Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 18: En Busca De Respuestas
Las calles de la ciudad se alzaban ante Liana y Valen como un laberinto de sombras y secretos. La noche estaba en su apogeo, cubriendo el mundo con un manto de oscuridad apenas rasgado por la luz de las farolas. A su alrededor, la ciudad dormía, ignorante de la guerra silenciosa que se desataba en sus entrañas. Pero para Liana, esta noche era solo el comienzo de una búsqueda que la llevaría a lugares donde pocos se atreverían a aventurarse.
Valen caminaba a su lado en silencio, su rostro impasible, pero sus ojos siempre en movimiento, atentos a cualquier señal de peligro. Habían dejado atrás la seguridad de la biblioteca de la Alianza, y ahora se dirigían hacia los límites de la ciudad, a un lugar donde esperaban encontrar las respuestas que tanto necesitaban.
—¿Estás segura de que es aquí? —preguntó Valen en voz baja, aunque su tono no era de duda, sino de mera confirmación.
Liana asintió, sintiendo un nudo en su estómago. La pista que habían encontrado en los textos antiguos los había conducido a un lugar que no se mencionaba en las leyendas, un santuario oculto más allá de la vista de los Guardianes y los Ángeles Caídos. Un lugar donde se decía que los secretos del pasado se mantenían a salvo, esperando a aquellos que eran lo suficientemente valientes para buscarlos.
—La entrada debería estar cerca —respondió, aunque su voz contenía más esperanza que certeza.
Habían estado caminando durante horas, las calles desiertas extendiéndose interminablemente ante ellos. Pero justo cuando Liana comenzaba a preguntarse si habían tomado el camino correcto, Valen se detuvo en seco.
—Aquí —dijo, señalando una grieta apenas visible en el muro de un edificio abandonado. Sus ojos brillaron con la intensidad de alguien que había encontrado algo valioso.
Liana se acercó, observando la grieta con atención. A primera vista, parecía un simple defecto en la pared, pero cuando extendió la mano y tocó la piedra fría, sintió un ligero pulso de energía, como si la estructura misma estuviera viva.
—Es una entrada oculta —murmuró Valen—. Solo los que conocen su existencia pueden abrirla.
Liana cerró los ojos, concentrándose en el pequeño flujo de energía que sentía bajo sus dedos. Había aprendido a controlar su poder con el tiempo, y ahora lo canalizó hacia la grieta, empujando suavemente con su mente hasta que la pared comenzó a ceder. Con un crujido sordo, la grieta se ensanchó, revelando una puerta oculta.
—Bien hecho —comentó Valen con una ligera inclinación de cabeza, una rara muestra de aprobación.
Liana no respondió, enfocada en la tarea que tenían por delante. Empujó la puerta, que se abrió lentamente con un chirrido, revelando una escalera que descendía hacia las profundidades del edificio. Una brisa fría y húmeda sopló desde el interior, haciendo que Liana se estremeciera.
—Vamos —dijo, dando el primer paso hacia la oscuridad.
El descenso fue largo y sinuoso, las escaleras parecían no tener fin mientras se adentraban más y más en la tierra. La oscuridad los envolvía por completo, pero Liana mantenía su mano en la pared, guiándose por la leve vibración de energía que aún percibía.
Finalmente, llegaron al final de la escalera, y un vasto salón se abrió ante ellos. A diferencia del exterior descuidado, el interior del santuario estaba intacto, como si el tiempo no hubiera tocado sus paredes ni sus suelos de mármol. Antiguos candelabros colgaban del techo, iluminados por una luz suave y espectral que no provenía de ninguna llama visible.
—Este lugar… —susurró Liana, sintiendo la enormidad del poder que emanaba de cada rincón del salón—. Es más antiguo de lo que pensé.
Valen asintió, pero sus ojos estaban fijos en un altar al final de la sala, donde un libro grueso y encuadernado en cuero descansaba, rodeado de símbolos grabados en la piedra.
—Ese es el origen de las respuestas que buscamos —dijo, caminando hacia el altar.
Liana lo siguió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Sabía que este libro contenía la clave para desentrañar la profecía antigua, para entender cómo podían detener a los Ángeles Caídos y restaurar el equilibrio en el mundo. Pero también sabía que con las respuestas vendrían nuevas preguntas, y que cada secreto revelado podría cambiar el curso de sus vidas para siempre.
Valen tomó el libro con cuidado, sus dedos trazando los símbolos en la cubierta antes de abrirlo. Las páginas estaban llenas de texto en una lengua que Liana no podía leer, pero Valen, con su conocimiento de las artes oscuras, comenzó a traducir en voz baja.
—Habla de la llave, y de aquellos que intentaron buscarla antes que nosotros —dijo, sus ojos recorriendo las líneas rápidamente—. Pero también habla de una elección, una que solo los más dignos pueden hacer.
Liana sintió un escalofrío. Sabía que este viaje no sería fácil, pero ahora entendía que la verdadera prueba aún estaba por venir. El libro no solo les diría dónde encontrar la llave, sino que también los pondría a prueba, para ver si eran lo suficientemente fuertes, no solo en cuerpo, sino en espíritu.
—Debemos prepararnos —dijo finalmente, cerrando el libro con un gesto decidido—. Porque lo que sea que encontremos, cambiará todo.
Valen asintió, su rostro impasible, pero Liana pudo ver una chispa de respeto en sus ojos. Sabía que ambos estaban en esto juntos, y que solo trabajando como un equipo podrían tener éxito en la búsqueda de respuestas.
Juntos, tomaron el libro y comenzaron su ascenso de vuelta a la superficie, sabiendo que el camino hacia la verdad sería largo, y que cada paso los llevaría más cerca de la batalla final que decidiría el destino de todos los mundos.