De Emperatriz A Princesa

—¿Se encuentra bien?— preocupado, preguntó, sin darse cuenta había tomado la mano de Alana, que aún después de lo sucedido, parecía que ardía, ya que su cara se había tornado completamente roja.

—Estoy bien comandante, de hecho ya debemos regresar con los pequeños, vamos Sara— se levantó de su asiento y se retiró muy nerviosa.

Nerón se dio cuenta de cuan acelerado estaba el corazón de Alana, eso lo hizo sonreír, asustando a sus empleados ya que no era normal verlo de esa manera.

—Veo que por fin encontró a la indicada, mi lord— burlón le comentó Gael

—Solo si me acepta, ella es alguien muy importante para su majestad, pero antes de eso vivió en Nala como emperatriz y yo tuve como misión enamorarla para sacarle información, aunque el que terminó enamorado, fui yo— contaba esto a su más fiel sirviente

—Así que todo fue un juego para usted— se soltó a reír —que estúpidas somos las mujeres que creemos en la palabra de un hombre solo porque en un momento dado nos sentimos solas y los vemos como una salida— continúo riendo aunque su risa se convierte en llanto. —Regresé para agradecerle por el desayuno, jamás imaginé que iba a escuchar su confesión, por mi puede seguir haciendo lo que guste, pero no me pida más de lo que yo ya le he dado, con permiso— se fue del lugar a toda prisa, corrió a su habitación y ahí fue directo a lavarse la cara.

—«Tranquila Alana, tu prioridad son dos hermosos pequeños, nadie debe interponerse en eso, ya saliste de un problema, debes resolver el resto»— secando su rostro y poniendo en orden sus prioridades, salió del baño y fue con sus hijos

—¿Aún no se han despertado verdad?— en susurros preguntó

—Siguen descansando majestad, son maravillosos, solo se despiertan para comer y lloran cuando necesitan que se les cambie— orgullosa de los pequeños, con satisfacción informó Sara

—Me alegro. Por cierto Sara, deja de llamarme majestad, dime alteza o simplemente Alana, incluso podrías decirme señora, no me importa, pero no quiero ser más majestad, porque dejé de serlo en cuanto salimos de Nala— expresando tranquilidad, pidió.

—Si mi señora, como usted diga— tomando las manos de Alana, la chica respondió con un gesto de amabilidad

Por parte del comandante, enseguida salió a hablar con el emperador, pues no estaba de acuerdo con su compromiso, ya que él estaba enamorado de alguien más.

—Majestad, mis disculpas por este atrevimiento, pero necesito aclarar el asunto de mi compromiso con la señorita Solt, no estoy de acuerdo— irrespetuoso, se quejaba

—Comandante, aunque es poderoso, Mi hija mayor y yo, tenemos aún más poder que usted. El compromiso lo decidí en cuanto conocí a Alana, ¿quiere saber por qué?— irradiaba ira, en su aura se podía notar, —porque usted conoció a Alana mucho antes que nosotros, conocía también a la emperatriz y ni siquiera por esa razón, informó sobre el gran parecido de las dos, estoy completamente seguro que se aprovechó de mi hija, por mi parte estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad si es que me llega a odiar, puedo vivir con ello con el simple hecho de saber que está con vida. Su compromiso es irrevocable, tiene que asumir las consecuencias de sus actos, no hizo nada, sabiendo que cabía una posibilidad de ser la hija que tanto habíamos buscado, todo el imperio sabía la historia, no lo hizo, ahora no venga a suplicar cancelaciones— firme se expresó

—Majestad, yo lo lamento. Nunca me puse a pensar en ello, es cierto que vi parecidos con la emperatriz, pero decidí no darle mucha importancia, porque…— sus excusas se habían acabado

—Porque simplemente veía en mi a una más, una que podía tener bajo su poder, para sentirse más hombre, para sentirse poderoso, para cumplir su misión sin falla alguna y puedo continuar con las excusas, simplemente no lo hizo porque no quiso, porque así lo decidió—

Alana había llegado, su padre mandó por ella, justo cuando el comandante había salido de su mansión, por lo que no estaba enterado y alcanzó a escuchar lo que hablaban los hombres.

—Princesa Alana, déjeme explicarle— suplicó

—No hay nada que explicar, dejé su casa en este momento. Se le pagará por las molestias, sin embargo prefiero no volver a verlo en lo que me resta de vida. Si quiere ayudar realmente, vaya y acabe con el archiduque de Nala, él me hizo la vida imposible y es a quien más quisiera ver muerto. Ahora déjeme a solas con mi padre— exigió, pero en su rostro solo se veía calma.

No le quedó más opción que marcharse del lugar, sabía darse cuenta cuando una batalla estaba perdida, él mismo había provocado el odio y rechazo de Alana, pues en su momento, priorizó otras cosas y no lo que más le convendría en un futuro.

—Hija, lo lamento. Si tan solo hubiera sabido, yo…— se lamentaba con sinceridad, mostrando un rostro dolido

—Estoy bien padre, solo necesito que no me quieran imponer normas y reglas como en Nala, he vivido tanto tiempo bajo el yugo de alguien más que por el momento quisiera ser libre— pedía

—Lo entiendo, tomando eso en cuenta, hablé con tu madre y hermanos, todos están de acuerdo en que vivas con nosotros y disfrutes de todo lo que es para ti. Antes de verte hoy, tenía una propuesta que hacer, pero creo que será mejor no tomarla en cuenta— seguía lamentándose

—Hable padre, todo puede resolverse— quería saber de qué se trataba.

—El imperio Nala quiere atacar al imperio Sonors, es el cuarto en la lista, pues sus bestias mágicas no son tan poderosas y además solo utilizan magia curativa y blanca, su emperador a pedido una alianza, pues a pesar de tener magias contrarias, somos muy compatibles. Su propuesta es casar a uno de sus hijos con una de mis hijas, estaba pensando en proponer un matrimonio contigo. Pero he cambiado de opinión— sin expectativas, dijo

—Acepte, lo haré. Claro, siempre y cuando el príncipe no tenga problemas en ser el esposo de una princesa con dos hijos— propuso

Esta decisión dejó impactado al emperador, estaba resignado a no hacer esa alianza, ya que el imperio Norten no corría ningún peligro sin esa alianza, pero la desaparición de aquellos seres, le costaría caro al equilibrio del continente.