Dos jóvenes de la misma clase social, pero con diferentes personalidades. Se verán envueltos en una difícil situación. Ambos serán secuestrados, para beneficios de otros. ¿Qué pasará con ellos? ¿Lograrán salir ilesos luego de pasar un proceso traumático? Los invito a leer
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Capitulo 21
Edgar luchó tanto contra sí mismo, que cayó en un profundo sueño, producido por el cansancio mental. A las 6:00 AM, abrió los ojos, aturdido. A su mente llegaron vanos recuerdos, que supuso que era un sueño, pero al mirar a la joven enrollada en la sábana, comprendió que fue real.
Madolyn lo miraba fijamente, tenía los ojos hinchados y la se notaba cansada, ya que le fue imposible dormir, por miedo a que él se acercara nuevamente.
Edgar se miró al cuerpo, estaba completamente desnudo, miró la cobija donde dormía, y su bóxer tirado al lado. Empezó a tener arritmias cardiacas, cerró los ojos con fuerza y apretó los puños. Volvió la mirada a Madolyn y a la sábana que cubría su cuerpo. La cobija mostraba una mancha de sangre, al igual que la sábana. Evidentemente, no solo abusó de ella, sino que también le quitó la virginidad.
Él, con un enorme estruendo que hizo eco en toda la cabaña, retumbando cada rincón del sitio, gritó con dolor, “No”.
La joven sintió estupor por el gran ruido.
Él se acercó a Madolyn, de rodillas, y por primera vez en mucho tiempo, sus hermosos ojos azules se llenaron de lágrimas.
— Perdóname. Perdóname. Te juro que no quería hacerlo.— pidió de rodillas, entre llantos. Madolyn clavo la mirada en la pared, y no mostró ninguna expresión.
Alondra Y Samuel escucharon el grito del joven y bajaron al sótano inmediatamente. Abrieron la puerta, encontrándose con Edgar de rodillas, pidiendo perdón. Ambos observaron la escena, y sonrieron con satisfacción, su plan empezaba a dar resultado.
— ¡Vaya! No lo puedo creer, la modelito era virgen.— dijo Samuel sonriente. Para Alondra, eso fue un golpe bajo a su autoestima, Madolyn no solo era una en su trabajo, sino que también era una madre Teresa.
Edgar intentó agredir a Samuel, más las cadenas se lo impidieron. En el suelo, expandiendo su cuerpo hasta más no poder, le gritó.— Te voy a matar, desgraciado, hijo de puta.
Madolyn seguía sin reaccionar, parecía aislada de todos.
Alondra llamó a Pilar, para que esta se llevara a la castaña. Edgar no preguntó a dónde la llevan, pues en cualquier lugar estaría mejor que cerca de él.
Alondra se fue con las mujeres, dejando a Samuel y a Edgar, mirándose con resentimiento.
— Lo ves Edgar, eres igual a mí. Abusaste de ella. ¿A dónde está ese hombre incapaz de tocar a una mujer sin su consentimiento? Eres un maldito abusador.— dijo Samuel, victorioso.
El rubio se quedó callado, su primo tenía razón, era un cobarde abusador, había dañado a una mujer por sus bajos instintos. Actuó como un animal salvaje.
— Lograste lo que querías, ¿no? Mátame ahora que puedes, porque si logro salir de aquí, tu carne se la echaré a los perros.— amenazó Edgar.
— Si la dejaste embarazada, lo pensaré.
Samuel se burló de Edgar, recordándole lo que había hecho con la modelo.
Alondra llevó a Madolyn a la habitación donde estuvo anteriormente. La castaña no mostraba ninguna expresión.
— Saliste santita, quién lo diría.
Madolyn no respondió a su comentario, y Alondra continuó hablando.
— Si hubiese estado con él a la buena, no lo estuviera lamentando en este momento. Cuando está en sus brazos solo hay que dejarse llevar y ceder a sus caricias. No hay necesidad de fingir un orgasmo, él conoce los puntos sensibles de una mujer. Edgar sabe usar cada parte de su cuerpo a su favor. Es perfecto haciendo el amor. En fin, lástima que tú no lo sabrá.— expresó con melancolía.
Dos días después
En la ciudad, el tránsito estaba en la hora pico, y los transeúntes circulaban a toda prisa. En la agencia de publicidad, LynParker, se encontraba el señor Carlos Parker. Hablando con unos de los detectives encargados de la búsqueda de Madolyn. Había un dato importante sobre la desaparición de la joven. Una de la cámara de vigilancia del parque, captó a Madolyn la noche que desapareció.
En el vídeo se podía ver claramente cuando un auto se le atravesó a la joven internacionalmente, logrando que ella lo chocara. La joven bajó de su auto y no volvió a subir. Lo lamentable del caso era que la otra persona no se dejó captar, y el auto no tenía placa.
— Detective, ¿eso significa que mi hija fue secuestrada?
— Todo aparenta que sí, señor. Lo extraño es que no hayan podido rescate. A menos que…
— ¿Qué? Hablé ya.— pidió Carlos, nervioso.
— Que haya sido secuestrada por trata de blancas.
Si el señor estaba preocupado anteriormente, ahora estaba al borde de la locura. No quería pensar en esa posibilidad, de ser cierta, era aterrador para su familia.
— Detective, ni una palabra a mi esposa.
Mientras tanto, por otro lado.
En la mansión Lewis, la señora Natalia se encontraba en la terraza, mirando el jardín. Los hombres de confianza de Edgar se acercaron a ella, con muchas inquietudes.
La señora le indicó sentarse, a lo que ellos accedieron.
Rodrigo y Joel, eran los asistentes personales, y guardaespaldas de Edgar, sabían todo acerca de él. Por ejemplo, al rubio no le gustaba viajar en avión público, por eso compró un jet privado. Entonces, ¿como si iba a viajar no se fue en su jet?
Ellos siempre lo acompañaban a todos los viajes, ¿por qué se fue sin ellos?
Algo que llamaba la atención de los guardaespaldas, era que no se sabía en qué país estaba, las cuentas de banco estaban intactas, y de los teléfonos que se comunicaba perdían la señal.
— Por Dios, están aumentando mi angustia. Desde hace unos días siento que algo no está bien, cada vez que hablo con él, lo noto extraño, frío, le cuesta pronunciar palabra.
Los hombres se miraron entre ellos, luego volvieron las miradas a la señora.
— Hay algo que debes saber, y necesitamos que lo mantenga en secreto.
— No lo hablaré con nadie, pero díganme todo lo que saben, por favor.
— El señor Edgar terminó su relación con Alondra hace más de un mes. No sabemos exactamente cuáles fueron los motivos, ya que él, es muy reservado con su vida sentimental. De todo modo, creemos que Samuel tuvo que ver con el acontecimiento.— explicó Rodrigo.
— ¿Samuel? No entiendo.