esa tarjeta falsa.