LA JOVEN ESPOSA DEL TÍO DEL REY

Una vez la ayudó a sentarse en la cama, le pasó un poco de agua que esta solo aceptó pero sin tomar. Luego de estar en silencio varios segundos, Abril levantó un poco su mirada y le sonrió de manera cansada. De inmediato Elwin frunció sus cejas, pareciera que la llama de la alegría de la princesa se hubiera apagado un poco.

—Su majestad, la reina Erin me pidió que le comunicara que lo espera en su consultorio—respondió desviando un poco su mirada.

—Sí, eso lo sé—habló claro—pero te pregunto sobre ti, ¿Te sientes mal?

—No—negó enseguida—solo estoy cansada... dormiré un poco, ¿Puedo?

—¡Claro!—aceptó un poco reticente—pediré algunas doncellas para que preparen un baño.

—No—le pidió—quiero bañarme sola.

Entiendo de que la situación era complicada para la princesa, puesto que todo a su alrededor era nuevo y que prácticamente había sido un fantasma viviendo en el palacio imperial, aceptó el pedido de su salvadora y le aclaró que, una vez le preparan el baño, las doncellas la dejarían sola para que se bañara de manera cómoda.

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Tras un último vistazo a la habitación, mientras las doncellas llenaban con agua caliente la bañera de su baño, Elwin se desvió un poco y antes de hablar con Genevieve, quiso ir a su consulta para saber qué le había pasado a Abril. Fue allí que, en frente de la esposa de su sobrino, se enteró de algo horrible.

—¿Cómo que tiene una enfermedad venérea?—cuestionó a la reina.

Erin, quien observaba al archiduque sentando frente a su escritorio, solo asintió con pesadez. El hombre de inmediato se puso pálido, no podía entender nada de lo que estaba diciendo ella.

—Pero solo la has visto en una consulta—volvió a hablar.

—Por eso necesito hacerle más pruebas—respondió sería—pero su zona íntima muestra claras señales de Sifilis, la cosa es que esta enfermedad no fue capaz de curarla el sello del emperador, debido a que creció justo en la zona donde hubo quemaduras.

De inmediato Elwin tragó en seco, se había enterado hacía poco que las quemaduras de Abril fueron ocasionadas por piedras infernales, de modo que estas estaban arraigadas a su trauma interno y que se le hacía imposible borrar tan facilmente al sello imperial. De ese modo, si Abril fue contagiada cuando el maestro de Fiona abusó de ella, entonces las cicatrices de sus quemaduras en su parte íntima impedían que el anillo curara su enfermedad.

—Mi señor—habló Erin sacándolo de sus pensamientos—¿Usted tuvo relaciones con la princesa?

Elwin abrió sus ojos ante tal pregunta, si bien no podía estar por completo seguro de que en aquellas cavernas subterráneas hubieran tenido relaciones, si estaba seguro de que en la cascada habían tenido un encuentro casi íntimo al punto de estar dentro de ella.

—¡Ah! ¡Pediré a los curanderos un poco de medicina para curarlo si es que se contagió!—habló un tanto molesta—pero hasta entonces y aun después de eso, no le recomiendo que tenga relaciones con Abril. Sé que ella está enamorada de usted, pero como reina y médico se lo digo: esa enfermera puede ser riesgosa para usted.

—¿Ella lo sabe?—le preguntó.

—No—dijo intentando ocultar su ira—por ahora seguiré analizando su situación e intentaré proceder de acuerdo a su condición.

Intentando no mostrar su ira al creer que en efecto Elwin estuvo con Abril, la reina Erin comenzó a examinarlo mientras sus manos temblaban un poco. Creyendo que solo era el cansancio por estar atendiendo a los heridos en el batallón, Elwin no le dio mayor importancia y se fue de su consultorio apenas ella terminó.

—¡Espere!—dijo Erin tomándolo de su mano.

—¿Qué ocurre?—preguntó.

—Aún no termino—lo increpó en el pasillo—vuelva al consultorio, necesito ver si tiene algún rastro de la enfermedad.

Tras varios segundos fuera del consultorio de la reina, Elwin frunció su frente al por fin entender lo que ella quería decirle. Necesitaba verlo por completo desnudo; sin embargo, sintiendo un rechazo poco natural en su corazón, dejó aquella parte de la consulta para mañana.

—Pediré al médico real que me examine—le respondió—no quiero que usted se encuentre en una posición incómoda, ¡Muchas gracias por su intención!

A medida que Elwin se alejaba por el largo pasillo, la cara de preocupación y dulzura de Erin cambió por una oscura, mientras apretaba con fuerza sus puños. Con asco, al pensar como aquella mujer horrenda se atrevió a estar con Elwin, empezó a respirar como si de un toro en pleno rodeo se tratara.

—Solo espero que Elwin no se atreva a tocarla con eso—expresó mientras volvía a su consultorio.

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Luego de un largo día, el rey Somnus entró a su habitación esperando descansar, aun si no hubiera cenado nada, lo único que deseaba era dormir; sin embargo, cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que Erin se encontraba esperándolo en la sala de estar de su cuarto, mientras bebía un poco de té.