"No soy un vampiro común cariño, porque yo, escuchalo bien, NO me enamoro"
-Claus Collins.
***
Claus Collins es misterioso, calculador, frío, controlador, tremendamente sexy pero sobre todo arrogante y en ninguno de sus planes estaba enamorarse.
Tenía una misión y no era la primera misión que le encomendaban, confiaban en él y podía conseguirlo todo con solo chasquear sus dedos.
¿Podrás entender el porque nunca enamorarse? eso solo lo sabrás si miras un poco dentro de esos ojos color zafiro capaz de embelesar pero también de matar.
Por el contrario Marianna Grey curiosa de aquel chico extraño que decidió hablarle en aquella fiesta, se propone averiguar por qué aquellos ojos color zafiro gritaban peligro.
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Capítulo 18
Me levanto temprano, me encamino al baño y me veo en el espejo, diablos mis ojos se veían cansados, debía dormir mejor, me baño y trato de ocultar mis ojos cansados con maquillaje, papá ya estaba en el hospital y de seguro Miguel durmiendo, me cambio con una ropa ligera, tomo mi mochila y guardo ropa en ella, tomo el grimorio y también lo guardo, tomo el celular y busco el chat de Nolan.
Yo: Nolan ¿Qué haces?
Nolan el lee mentes: ¿Tan temprano y ya me extrañas?
Yo: ¿Puedes llevarme a tu casa?
Nolan el lee mentes: Claro, paso por ti en cinco minutos
Yo: Vale te espero afuera
Guardo mi celular en el bolso, lo tomo y salgo de mi habitación, camino sin hacer ruido y bajo las escaleras, voy a la cocina y me preparo sanduches, guardo unos cuantos en la mochila y me como uno, salgo a la puerta y me siento en el piso a esperar a Nolan, no pasa un minuto yo ahí sentada cuando veo su Jeep negro aparecer, me levanto y me adentro a él.
—Estas muy linda hoy — me dice mirándome de arriba a bajo, ruedo los ojos.
—Solo arranca — le dije tratando que no viera el rubor de mis mejillas, asiente y hace rugir el motor, maneja hasta adentrarse al bosque, se puede notar que ya estamos llegando a la gran casa de ellos, de día se ve muy bonita, tiene unos ventanales enormes que no dejan ver nada hacia dentro, es parecida a una cabaña pero más moderna, es realmente hermosa, parquea y nos bajamos.
—Dígame señorita porque quería que la trajera aquí — dice intrigado, lo observo y luce esplendido, el sol hace resaltar su cabello y sus ojos grises lo hacen lucir tremendamente guapo, debajo de su camisa blanca se le pueden notar sus músculos, agito mi cabeza tratando de concentrarme.
—Quería que me enseñaras a pelear — le dije tímidamente, el frunce el ceño.
—No soy la persona indicada para eso, le diré a Claus, él es quien nos entrena — me dice mirándome curioso como la primera vez que nos conocimos.
—¿Y por qué tu no? — le pregunte nerviosa.
—El puede enseñarte bien, es el mejor, tranquila, además tengo que salir a hacer unas vueltas — me dice restandole importancia, asiento rendida.
—Ven entra, espera en la sala, le diré a Claus — me dice caminando hacia la entrada de la casa, lo sigo y entramos a ella, me siento en el gran sofá del salón, me siento impaciente a esperar a Claus.
A los pocos minutos aparecen Claus y Nolan, Nolan me sonríe y se despide de mi, sale de la casa y se monta en el Jeep, siento el motor rugir y arrancar, me giro para mirar a Claus y su mirada es de pura arrogancia.
—Vamos — me dice caminando hacia la parte trasera de la casa, me levanto rápido tratando de seguirle el paso, abre una puerta y yo salgo detrás de él, en mi vista aparece una pequeña cabaña rodeada por el bosque.
—Entra a esa cabaña — me dice con los brazos cruzados, me doy el tiempo de observarlo a la luz del día, su cabello negro lo hace lucir salvaje, sus ojos zafiro están en un tono claro hipnotizante, su forma de vestir (siempre de negro) lo hace lucir temerario, de los tres, él tiene el cuerpo más trabajado, se le puede notar por debajo de su ropa, le asiento y me encamino a la cabaña.
Entro y me encuentro que es un taller, observo detenidamente cada parte, lleno de herramientas y objetos similares, por las pequeñas ventanas que tienen la hacen sentir cálida, en el centro de ella hay una silla, a un lado de ella hay sogas, las miro confundida, a un lado de la pared hay un tipo de portón lo que supongo es para el Jeep, volteo y veo a Claus detrás de mi, mirándome sin emociones.
—Siéntate —me dice sin despegar sus ojos de mi, frunzo el ceño y obedezco y me siento en la silla, el se acerca a mi y toma la soga aún lado de la silla, comienza a amarrar mis manos y pies a la silla, abro los ojos por el asombro.
—¿Por qué me amarras?— le digo nerviosa, el me ignora y termina de amarrarme, me mira y sonríe con gracia, yo no le veo la gracia y lo miro furiosa.
—Tienes que liberarte por tu cuenta — me dice aún con su sonrisa burlesca, frunzo el ceño por el enojo y el se encamina a la puerta y la cierra, lo veo alejarse por las pequeñas ventanas, mi furia aumenta.
—No me dejes aquí idiota — le grito, pero el no se detiene, comienzo a desesperarme e intento hacer movimientos bruscos lo que hacen que me lastime mis muñecas, reprimo una maldición y sigo insistiendo, cuando veo que no puedo hacer nada, trato de respirar para calmarme, maldigo a Claus y comienzo a observar que puede servirme para liberarme de mis ataduras, pero todo es en vano.
Puedo observar por la ventanita que el sol se oculta, mis muñecas me arden por intentar zafarme de ellas, tengo mucha sed y trato de calmarme, siento unos pasos y se por el escalofrió que es Claus, agacho mi cabeza y cierro mis ojos.
—No te liberaste — dice, pero yo no respondo, sigo con la cabeza gacha y los ojos cerrados, el se encamina hacia mi y con sus dedos alza mi mentón.
—Mierda — dice y comienza desamarrarme, me levanta como un bulto de patatas, camina a paso ligero y me entra a la casa, me acuesta en el sofá y me da pequeñas palmadas en mis mejillas para que reaccione, pero no abro los ojos, puedo sentir lo desesperado que esta.
—Mierda, mierda, esto fue una idea terrible —siento sus pasos alejarse pero no me atrevo a abrir los ojos, tengo que seguir con mi farsa de estar inconsciente, siento sus pasos y supongo que se agacha, porque siento su aliento muy cerca de mi rostro, lo que pasa después me hace abrir los ojos alarmada, el muy desgraciado me echo agua encima.