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Oro

Oro

Status: Terminada
Genre:Completas / Intrigante / Malentendidos / Juego de roles / Pareja destinada / Secretos de la alta sociedad / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media
Popularitas:303.3k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Sexto libro de la saga colores.

Tras seis años encerrada en un convento, Lady Tiffany Mercier encuentra la forma de escapar y en su gran encrucijada por conseguir la libertad, se topa con Chester Clark, un terrateniente que a jurado, por motivos personales no involucrarse con nadie de la nobleza.

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18. Sorpresa familiar

...CHESTER:...

Estaba tan apretado que tenía temor de embestir con demasiada fuerza. Tiffany estaba tan sonrojada y temblorosa. Me besó mientras me quedaba quieto después de sumergirme casi por completo.

No quería lastimarla, ni por accidente.

— Deberías empezar a moverte un poco — Sugirió, con voz atorada, tocando mi rostro, me encontré con su mirada brillante en la oscuridad de la habitación — No te preocupes, se siente bien, no siento dolor, me gusta. Me siento llena... Estar unida a ti es como tocar el cielo.

Era tan delgada, su cuerpo tan fino y yo era demasiado grande, con un cuerpo que pesaba más de una tonelada.

Retrocedí un poco y volví a entrar con lentitud. Su interior se aferró más a mí.

Soltó un gemido, cerrando sus ojos.

Volví a moverme y su cuerpo se estremeció.

Jadeó.

Al menos eso era buena respuesta.

Después de probarla, estuve convencido de que ella disfrutaría mucho de ser poseída, que a pesar de que ese desgraciado le hiciera daño, ella podía abrirse para mí. No hubiera podido soportar que mis caricias le hicieran mal.

Tiffany tocó mi pecho y me besó, notando mi cambio de humor.

— Hazme el amor — Susurró y los impulsos me dominaron.

Me giré, colocándome de rodillas sobre la cama, elevé sus caderas y las acerqué.

Me sumergí hasta el fondo y se arqueó, soltando otro abrupto gemido.

Enterró las manos en las mantas mientras yo sacudía mis caderas en un vaiven lento, sintiendo una deliciosa tensión en mi miembro, exprimiendo con su interior.

Se sentía tan cálido, tan suave y húmedo.

No dejé de observarla mientras lo hacía, sacudió sus caderas mientras nuestros jadeos llenaban la habitación, mientras el placer escalaba.

A pesar de que ella se desesperaba cuando su cuerpo le exigía más fricción, me mantuve con un ritmo lento y profundo.

La elevé y rodeó mis hombros con sus brazos, enterré las manos en mis glúteos, el sudor rozó nuestra piel, ella se aferró a mí y colapsamos al mismo tiempo.

...****************...

A pesar de lo ocurrido no pude dejar de lado mi furia, quería hacer algo al respecto, hacer pagar tanto sufrimiento, no podía permitir que aquello se quedara así.

Al día siguiente me levanté temprano, dejando a Tiffany descansar entre las mantas arrugadas y las almohadas esparcidas.

Hice mis labores antes de enfrascarme con el desayuno.

No me agradaba nada tener que lidiar con está rabia sin poder aligerarla. Tiffany se preocupaba por mí, pero yo no podía ignorar que esos desgraciados seguían haciendo lo mismo a otras.

La peor de todas era su madre ¿Cómo podía permitir tales abusos en contra de su propia hija?

Y pensar que la pobre quedó en cinta gracias a ese acto aberrante en su contra, para más sufrimiento la obligaron a abortar haciendo que casi muriera.

No podía dejar de pensar en eso.

— Buenos días, no me despertaste — Dijo Tiffany, entrando a la cocina y me giré mientras agitaba una cuchara en la olla.

— Necesitabas descansar.

— ¿Me veo cansada?

Todavía estaba en camisón, los mechones cortos un poco despeinados y el rostro embriagado por hacer el amor.

Sus pies estaban descalzos y se me volvió a endurecer.

Una sola vez no era suficiente.

Solía hacerlo duro y también varias veces.

Pero, no quería lastimarla.

Llegó a mi lado y me abrazó.

Tenía las mejillas sonrojadas y se peinó un poco el cabello.

— Supongo que si me veo desarreglada.

— Te ves hermosa.

Bajó su mirada y notó mi abultamiento.

— Ya me convencí de que sí — Se rió y me palpó por encima de la tela — Ésta cosa grande tiene mucha energía, aunque no quiso moverse como su dueño quería — Alejé su mano.

Estaba un poco sorprendido por su actitud atrevida, pero seguramente fue así antes de que le apagaran su luz. No quería volver a pensar en eso, pero no dejaba de atormentarme.

— Hay que desayunar — Ma aparté un poco.

— ¿Por qué tan incómodo? — Preguntó, con las cejas arqueadas — Podemos volver a la cama después del desayuno.

— No, tengo labores que hacer y tú tienes que descansar...

— No me siento cansada — Gruñó, cruzando sus brazos — Quiero más... Se siente muy rico... — Su sonrojo aumentó, mordió sus labios y apreté mi mandíbula.

— ¿No quedaste satisfecha?

— Sí, pero tu me gustas tanto y eres tan... — Toqueteo mis músculos, observando hacia arriba para dar con mi rostro, se pegó a mí — Me encantas.

Recordé lo que me confesó sobre Sebastian y no podía evitar los celos.

Tragué con fuerza.

— Lo sé, pero tengo asuntos que atender.

— ¿No podrías hacer una excepción por mí? — Hizo un mohín mientras pasaba sus dedos por mis pectorales.

Solté un gruñido bajo.

— Tienes que comer, te prometí alimentarte.

— Puedes alimentarme de las dos formas — Rodeó mi cuello y se colgó de mí — Estoy muy ansiosa.

— No, no hasta después de desayunar y que atienda mis obligaciones — Gruñí y frunció el ceño.

— No me parece justo... Yo...

Le di un beso corto.

— Valdrá la pena, pequeña. No quiero agotarme para poder terminar las cosas a tiempo.

— No eres un hombre débil, eres fuerte... Sé porque te controlas — Se separó de mí y sonrió — Ya te dije que estoy bien — Tomó mi mano — Pero, entiendo tu preocupación, gracias por ser tan considerado conmigo.

— Eres mía ahora y tengo que cuidarte.

Besé su mano.

— ¿Y cuándo nos casaremos? — Elevó una ceja — Recuerdo que me habías hecho una propuesta, no voy a permitir que me tengas aquí sin un enlace matrimonial. No seré tu amante, quiero ser tu esposa y que ya no tenga que preocuparme por Merida u otra mujercita.

— Pronto — Dije, nervioso, volviendo la atención a la comida sobre la estufa — Necesitaré un poco de tiempo para organizar todo.

Se rió y elevé una ceja.

— No sabía que podía hacer que te pusieras nervioso.

— Siempre lo logras — Confesé — Es solo que ahora se me hace más difícil ocultarlo.

— Todos los hombres se verían así de guapos si mostraran sus emociones como tu.

— Prefiero que no lo hagan, no quiero tener competencia — Volví a mi expresión seria y rió de nuevo.

— No seas celosos, solo puedo pensar en ti — Rodeó mi brazo — Muchas más después de que me hicieras el amor, ya quiero probarte como tu lo hiciste anoche, lamer...

Me atragante y empecé a toser.

— Mejor deberías sentarte, ya está listo el desayuno.

Se apartó, con expresión pícara.

Tomó asiento.

— Soy tan afortunada de tener a un príncipe que me cuide, me alimente, me cocine y me compre ropa — Dijo, tomando una uva del tazón de la mesa, se la llevó a la boca.

— Mi hermano Sebastian no hubiese hecho nada de eso por ti, ni siquiera sabe prender una leña — Serví la sopa y también las tortillas, las coloqué frente a ella.

— Él nunca me miró con otros ojos que no fuesen de un pariente, nunca me tomaría como esposa porque éramos primos y eso hubiese sido sumamente escándaloso... Además, yo era demasiado atrevida para él y muy pequeña de edad también, fue más una ilusión mía, de niña lo veía como un príncipe — Tomó una cuchara.

— Pero, él se casó con una mujer de tu edad.

— Si, Lady Emiliana Roster, la joya de los bailes.

Ahora que lo pensaba, el conde que visitó al duque Edward hace aproximadamente tres años, era de apellido Roster, debía ser familia.

— Me alegra que no se hubiese fijado en ti, no hubiese tenido oportunidad de tener su atención.

Chasqueó la lengua — Si te hubiese considerado atractivo y mucho más que a él, las mujeres que no te vean con deseo y atracción deben ser ciegas, eres un hombre que no se consigue fácilmente, no solo por tu físico, también por tu forma de ser. De hecho, me extraña que esas tres campesinas no hayan vuelto para tratar de conquistarte con sus alimentos — Estrechó sus ojos y resoplé.

— Las campesinas no pueden aspirar a mucho, era un hombre solitario y soltero, simplemente estaban tratando de tener una oportunidad.

Soltó una risa irónica — Como si tú atractivo no ayudara ¿No te has visto en un espejo?

— Ser modesto en una virtud — Me encogí de hombros — No me gusta alardear de que tengo lo que muchos hombres no tienen, si tuviera un título sería perfecto.

— No necesitas un título para ser perfecto. Eres un terrateniente, puedes competir fácilmente con cualquier lord, aunque la aristocracia no suele aceptar a personas sin título, si tienes tierras ya eres alguien dentro de la sociedad — Empezó a comer de forma salvaje, tenía demasiada hambre y no quería aceptarlo — Si te casas conmigo pasarás a ser un lord.

Me senté a comer — No me voy a casar contigo por eso, no me interesa los títulos.

— Lo sé — Dijo, con la boca llena — Pero así son las leyes...

— Me voy a casar porque quiero tenerte a mi lado por mucho tiempo y porque quiero protegerte.

— ¿Protegerme? — Se sintió curiosa.

— Estuve pensando mucho esto... Tu familia y esa monja, no van a quedarse quietos hasta que encontrarte, por eso es mejor que nos casemos, por si llegan a dar contigo... Si fueron capaz de abandonarte y tu madre de hacerte mal, pueden tratar de dañarte con lo de tu virtud perdida — Gruñí, tocando su mano — Si nos casamos, no podrán usar eso en tu contra.

— Cierto, es verdad, debemos casarnos cuanto antes.

La puerta fue golpeada y nos tensamos.

Tiffany se sintió con miedo y me levanté.

— Quédate aquí, yo iré a ver — Dije y salí de la cocina.

Entré en la sala y luego me aproximé a la puerta, preparándome para golpear al que estuviera detrás.

Abrí la puerta con cuidado y elevé mi puño para golpear.

— ¿Qué es esta clase de recibimiento? — Gruñó mi padre, deteniendo mi puño a centímetros de su rostro.

Abrí mis ojos como platos.

— William... ¿Qué haces aquí?

— Esta también es mi casa — Gruñó, entrando con todo y valijas.

Una pequeña pelirroja entró corriendo.

— Tío Chester — Saludó, abrazando mi pierna — Te extrañé mucho — Elevó su rostro, sonriendo — Eres un gigante, esta pierna es muy grande.

— Oh... ¿Gingerline?

Elevé la mirada hacia mi padre.

— ¿Qué haces con ella...

— ¿No me vas a saludar? — Gruñó Sebastian, entrando también, traía un saco y un sombrero, igual al de mi padre.

Ya eran tan cercanos para vestir casi igual.

— Sebastian.

Se aproximó y me abrazó, dándome palmadas en la espalda.

— Me alegra verte.

— A mí también — Me aparté de forma incómoda.

Lady Emiliana entró, con un pequeño de cabello negro en los brazos.

— Buenos días ¿Cómo está señor Chester?

Incliné mi cabeza — Muy bien ¿Cómo se encuentra lady Emiliana?

Se aproximó y me dió un beso en la mejilla.

El bebé balbuceó algo. Era un pequeño como de un año.

— Bien, él es tu tío Chester, Chester él Emiliano.

— Hola, pequeño un gusto conocerte — Toqué su cabeza.

Lady Celia también entró.

— Chester, un gusto verte — Me dió un beso en cada mejilla, la dama se veía muy bonita a pesar de su edad.

— Mi lady, igualmente, es un gusto.

Observé a todos — Vaya ¿Han venido a visitarme?

— Así es, William mencionó que volvería y aprovechamos el viaje para venir a visitarte, también para pasar por la propiedad de Leandro — Dijo Sebastian — Espero que no te moleste.

— En lo absoluto, no me molesta para nada que vengan a visitarme — Comenté, observando a mi padre — He estado demasiado ocupado para ir a la costa, lamento que tenga que venir.

— No hay ningún problema, disfrutamos del viaje — Dijo mi padre y los demás asintieron — Sobre todo Gingerline, estaba muy emocionada por venir a verte a ti y a los animalitos.

— Si, me gusta Slindar — La niña dió brinquitos de emoción — El tío Chester me levanta en sus brazos y me hace volar.

— Has crecido mucho, Gingerline, creo que estás tan grande que no podré levantarte — Acaricié su cabeza cuando volvió a abrazar mi pierna.

— Tu eres fuerte.

Escuché unos pasos y Tiffany apareció en camisón.

Me tensé cuando abrió sus ojos como platos ante las miradas de todos.

— ¿Tiffany? — Dijeron Sebastian y su madre al mismo tiempo.

— ¡Tía, Sebastian! — Jadeó con sorpresa, avergonzada por andar en ropas tan reveladoras.

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Maria Angelica Guillaume
Hermosa!! Me encanto!! Gracias autora y exitos en tus proximas historias!
Alicia Steiner
y que pasó con los padtes que nunca llegaron a la casa de Chester?porque de seguro Merida les dijo donde vivian...
Mirian Cumana
Excelente
Luz Maria Rodriguez
Apenas se puede creer que exista gente tan malvada, lo que no me explico como es que se parecían tanto que ni siquiera su esposo pudo reconocerla y aparte sus modales y la forma de comportarse porque hay una gran diferencia entre una dama noble y una que no lo es que sólo era una prostituta
Liza Angarita
Excelente me encanta
Luz Maria Rodriguez
Muy bien Chester cobraré la humillación que esté hombre le hizo a Tiffany por orden de su dizque madre, dale una golpiza de la que no se recupere muy fácilmente y para que sienta en carne propia lo que es abusar de una mujer sólo porque tenga un papel que lo convierte en obispo aunque en realidad es un delincuente que consiguió la dizque madre de Tiffany
Luz Maria Rodriguez
Maldita mujer es una víbora 🐍 venenosa ni siquiera su familia le importa es demasiado codiciosa y ambiciosa ojalá el duque ya haya tomado cartas en el asunto y todo se resuelva y no le toque nada de las tierras de Chester
Sandy25
hacen envíos por Amazon jijij esta 😅 😅 😅 😅 😅
Luz Maria Rodriguez
Que bueno, al fin se casaron y no tuvieron visitas desagradables en referencia a sus padres
Luz Maria Rodriguez
Este asunto cada vez está más enredado, creo, bueno supongo que Tiffany es hija sólo de su padre y que su madre lo tuvo que aceptar por eso no la quiere y siempre la ha visto como un estorbo, como un ser despreciable y debe haber un secreto con eso porque no quiere que se case no la considera digna de ningún hombre que esté al lado de ella algo esconde
karla yustiz garcia
muchas felicidades es la segunda de la saga que leo y está súper buenísima 👏👏👏👏, mis respetos a tu imaginación tan bonita ❤️
Luz Maria Rodriguez
Que mujer tan vanidosa la mamá de Tiffany, cree que con pagar cierta cantidad ya va a regresar su hija a su lado, hasta ahora no sabe que su hija la desprecia y la considera la culpable de toda la vida miserable que vivió en el convento y la olvidaron sin siquiera enviar una carta o ir a visitarla y más que la engañaron que sólo iban a ser dos años y la dejaron como quien abandona a un perro durante 6 años por eso no quiere regresar con su familia es muy reciente todo el sufrimiento que vivió pero su madre se hace la desentendida porque no quiere asumir su responsabilidad que fué ella quien la obligó entrar al convento
Luz Maria Rodriguez
Hasta cuándo los padres de Tiffany dejarán de molestarla ya es mayor de edad y además es muy sospechoso que la mamá la trate tan mal si será su hija o fué un desliz de su esposo porque no hay razón que justifique el trato que le dan
Luz Maria Rodriguez
Espero que Chester llegue primero por Tiffany y no logren encontrarla sus padres porque se van a meter en un problema
Luz Maria Rodriguez
Se la cobraste Chester, todo el día te anduvo provocando pero con visitas en la casa aguántaste, por eso ya acostados te quitaste las ganas de disfrutar y no le diste tregua 😂😂😂😂
karla yustiz garcia
🤣🤣🤣🤣🤣
karla yustiz garcia
🥹🥹🥹🥹
karla yustiz garcia
🤣🤣🤣🤣 golosa
karla yustiz garcia
👀👀👀👀
Luz Maria Rodriguez
Tiffany a qué estás jugando? piensas una cosa y haces otra el hecho de que seas tan inmadura y sientas que no mereces casarte pero que necesidad tienes de decir tantas mentiras, ya deja el pasado y habla con la verdad tienes derecho a ser feliz y tener a un hombre que te ame por lo que tú eres no eres responsable de lo que te pasó es ese maldito obispo que abusó de su jerarquía, díselo a Chester para que él vaya y lo enfrente y sepan todo lo que hacen en ese convento que lo han convertido en una casa de prostitutas abusando de todas las monjas que están allí y todavía les imponen severos castigos como si realmente lo mereciera, las tratan pero que animales
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