Teodoro es hijo de un magnate, el es un joven malcriado que vive sin preocupaciónes pero todo se acaba cuando su padre para darle una lección le da el puesto de ejecutivo a su Rival de la escuela Melanie el debera trabajar para ella y no será nada fácil porque es perfeccionista y poco flexible a diferencia de Teodoro,
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capitulo 18
La mañana siguiente, Teo se despertó con una sensación extraña. Había estado pensando en la conversación de la noche anterior con Melanie, y no solo en lo que ella le había contado sobre su padre, sino también en cómo él mismo había reaccionado. Por primera vez en mucho tiempo, se dio cuenta de que no podía seguir viéndola solo como la mujer que se interponía en su camino hacia el poder. Melanie no solo era una rival, ni siquiera solo una colega. Había algo más en ella, algo que no comprendía del todo, pero que despertaba una curiosidad que no podía ignorar.
En la oficina, Teo intentó concentrarse en sus tareas, pero sus pensamientos seguían regresando a Melanie. La manera en que había hablado de su padre, su vulnerabilidad… Había algo en ella que lo atraía y lo desconcertaba al mismo tiempo. La veía fuerte, decidida, pero también claramente quebrada por dentro. Era como si estuviera caminando por una cuerda floja entre dos mundos: el de la mujer poderosa que todos veían y el de la persona herida que intentaba seguir adelante a toda costa.
Teo llegó a la oficina tarde, algo que Melanie ya había notado. Ella siempre estaba puntual, siempre lista para afrontar el día, mientras que él... bueno, él tenía la tendencia de llegar cuando la oficina ya estaba llena de actividad. Pero hoy algo era diferente. Melanie lo miró por un momento cuando entró, sus ojos eran más observadores, como si pudiera ver a través de él.
—¿Llegas tarde hoy, Teo? —preguntó sin levantar la vista de su escritorio, pero con una ligera sonrisa.
Teo se detuvo un momento en la puerta, y esa simple sonrisa de Melanie hizo que algo en su pecho se encogiera. Sin quererlo, sentía una conexión que no estaba listo para admitir. Sin embargo, decidió no darle demasiada importancia a la reacción.
—Sí, parece que la mañana me ganó —respondió, tratando de restarle importancia al hecho.
Melanie lo miró por un momento, luego continuó con su trabajo. Había algo en su mirada que lo desarmaba, algo que le decía que no todo estaba bien con ella, aunque su fachada estuviera intacta. Decidió acercarse.
—¿Melanie? —dijo en voz baja.
Ella levantó la mirada, sin sorprenderse de que él la llamara. A pesar de las diferencias, Teo ya había aprendido que no había necesidad de esconder las palabras entre ellos, incluso si las cosas no estaban del todo claras.
—¿Sí? —preguntó ella, con una expresión que no lograba esconder del todo una sombra de preocupación.
Teo vaciló antes de hablar, pero finalmente se decidió. No sabía cómo lo diría, pero algo le decía que tenía que decirlo.
—¿Estás bien? Anoche… bueno, vi que algo te estaba afectando. No tienes que contarme si no quieres, pero... si necesitas hablar, estoy aquí.
Melanie lo miró fijamente, como si estuviera tratando de medir sus palabras. Nadie le había preguntado eso en mucho tiempo. Nadie se había preocupado realmente por cómo se sentía. Claro, todos sabían que era competente, que tenía el control, pero nadie sabía lo que llevaba dentro. Y, aunque normalmente no lo aceptaba, las palabras de Teo la hicieron sentir algo que no había sentido en mucho tiempo: vulnerabilidad.
Finalmente, suspiró y dejó caer la barrera que siempre mantenía entre ella y el mundo exterior. Estaba cansada de ser la mujer que siempre tenía que estar en control, de ser la que tenía todas las respuestas, la que nunca se permitía ser débil. Pero en ese momento, algo en Teo le dijo que podía ser ella misma, aunque fuera solo por un segundo.
—Mi padre vino ayer —dijo en voz baja, sin mirarlo. Sabía que si lo hacía, se sentiría más débil. Así que continuó mirando su escritorio, evitando sus ojos—. Siempre viene cuando me necesita. Pero nunca me ha querido. Solo le importa el dinero, Teo. Y me usa para conseguirlo.
Teo se acercó un paso más, sin saber cómo responder, pero sintiendo la necesidad de estar allí para ella. No tenía todas las respuestas, pero lo que sí sabía es que no iba a dejar que alguien como Melanie se hundiera sola.
—Eso no está bien —dijo, y aunque su voz no sonó perfecta, fue sincera—. Nadie debería tratarte así, Melanie.
Ella lo miró, sorprendida por la forma en que él se expresaba, por la sinceridad en sus palabras. Sin embargo, ella no estaba lista para ser vulnerable. No de nuevo. No después de todo lo que había pasado con su familia. Así que, con una sonrisa falsa, intentó restarle importancia.
—Teo, no te preocupes. Es algo que tengo que resolver por mí misma. No es tu problema. Además, ya estoy acostumbrada.
Pero Teo no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente. Su actitud lo irritó un poco, porque sabía que no se trataba solo de un simple "no es nada". Había algo más profundo que la mujer ante él estaba tratando de ocultar, y Teo no pensaba ignorarlo.
—No tienes que hacer esto sola, Melanie. No tienes que seguir adelante como si no pasara nada. Si necesitas ayuda, tienes a alguien en quien confiar, aunque no me lo creas —le dijo, mirando sus ojos con más seriedad de la que había mostrado nunca.
Melanie se quedó en silencio, el peso de sus palabras flotando en el aire. No sabía si debía creerle, si debía aceptar que alguien como Teo, tan distante en su vida hasta ahora, realmente podría ser una ayuda. Pero, por un momento, algo dentro de ella la hizo dudar de su coraza. Algo en su voz, algo en su mirada, le decía que él no estaba ahí por obligación, sino porque realmente le importaba.
Pero antes de que pudiera responder, la puerta se abrió de golpe, y la presencia de Fernando entró sin previo aviso, como siempre. Teo se apartó de inmediato, y aunque no podía ver la expresión de Melanie, sintió que el ambiente había cambiado.
Fernando lanzó una mirada rápida hacia ellos, notando la tensión en el aire. Teo, con la típica sonrisa desafiante, no dudó en hacer un comentario irónico.
—¿Ya en el modo "diplomático", Fernando? ¿Qué hay de nuevo hoy?
Fernando lo observó, un brillo de molestia en sus ojos, pero no dijo nada. Estaba claro que las cosas entre Teo y Melanie se estaban volviendo más complicadas de lo que cualquiera había anticipado. Sin embargo, antes de que pudiera responder, se giró hacia Melanie, como si nada hubiera pasado.
—Tenemos una reunión con los inversores dentro de una hora. ¿Listos para eso? —le dijo, con su tono autoritario.
Melanie asintió rápidamente, recuperando su fachada profesional. Teo, aunque observaba todo desde la distancia, no podía evitar sentir que las cosas entre él y Melanie ya no eran tan simples. Ella estaba construyendo muros alrededor de sí misma, pero por primera vez, él estaba decidido a derribarlos. Aunque no sabía si lo lograría, lo único que tenía claro era que no iba a dejarla enfrentarse a sus demonios sola.
Y mientras la reunión se acercaba, el mismo dilema seguía rondando su mente: ¿podría realmente ser algo más para Melanie, o estaba condenado a ser solo otro en una lista de personas que no pudo salvar?