Voluntades Inquebrantables

Abrí lo ojos cuando sentí una calidez inexplicable. Esta calidez era cómoda, era relajante, era extraña...

Un torrente minúsculo de esencia daba vueltas constantemente, pero era irregular, parecía agrietarse y volver a cerrarse. En cada grieta se escapa una cantidad importante de esencia de voluntad.

Cada vez que se agrietaba provocaba ondas y choques en contra del espacio que me rodeaba. Eran pequeños temblores que sacudían los cimientos de este pequeño mundo desconocido.

Una fuerza extraña y contundente me jalaba con fuerza hacía el centro del torrente. Me negué a ceder y planté los pies en el suelo de este mundo.

El torrente parecía distrosionarse, pero una fuerza invisible, pero tangible, en cuanto a la presión que ejercía sobre este mundo. Mis piernas temblaban por mantener mi peso, y no dejarme jalar por ese torrente que giraba frenéticamente.

La luz etérea que emanaba, alumbraba hasta cierta distancia de este mundo. En contra de aquella fuerza extraña, caminé en sentido contrario, queriendo buscar una salida, o al menos, hasta llegar donde tocaba la luz.

Fue difícil mantenerse en pie, y luchar con fuerza en contra de la presión, los temblores y la fuerte atracción que me llevaba hacía el torrente giratorio. Sin embargo, logré alejarme lo suficiente como para poder caminar con más firmeza.

El torrente parecía hacerse grande, pero en vez de seguir crecido se rasgaba, y la esencia salía como sangre ambarina etérea. Pintaba este pequeño mundo de un tono anaranjado con matices café claro. Era una vista exquisita; y peligrosa a la vez.

No podía bajar la guardia, ya que la presión, aunque débil; podría arrastrarme en cualquier momento.

Habiendo caminado lo suficiente, como para llegar hasta donde la luz tocaba, pude ver que la oscuridad que se anidaba alrededor de este mundo, era solo sombras, penumbras inexplorables por la falta de luz. No era una verdadera oscuridad. Al menos eso deduje en mi pensamiento.

"Tal vez, cuando haya más luz, podré ver que se halla más allá de estas sombras".

Sin embargo, mis dudas serian aclaradas en ese momento. Una nueva luz entraba por lugares desconocidos, alejando las sombras que anidaban cerca, esta luz etérea e hipnotizante, era de un color amatista. Muy diferente a la luz que residía en el torrente giratorio.

Aquella luz parecía estar buscando algo, comenzó a tantear el suelo, pero jamás se acercó al torrente giratorio. No obstante, ciertas partículas de dicha luz etérea eran arrancadas de la luz madre, y arrastradas al núcleo, el cual parecía poder absorberlo, pero al final era expulsado y evaporado.

Parecía que el torrente no aceptaba dicha luz como propia.

"Esto es tan extraño... ¿Qué este mundo?".

La luz ajena a la del torrente comenzaba a retirarse, y alejarse de este mundo, dejando tras de sí, las mimas sombras que reinaban sobre estas tierras. Aunque todo era del mismo color que el torrente. Sólo las sombras permanecían del mismo color.

Ya no había donde más caminar, ni explorar. Me estaba aburriendo, me carcomia la ansiedad de salir de este caótico lugar.

Había vagado varias veces por el pequeño espacio de este mundo, iluminado levemente por la luz etérea del torrente. Ya ni siquiera había contado las vueltas que había dado.

Antes de perderme en mis nervios, recordé con dificultad que ya había estado en este lugar, ya lo había visitado. Poco a poco, los fugaces recuerdos aparecían en mi mente. Imágenes de momentos vividos en este mundo. Innumerables veces que lo he visitado.

Ahora todo estaba más claro, este pequeño mundo es mi núcleo de voluntad, es mi alma.

La presión que me rechazaba desapareció tan pronto recuperé la memoria. Solo ahí, pude vislumbrar aquel torrente desde otra perspectiva. Este torrente es la capa de esencia que había creado.

"Al parecer ha funcionado".

Pero ver que se fracturaba y volvía a cerrarse me decía que no estaba bien el todo. Los temblores seguían retumbando como tambores dentro de mí alma.

Y el torrente caótico amenazaba con devorar todo aquello que entre, o al menos, lo que converga con mi voluntad.

Deseé que el torrente dejara de fracturarse, y así paso, pero el torrente parecía crecer mientrque ondulaba, amenazando con destrozar todo a su paso. Así que deje de presionar sobre el, con mi voluntad, y este volvió a fracturarse.

Me acerqué y noté tardíamente que este torrente era más grande que mi núcleo, por lo menos del porte de una pelota de golf.

"Ya no es una canica".

Toqué el torrente y simplemente me fundí con el.

***

Escuché susurros indescriptibles, venían de todos lados, parecían preocupados.

Con prosa abrí los ojos, para acostumbrarlos a la luz que había en el entorno.

Sentía todo el cuerpo entumecido, adolorido, y con un punzante dolor de la cabeza y de alguna parte al fondo de mi ser.

Estaba cansado, muy cansado.

Cuando abrí por completo los ojos, pude ver lámparas en el techo, eran lámparas de hospital. Giré con lentitud la cabeza, y ante mis ojos habían sueros y bolsas llenas de sangre, que se conectaban con pequeños tubos que bajaban hasta mi cuerpo. A mi izquierda, un tanque de oxígeno. Estaba entubado. O en otras palabras internado.

Las personas que estaban adentro de la habitación se quedaron pasmados, con sus ojos abiertos como platos, y con sus bocas entre abiertas. Una de ellas empezó a llorar mientras pronunciaba unas palabras que aún no distinguía. El que parecía estar vestido con una bata, salió corriendo de la habitación.

La persona que estaba llorando era una mujer, de al menos unos 35 o 40 años.

Lloraba amargamente.

Después de un corto tiempo, de que la persona con bata saliera corriendo, entró un hombre robusto, con un peinado de lado. Sus facciones eran toscas pero refinadas a la vez. Vestía un chaleco de cuero negro, y unos pantalones jeans.

Se acercó a la mujer y la consoló.

Cuando quise extender mi mano, un sonido atrajo mi atención era el sonido de una alarma.

Bip-bip-bip-bip...

Ese sonido sonaba frenéticamente, y la mujer con el hombre se tensaron, me miraron con caras mortalmente asustadas. Y gritaron. El hombre robusto salió corriendo.

Cuando quise levantar mi mano, un dolor terrible recorrió mi mente y cuerpo. Un dolor atroz, pensé que se me partiría el alma.

Cuando llevé la mano a mi cabeza, instintivamente, noté que estaba humeda, me toque la cara que me ardía y estaba mojada, con algo espeso.

Me miré la mano, y estaba bañada en sangre.

Volteé a ver a la mujer, y esta, estaba llorando mientras se ponía las manos en la boca. Luego un brillo apareció en sus ojos, pero no pude ver más, mi visión volvió a nublarse, y antes de cerrar por completo los ojos, un sonido como de interferencia resonó en mis oído o mente, ya no diferenciaba.

Iiiiiiiiiiiiii...

***

No conté las veces que despertaba en mi núcleo de voluntad, en mi alma. Ni las veces que despertaba y veía a las personas volverse locas. No lo sé.

Solo sé, que fue al menos unas docenas de veces.

Al parecer algo está provocando las rasgaduras de mi alma. Algo que no se contiene, algo que quiere desbordarse.

Cuando volvía perder el conocimiento por quién sabe de nuevo, volví a abrir los ojos en mi pequeño mundo.

Al menos el torrente seguía imparable, y reparandose cada vez que se agrietaba.

Me acerqué al torrente y con la mano, trazé un corte horizontal. La esencia de luz etérica ambarina, se dispersó como riachuelo del torrente. Se extendía y luego se evaporado, porque así lo quise, esa fue mi voluntad.

Puse toda mi intención en eliminar dicha esencia, porque sino, el torrente volvería a absorberla. No se cuanto tiempo abre tardado, pero esta vez no me fundí con el torrente para despertar.

Me quedé allí, hasta vacíar el torrente. Tuve que realizar varios cortes, evitar que se fracturara más. Y en cada corte, un riachuelo de esencia se esparcía.

Después de un largo tiempo, aunque ciertamente no se cuanto, el tiempo es relativo ahora. El torrente dejó de fracturarse y dejó de emitir los temblores que desequilibraban mi alma. Luego me fundí con el.

***

Abrí de nuevo con lentitud los ojos, para acostumbrarlos a la luz, pero esta vez la habitación está en sombras, la luz estaba apagada, sin embargo, aún podía distinguir lo que yacía a mi alrededor.

Una mujer con una manta encima, sus cabellos castaños, se esparcían por la cama blanca pulcra. Estaba dormida.

Esta vez, no me atacó el terrible dolor del alma. Quería sentir como estaba mi núcleo, ye ste estaba bien, pero en cambio el torrente de capa estaba abierto, no obstante, se estaba cerrando de nuevo. En unos momentos se volvería a llenar.

Mi conciencia comenzó a trabajar, mi mente se estaba despejando de los dolores remanentes que quedaban en mi cuerpo.

Luego me levanté ociosamente y toqué con delicadeza el cabello de la mujer. Ella se percató y se levantó con lentitud, solo para derramar lágrimas cuando me vió.

Esta vez, si pude distinguirse sus palabras que sonaban tan dulces y amargas a la vez.

– Mi niño, mi bebé, mi hijo. Por fin... Pensé que no...

No terminó su oración, porque enseguida se lanzó a abrazarme con amor y ternura, sin apretarme con fuerza.

Yo solo pude decir: – Tranquila madre, aquí estoy –.