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El Calabozo De Moff.

El Calabozo De Moff.

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Comedia / Ángeles / Mundo mágico / Mitos y leyendas / Fantasía LGBT
Popularitas:2.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Xie Lian.

BL.

⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️

Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.

Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.

Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.

NovelToon tiene autorización de Xie Lian. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 17: El colapso.

Ni siquiera se había recuperado del shock anterior cuando uno nuevo lo alcanzo al ver esa figura moviéndose, un par de ojos verde como la esmeralda lo observaron de repente, parecían emitir un brillo extraño junto con una sensación de miedo y pesadumbre. Quería dar un paso atrás, volver y fingir que nada había pasado, pero su cuerpo no respondió y estaba más que seguro que jamás podría fingir no haber visto eso.

Andy, por otro lado, mostraba una leve sonrisa, ese muchacho sonreía para todo, pero esta vez era diferente: Era una sonrisa de alivio.

Alfred se sintió aún más sospechoso y perdido. Sus sienes comenzaban a palpitar de manera dolorosa.

Su hermano estaba quieto, su tez acaramelada estaba mortalmente pálida, tanto como la de la persona encadenada. Estaba claro que él también estaba pasado por un shock y quizá incluso peor.

— ¡Al fin!— Exclamo Andy mientras comenzaba a acercarse sin notar el aura hostil que emanaba del encadenado. ¿Se había vuelto estúpido o qué? Alf reunió todo el valor que tenía y trato de disipar un poco la confusión de su mente y corazón, en verdad había recibido un fuerte golpe a su escepticismo. Aunque aún cabía la posibilidad de que todo fuera una broma.

Decidió aferrarse a esta idea por el momento, así adquiriendo algo de fuerza y estabilidad.

Hugo estaba quieto, como una estatua. Alfred se apresuró primero a asegurarse de que su hermano estaba bien, y cuando noto que aun respiraba y parpadeaba, corrió hacia el más joven y lo tomo del brazo.

— ¿¡Qué crees que haces!?— Le susurro. — Tenemos que irnos.

—Él está justo ahí, ¿cómo podríamos irnos?, la leyenda es real—. Su tono fue como si siempre lo hubiera sabido y quisiera que Alfred le creyera, llevaba un gran peso que habían dejado sus hombros finalmente.

Alfred miro por el rabillo del ojo que esa "cosa" se había sentado y los miraba atentamente, casi sin parpadear. Las cadenas estaban alrededor de su torso, atándolo en una posición incómoda: Sus brazos aprisionados hacia atrás y sus tobillos firmemente juntos por un gran candado, que en su tiempo, debido de haber sido de color dorado, pero gracias a los años ahora estaba opaco y sucio. Se giró, la luz de las amatistas le daban un aspecto aterrador, su piel desnuda brillaba levemente por el reflejo, su larga cabellera parecía de un color gris ceniciento, era como un fantasma esperando a que alguien lo liberara de su eterno sufrimiento.

Además alrededor del ser había, al menos, una docena de flores negras.

Su corazón se hundió y un sentimiento indescriptible de tristeza lo invadió, de repente ya no quería marcharse y dejar a este individuo solo.

Estaba siendo demasiado irracional y eso no le estaba gustando, deseaba arrancarse el corazón en ese momento.

— ¿Qué hacemos?, ¿lo liberamos?— Estaba eufórico.

—Andy, cálmate—. Ya no sabía cómo manejar a este muchacho. —No sabemos lo peligroso que puede llegar a ser si lo soltamos, yo..., déjame pensar—. No sabía qué hacer, ¿liberarlo estaría bien?, no. Este "tipo" por algo estaba encadenado, ¿verdad?

Recordando la leyenda solo sabía que este "Ángel" había matado a muchas personas después de que estas acabaran con la vida de su amada. Posteriormente los cielos se lo dieron al Emperador como tributo de paz, para que hiciera lo que quisiera con este "ser divino" deshonroso. El Emperador lo mando aquí luego de haber oído a su pueblo. ¿Pero esa era toda la historia?

— ¿Qué hace tú hermano?

— ¿Eh?— Fue sacado de sus pensamientos eh instintivamente giro su cabeza hacia atrás, hacia donde se supone que había estado Hugo parado, pero al ver que no estaba ahí el terror lo invadió. Andy señalo hacia el frente y sus ojos rápidamente se desplazaron en esa dirección, lo que vio lo hizo entrar en pánico: Su hermano acercándose al hombre como si estuviera poseído, con una fuerza desconocida arranco una amatista del suelo y comenzó a pegarle al candado en sus tobillos.

— ¡¿QUÉ ESTAS HACIENDO, IDIOTA?!— Su grito retumbo por todo el recinto, esos ojos monstruosamente verdes lo miraron fijamente, su mirada parecía penetrar en lo más profundo de su alma, asustándolo, pero no lo suficiente para que evitara correr hacia su hermano que lo estaba ignorando.

Hugo siguió golpeando el candado, totalmente decidió a romperlo. Su cuerpo actuaba por sí solo. Alf llego rápidamente a su lado eh intento apartarlo, pero en ese momento su hermano era tan duro como una roca: Sin importar cuanto lo empujará no podía moverlo.

La cueva se llenó del sonido de la amatista al impactar contra el candado, Alfred tenía los pelos de punta, Andy solo estaba mirando a un lado, sin saber qué hacer. Debatiéndose si intervenir o no, pero estaba relativamente tranquilo. En su desesperación el mayor trato de tomar la roca de las manos de su hermano, pero la piedra afilada, que de manera extraña no había cortado a Hugo, lo corto a él. En la palma de su mano apareció una herida un poco profunda, la sangre no se demoró nada en salir, manchando la piedra de rojo y el candado viejo. El dolor se propago desde su mano hasta su brazo eh instintivamente retrocedió, Hugo se detuvo y lo miro. En ese momento tres pares de ojos lo observaron: Su hermano, desconcertado. Andy impresionado y por último, el "Ángel", sus pupilas negras estaban dilatadas.

Hugo arrojo la piedra a un lado y se acercó a Alfred, miro la herida en la palma de su mano y se mordió el labio. Sin decir una palabra. Andy se apresuró con un trozo de venda que había sacado de su bolso y cubrió la herida, la venda blanca se manchó de rojo carmesí en poco tiempo, pero Alfred ya no se preocupaba por el dolor o su hermano, solo miraba fijamente como de forma aterradora eh inexplicable su sangre entraba por la herradura del candado, un "clic" retumbo por todo el interior de la cueva, calando en sus nervios y sentidos, y el candado se hizo trizas.

El "Ángel" de cabello largo aun lo miraba, tardo un poco en reaccionar y darse cuenta que ahora, si movía sus pies, la cadena se deslizaría de estos, quedando libre. Una sonrisa fría apareció en su cara, se movió, las cadenas se deslizaron. Los tres que miraban retrocedieron mientras el otro se ponía de pie, a pesar de su aspecto flaco y demacrado, era realmente alto, creando una sombra sobre ellos, como si en cualquier momento fuer a saltar y atacarlos.

Movió las manos que estaban encadenadas detrás de su espalda y la cadena de deslizo de estas y de su torso hasta el suelo, aplastando algunas flores con un crujido: Ahora era libre.

Habló mientras miraba a Alfred, el idioma era extraño. Una mezcla de sonidos que se le hicieron un tanto perturbadores, aun así sabía que lo que fuera que estuviera diciendo esa cosa no era nada bueno.

Los ojos de Andy se abrieron como platos y se tornaron rojos.

— ¿Sabes que dijo?— ¿Quién era en verdad este joven a su lado?

—Tantos años...—, su voz era ronca y baja, ligeramente carrasposa por tanto tiempo sin usarla. Habló lento e inseguro, probando las palabras en su boca, Alfred comenzó a sudar frío cuando la criatura comenzó a tratar de imitar su lenguaje.

Los ojos verdes se desplazaron del rostro de Alfred a Hugo y su mirada se ensombreció, dio dos tambaleantes pasos y en un pestañeo ya se encontraba frente al otro hombre de ojos oscuros. De repente Hugo sintió que le faltaba el aire y gimió de dolor, el "Ángel" lo había agarrado firmemente por el cuello y lo había elevado unos centímetros del suelo.

—La deuda será saldada...

¿Deuda?, ¿¡de que estaba hablando ese loco!?

Alfred pensó mientras miraba con impotencia como el rostro de Hugo se ponía azul, una parte de él sintió que se lo merecía por ser tan idiota, pero inmediatamente se sintió mal por pensar eso, era su hermano. ¡Y lo iban a matar!

Apresuradamente se descolgó la mochila y tomo uno de los picos que había llevado, decidido, ataco, levanto el objeto contundente y lo dejo caer sobre el brazo que aprisionaba a su hermano. La otra persona de cabello largo no se esperaba esto, sus ojos se abrieron cuando el objeto se clavó en su carne, la sangre se derramo, pero parecía no sentir dolor mientras miraba a Alfred sin comprender: Su expresión era como la de un niño perdido.

Su agarre, naturalmente, se aflojo y Hugo cayó al suelo, Alfred no le dio tiempo ni de dar una bocanada de aire antes de tomarlo del brazo y levantarlo, miro con terror como el "atacante" se quitaba el pico del brazo, la sangre había dejado de salir y la herida estaba sanando a una velocidad irrealista.

Estaba claro y ya lo había comprendido: Esa cosa no era humana.

Llego junto a Andy como un rayo y también lo tomo del brazo, comenzó a correr con ellos hacia la salida, el menor estaba un poco sorprendido por cómo se había desarrollado todo y no quería irse. Así que antes de pasar el umbral se zafo del agarre de Alfred.

— ¿Estás loco?

—Me quedaré, estuve muchos años esperando este momento.

— ¿¡Quieres que te mate!?— Esta vez fue el turno de hablar de Hugo.

Alfred se mordió el labio cuando Andy ya no hablo, sabía que este joven terco no cambiaría de opinión. Sin duda no podía permitir que muriera, Sea lo mataría. Tampoco podía dejar que su hermano se quedara aquí. Suspiro, finalmente tomando una decisión.

—Hugo, corre montaña abajo y notifica a los guardias.

— ¿Qué?

— ¡Vete!— Y le dio un gran empujón, Hugo casi cayo de bruces al suelo, pero logro apoyarse en la pared. Miro a su hermano antes de echarse a correr.

Está bien, esperaba que los guardias vinieran a ayudar, cualquier castigo sería mejor que la muerte. ¿Verdad?

— ¿Por qué?

Un murmullo le puso los pelos de punta, abrazo a Andy antes de que ambos rodaran hacia un costado. Ese maníaco había intentado agarrarlos.

—No nos lastimara.

— ¡Claro que no, nos invitara a tomar el té!—, definitivamente a Andy se le había fundido el cerebro. ¿¡Qué no los iba a lastimar!? ¡Qué gran broma!

Con un "ah" se puso de pie de un salto y esquivo nuevamente a este loco que quería agarrarlo, noto que los pasos de su perseguidor eran un poco lentos y dudoso, nada en comparación de cuando ataco a Hugo. También se percató de que lo seguía a él y parecía ignorar la existencia de Andy, ¿era por qué el candado había sido abierto con su maldita sangre?

¿Por qué parecía que estaba jugando con él?

De cualquier manera alejo a este supuesto Ángel del menor mientras corría por todo el lugar esquivando sus brazos y piernas que de vez en cuando se extendían para hacerlo tropezar. Alfred se movía de una manera fluida, una que ni él había imaginado gracias a sus viejos huesos. Mientras saltaba unas piedras por el rabillo del ojo noto movimiento desde la entrada.

¡Por fin Hugo había vuelto con los guardias!

La sonrisa que se había formado en su rostro desapareció cuando vio a una mujer de cabello corto y con una bata blanca, Alfred la reconocería hasta el fin del mundo.

— ¿Bea?— Estaba desconcertado, tanto que se olvidó del Ángel que quería capturarlo, inmediatamente se vio atrapado en un par de brazos flacos que lo elevaron un poco, intento liberarse, pero este ser era extremadamente fuerte. Dejo de moverse cuando sintió que su espalda toco algo en particular, su rostro palideció al recordar que este Ángel estaba desnudo. — ¡SUÉLTAME!— No se le podía culpar por entrar en pánico, toda la calma que había tratado de aparentar antes se esfumo en el acto mientras comenzaba a retorcerse de nuevo. Estaba esperando que el contrario lo aplastara hasta la muerte o lo matara de alguna manera, pero no sucedió. Se quedó quieto mientras esperaba a que dejara de moverse.

Bea los miro desde donde estaba, una sonrisa demente se formó en sus labios, detrás de ella apareció un hombre de tez oscura que gracias a eso se "camuflaba" en la oscuridad, cuando se acercó más la luz de las amatistas le daban un toque de obsidiana a su piel. Su cabello era enrulado y frondoso, le llegaba hasta los hombros y tenía unos ojos oscuros pequeños. Su torso estaba desnudo, dejando al descubierto sus bien definidos músculos.

— ¿A quién tengo que matar?— En cuanto su voz plana llego a los oídos de Alfred y Andy, se congelaron. La pregunta fue tan casual como si le estuviera preguntando a un pequeño que dulce quiere.

—Tienes prohibido matar a Alfred, en cuanto al Ángel: Golpéalo. El humano, haz lo que quieras con él. Luego trae a los otros dos.

— ¡Andy!— Se alarmo cuando el muchacho trato de esconderse detrás de una de las piedras, pero no eran lo suficientemente grandes para cubrirlo. El hombre de tez oscura comenzó a caminar en su dirección, en menos de diez pasos llegaría. Comenzó a tratar de liberarse con frenesí, consiguiendo que esos brazos lo apretaran aún más. ¿Por qué tenía la sensación de que este Ángel quería fundirlo con su carne y huesos?

—Cálmate—. El habla del otro fue lenta y precisa. Alfred tenía los pelos de punta, pero por alguna razón dejo de luchar. Observo como Andy corría lejos del otro hombre y se escabullía lo mejor que podía.

—Tengo que ayudarlo, suéltame—. Trataría de ser racional, la otra parte ya había mostrado una pequeña intención de comenzar una charla. Aun no lo había matado, ¿eso no era un punto a favor?

Sintió que el contrario negaba a sus espaldas, ¿qué le pasaba a este grandulón desnutrido?, ¡estaba loco!

El Ángel avanzó con Alfred en brazos y al poco tiempo se dio cuenta que esto era un inconveniente, ya que cierta parte de su cuerpo no dejaba de impactar con la espalda del otro, así que con pesar lo bajo. El de cabello castaño pareció haber sido picado por algo y se alejó inmediatamente de él mientras le echaba una mirada rápida.

Bien, este ser desnudo al menos no lo mataría. Eso ya estaba claro, Andy tenía razón, no les haría daño, pero aun no comprendía la razón por la cual había atacado a Hugo.

—Bea—. Se acercó un poco a la mujer y esta saco un arma de su túnica, Alfred se detuvo, sus ojos color miel brillaban con la luz pálida de las rocas. Sabía que Bea no lo mataría, ella misma le había ordenado al otro hombre que estaba prohibido matarlo. —No esperaba esto de ti, nos conocemos hace tantos años—. La frustración y decepción se filtraban a través de su voz, su corazón había sido apuñalado una y otra vez. Si bien él y Bea eran amigos, no se veían muy a menudo, pero Alfred siempre la tenía presente en su corazón. ¿No que las verdaderas amistades eran para toda una vida?

¿Por qué su amiga lo estaba traicionando así?

Quizá había sido demasiado ingenuo.

—No es nada personal, Alfred—. El arma giro en sus manos y le echó un vistazo al Ángel. —Solo te necesitaba para que abrieras la maldita puerta y despejaras la formación de la fuente, puede haberlo hecho hace años, pero como ya te habrás dado cuenta alguien me prohibió matarte, y si tomara tu sangre sin más sería un suicidio.

— ¿Quién te ordeno eso?—. Miró a Andy, él cual ahora se encontraba en una lucha con el hombre musculoso, el rubio salto y le dio una patada en la cara. Alfred se impresiono, no sabía que el más joven tuviera tales habilidades de pelea.

Andy lo arrastro a todo esto, literalmente. Desde la leyenda hasta Kerba, posteriormente a Moff mientras "insistía en venir", ¿podría ser que ese joven, que él consideraba inocente, también le hubiera tendido una trampa para abrir la puerta?, ¿Por qué esa puerta llena de cosas extrañas solo se abría con su sangre?

¿Qué estaba pasando?

¿Qué no estaba recordando?

— ¿Qué?, ¿acaso crees que las personas que están a tu alrededor no lo sabes?

— ¿Saber qué cosa?

Ella se rió.

—No sirve de nada que yo te lo diga. ¿Qué tal si le preguntas más tarde a tu queridísimo hermano?

¿Hugo?, ¿qué tenía que ver él en todo esto?

Un gritó de dolor de Andy lo hizo reaccionar, el hombre con el cual estaba peleando lo había golpeado y el pobre muchacho se había dado directo contra una roca, algunos fragmentos de esta se clavaron en su espalda, haciendo que gotitas de sangre se derramaran. Estas se deslizaron hasta el suelo antes de filtrarse a través de las amatistas más cercanas, las cuales adquirieron un tono rojo aterrador.

Alfred corrió de inmediato hacia ellos y se estrelló directamente junto al de tez oscura, solo para descubrir que era tan inamovible como una fuerte roca. Su corazón se volvió aún más amargo, esto le recordó la situación que tuvo con Hugo hace unos minutos. Dió un salto atrás y lo observo. En verdad no lo había movido ni un centímetro.

—No puedo matarte, no te metas en mi camino y déjame culminar con mi trabajo—. El tono plano que había vuelto a utilizar desprendía escarcha, pero Alfred no se vió intimidado.

Se escuchó el sonido de algo cayendo, al principio sonaba como pequeñas gotas de agua, luego como roca impactando contra roca, levanto la mirada solo para descubrir que el techo de la cueva estaba empezando a colapsar. Pequeñas enredaderas brillaban de un intenso rojo, así como las piedras.

— ¿Qué está pasando?

—El lugar fue contaminado con sangre.

De un momento a otro el Ángel había aparecido y ahora se encontraba peleando contra el gran hombre. Alfred se sorprendió al descubrir que parecía estar más recuperado, sus pasos ya no eran titubeantes y su cuerpo parecía más fuerte. ¿Qué era todo esto?, incluso en sus brazos flacos se comenzaba a notar algo de musculo. Trato de dejar de lado todas sus dudas mientras se apresuraba a ayudar al más joven.

— ¿Estas bien?, ¿cómo que contaminación por sangre?, si antes el candado se abrió con la mía...

Sin previo aviso Andy lo abrazo y una bala le rozo el brazo, el chico rubio jadeo y se mordió el labio con fuerza mientras contenía un grito de dolor.

—Ese estúpido de Loc no puede hacer nada bien, si quiero un trabajo bien hecho jamás se lo debo de confiar a un hombre—. En algún momento Bea se había acercado, conforme los segundos iban pasando su expresión mostraba más locura. Las rocas comenzaban a caer a los alrededores. Alfred se paró delante de Andy y trato de cubrirlo con su cuerpo.

Ahora la salida estaba libre de obstrucciones, si lograban llegar podrían intentar escapar. ¿Cuándo llegaría Hugo?..., ¿acaso se encontró con Bea en el camino?

Un sentimiento de miedo y ansiedad comenzó a invadirlo, pero no era el momento. Así que lo suprimió como pudo, aun así un sudor frío se desato en su espalda.

Bea levanto el arma, claramente no iba dispararle, pero su expresión era mortal. Estaba esperando que Alfred hiciera el mínimo movimiento para atacar a Andy.

La mente del de cabello castaño corrió a gran velocidad mientras se giraba y le arrancaba el bolso a Andy, casi arrojándolo al suelo. Se lo aventó a Bea, esta lo esquivo, pero no pudo esquivar el fuerte golpe que recibió a su costado, Alfred había aprovechado ese pequeño momento de distracción para tomar una de las rocas que habían caído del techo, tenía una forma un poco puntiaguda la cual aprovecho para atacar.

El arma y la roca chocaron, produciendo un sonido amortiguado. Bea sintió como su brazo vibro con una sensación adormecedora, había sido muy estúpida al creer que Alfred no se defendería.

Ella lo conocía lo suficiente, sabía que actuaría si alguien de su círculo cercano estuviera en peligro.

Las rocas comenzaron a caer con más rapidez, Alfred y Bea las esquivaban mientras intercambiaban movimientos, la mujer había querido golpearlo con la culata del arma en la cabeza, pero Alfred levanto su mano libre y la detuvo, solo para después tratar de empujarla.

Se sentía un poco culpable, jamás había peleado contra una mujer, al menos el no recordaba haberlo hecho. Siempre había sido muy respetuoso con el sexo opuesto, pero al ver a Bea amenazando a Andy con el arma no pudo contenerse y la golpeo.

Un "lo siento" casi dejo sus labios.

Debía de admitir que ella sabía cómo atacar, pues en ese momento de distracción suyo, el arma ya había impactado en sus costillas. Se dobló sobre su estómago mientras caía hacia atrás para evitar una roca, jadeo y le echó un vistazo a Andy que aún seguía ahí. ¿Por qué aún no se había ido?

Siguió rápidamente la mirada del chico solo para descubrir que estaba mirando al Ángel, este tenía un poco de sangre en la comisura de sus labios, mientras que el de piel oscura tenia múltiples cortes sobre su piel, el rojo resaltaba en su tez.

— ¡Vete!— Le grito mientras se apresuraba a lanzarse sobre Bea para bajar el arma que apuntaba al rubio, la sangre se escurría por el brazo de este, haciendo que las rocas brillaran más intensamente al igual que las enredaderas.

Tenían que salir ya o morirían aplastados.

—Alfred...— La mujer no termino de hablar porque de repente se cayó hacia un lado, inconsciente. El Ángel había terminado de pelar contra el otro hombre, Loc, el cual ahora se encontraba jadeando contra una roca, y se había apresurado a ayudarlos.

Alf lo miro, sin saber que sentir al respecto.

—No hay tiempo, vamos—. Se agacho y tomo a la inconsciente Bea por los brazos, quizá era estúpido de su parte, pero quería sacarla. No podía terminar todo así, quería respuestas a todas sus dudas y sentía que esta mujer podría responderlas. —Alguien vaya por el otro...

De repente lo jalaron, Bea se resbalo de sus manos y cuando se dio cuenta se encontraban corriendo. El Ángel había impedido que terminara de acercar a Bea a la salida.

— ¡Suéltame!, aún hay personas ahí dentro.

— ¿Personas?— La criatura hablo en su dialecto. Alfred tembló al comprenderlo, los ojos verdes del otro brillaron con comprensión. —No se puede volver.

Y era verdad, ya se encontraban corriendo por el túnel que los llevaría a la otra sección antes de la salida, las piedras colapsaban detrás de ellos levantando una nube de polvo. Andy y él jadeaban tratando de respirar.

Una luz verdosa comenzó a aparecer en su campo de visión: Era la luz que producían los hongos.

— ¡No se detengan!— Un poco más y podrían salir. Inconscientemente Alfred apretó la mano del Ángel, el cual lo sostenía para no dejarlo atrás, su velocidad era increíble.

—Alfred, ¡cuidado!

Levanto la mirada, una gran piedra estaba a punto de caer sobre él, soltó la mano del otro hombre para así evitar arrastrarlo con él y este avanzo una distancia considerable antes de lograr detenerse. Su expresión era de un miedo que hasta lograba congelar el alma.

Se acabó.

Sin previo aviso, Andy, que estaba más cerca, se abalanzo, empujando a Alfred, este no se esperaba que el chico actuara y cayo inmediatamente hacia un costado, impactando contra unos hongos, el micelio de las paredes se contrajo y envolvió su brazo mientras que las esporas lo hacían toser.

— ¡Andy!

—Fue mi plan, desde un principio...—, la voz suave llego a sus oídos y todo lo que pudo ver fue una sonrisa radiante antes de que la roca produjera un sonido horripilante al impactar contra el suelo. La sangre salpico a su alrededor.

Esta misma se filtró en líneas finas, expandiéndose por todo el lugar y acelerando el derrumbe.

De repente los collares, que estaban escondidos dentro de su ropa, se rompieron, las cadenitas se deslizo por su cuello.

Estaba congelado en su lugar, ni siquiera sentía como el micelio estaba a punto de entrar por sus fosas nasales y boca, no daba crédito a lo que había sucedido y a lo que estaba mirando.

¿Acaso estaba soñando?

¿Era eso una pesadilla?

Quería despertarse ya.

El Ángel había llegado a su lado y retiro con desesperación el micelio a su alrededor, luego lo levanto y cargándolo como un costal de papas, se largó a correr de nuevo. Él solo se quedó mirando la roca fijamente, podía jurar que hasta podía ver un poco del cabello de Andy asomándose, pero ya no lograba distinguir si era rubio o rojo por la sangre.

El dolor se desato el su corazón, bombeándolo hasta cada parte de su cuerpo, se encontraba entumecido, quería gritar y llorar.

Pero por alguna razón no podía hacerlo.

—No, él sigue ahí. Regresa...

Las grandes rocas rápidamente obstruyeron su vista.

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𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Elast y Alfred logran interponerse en el camino del Príncipe y así evitar que este fuera a un destino atroz.
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
¡Te invito a seguir leyendo para descubrirlo! 💗
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Finalmente Elast y Alfred se embarcaron en la verdadera aventura. ¿Sus lazos se fortalecerán o se volverán aún más flojos?
¡Te invito a leer para descubrirlo!
Annx
Me encanta me está cautivando mucho está historia🥰
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Alfred está a nada de encontrarse con el amor de su vida, aunque nada asegura que después de eso las cosas sean más fáciles. 🕺
💥Decchan🥦
amooo hermoso
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈: Muchas gracias. 💗
total 1 replies
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