En esta versión, mí primera historia, "La herencia de la abuela", se explica desde los ojos de Max, explicando algunos interrogantes inconclusos
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capitulo 18: "El desayuno”
En la mañana siguiente, muy temprano Max despertó y vio a la hermosa morena durmiendo a su lado, la contempló por un momento, tan bella hasta cuando dormía. Pensó que no había comido nada de lo que ella había hecho preparar para él y pensó lo bueno que sería si le preparaba el desayuno y se lo llevaba a la cama.
Cuando entro a la cocina vio todo lo que habían quedado sobre el desayunador, carne, papas y bebidas. Guardo todo en la heladera y limpio.
Luego procedió a preparar él desayunó. Café, tostadas, pan con semillas en rebanadas, mermeladas, quesos. Se fijó en la nevera y había algunas frutas, pensó en cortar algunos pedacitos. En eso estaba entretenido, cunado su esposa entro por la puerta de la cocina en bata.
-Buenos días, dormilona...- dijo Max con una sonrisa, pero se dio cuenta que llevaba los ojos llenos de lágrima, fue directo hacia él y lo abrazo -¿Qué ocurre?, cariño.-
-Creí que te habías marchado nuevamente...- respondió Camí afligida.
-Claro que no. Ya te he dicho que eso fue culpa de que sentía que te estaba obligando a hacer cosas que no sentías.- explico, pero Camí lo seguía abrazando -Aunque acaba de arruinar mí sorpresa, quería llevarte el desayuno a la cama.- continuo y ella lo miro con una sonrisa.
-Ya habrá oportunidad para eso. Pero podemos desayunar acá y luego regresar a la cama.- sugirió su esposa besándolo en los labios.
-¿Por qué en la cama?- le pregunto Max tomándola de la cintura y sentándola sobre el desayunador, mientras la besaba desde la boca hasta el cuello.
Max le quería demostrar todas las maneras y lugares para amarse.
Aprovecharon todo ese día para arrumacos y amarse. Era de noche y ambos estaban metidos en la tina. Camí le había contado todo lo que había parecido por su tío, le hablo de la vez que hicieron la primera sesión de fotos, del primer artículo por discapacidad, que había ocultado las cajas con prendas de una importante casa de moda, dejándola en ridículo frente a los jóvenes modelos, con síndrome de Down y otras discapacidades, y también ante un representante de la casa de moda. Luego de pelear con el tío Rafael, las cajas aparecieron como por arte de magia traídas por Ingrid y dos ayudantes más.
-¿Cómo no has dicho nada?- pregunto.
-Es qué sucedió... Ese día, el día que regresaste por primera vez de Roma y... Todo fue un caos en nuestros días a partir de allí.-
-Como desearía...- estaba diciendo.
-No, Max. No quiero que tengas discordia por mí culpa...-
-No, mí amor.- dijo Max volteando la un poco hacia él -Quiero que entiendas que somos un equipo.-
-Lo se... pero es tu tío...-
-No, mí tema con él viene, por otro lado, y hablo por mí abuela...- aclaro -¿Y qué otra idea tienes?-
-De echo tenía una idea...-
-Cuentame.- insistio Max.
-Quería agregar artículos sobre lugares históricos o personajes de la historia.- dijo ella.
-¡Es magnífico! ¿Necesitas ayuda para que la acepten?-
-No cariño, no quiero que te involucres más, lo quiero sacar sola.- respondió Camí con una sonrisa -Tú solo ámame.- dijo y lo beso.
De más está en decir que ese fin de semana no salieron del cuarto, solo de vez en cuando en busca de promociones para alimentarse. Solo decidieron amarse.
El lunes temprano sonó el timbre, cuando Max despertó su esposa estaba colocándose el camisón y la bata, ya que estaba desnuda, para atender. Sonrió y la llevo hacia él.
-¡Max!- exclamó entre risas.
-No atiendas.- le dijo.
-Pero y si es algo importante... Luego nos duchamos juntos.- propuso Camí y lo beso.
Después de un rato en la cama escucho voces en la sala, así que decidió levantarse, refregándose los ojos. Vio de repente a su madre parada junto a la puerta y a Camí colgando el abrigo de su suegra.
-Tu mamá...- le informo Camí caminando hacia él haciendo una mueca.
-Hola, cariño.- tercio su madre dándole un beso en la mejilla con mucha prepotencia -He venido a desayunar, ya que no te he visto ni en todo el fin de semana.-
Vio como su esposa abría grande los ojos y se iba a duchar... ¡Sola! ¡Maldición!.
Para cuándo su esposa regreso, él y su madre ya estaban tomando el café, o en el caso de su madre él té, con algunas masas que había traído la mujer.
Camila entró y todo se tornó tenso, solo quería intimidad así se despedía de ella antes de ir a trabajar, pero todos los planes habían cambiado.
La chica fue directo a la alacena en donde quedó mirando una caja de cereal la cual estaba muy alta.
-¿Me la alcanzas, Max?- pregunto,, pero él la miro porque no la había escuchado -¿Me la alcanzas?- repitió.
-Claro que si.- respondió y fue hacia ella -No te he preparado nada porque no sabía que apetecías.-
-Solo cereal y leche.- respondió la joven
Noto como su madre observaba cada movimiento que realizaban.
Ambos volvieron al desayunador y se sentaron, en silencio.
-¿Me pasas la leche, Max?- pregunto nuevamente su esposa y vio que estaba junto a él.
-Por supuesto.- respondió.
Quedaron en silencio un momento más.
-Bueno, ya me voy.- dijo Camí rompiendo el hielo -Adiós.- le dijo a su suegra.
-Te acompaño.- dijo Max, quería aprovechar para despedirse con un buen beso.
Iban por la puerta de la cocina cuando...
-Los espero el próximo fin de semana para almorzar... O quizás cenar.- dijo joys de repente y los dos voltearon -A ambos se los digo...-
Ellos se miraron entre si, y luego a ella.
-Sí, está bien... Gracias.- respondió Camí y luego se marcharon.
En la puerta de la casa Max no soporto más y trataba de retenerla a besos, aunque ella parecía complacida tuvo que desistir, tenía que trabajar... O partir a una guerra, con su tío no se sabía.
Una vez que despidió a su amor, regreso a la cocina.
-¿Puedo preguntar desde cuándo?- pregunto la mujer.
-No te diré nada.- respondió él y se sentó a finalizar si café.