Mi Hermoso Vagabundo.

_Señoritas, ¿ustedes creen que se les paga por estar ahí sentadas platicando?_ nos dice el señor Augusto dando un solo grito que me dejó helada.

_Ustedes dos vayan a limpiar la oficina del señor Warren y no se demoren porque salió hace poco, pero no tarde en llegar._ nos ordena el señor Augusto, mientras tomamos nuestros carritos y subimos muy rápido por el ascensor.

_Piso cuarenta y nueve._ marca Addison mientras me dice que a ese piso solo se puede ir cuando el señor Augusto lo ordene, ya que en ese piso se encuentra la oficina y la suite del señor Sam Warren, dueño de todo el edificio.

Ahora entendí por qué la recepcionista me había enviado a ese piso, ya que como está prohibido, yo sería despedida al ingresar sin permiso a su oficina.

Al llegar al piso, Addison me muestra el lugar donde, al abrir la puerta de servicio, se encuentra esa enorme oficina que alcancé a ver en la mañana, pero que no entré a las dos puertas que se encontraban al final del pasillo.

Addison abrió la puerta del lado derecho donde se encontraba la impresionante suite del jefe.

Donde cada detalle era impresionante y extremadamente limpio y ordenado. Luego le pregunto qué hay en la puerta del lado izquierdo, a lo que me responde que detrás de esa puerta nunca nadie de servicio ha entrado y que la única persona que tiene acceso a ella es el señor Warren.

De alguna forma, el no saber qué hay detrás de esa puerta me ocasiona curiosidad, pero tampoco me quita el sueño, así que limpiamos la oficina y la suite sin hacer mayor esfuerzo, ya que todo se encontraba igual de limpio a como lo dejamos.

Así que al terminar, antes de subir al ascensor de servicio, cuando estaba saliendo por la puerta que lleva al ascensor, inconscientemente miro hacia mi costado donde veo salir al señor Warren del ascensor principal.

Él al verme volvió a mirarme como lo hizo esta mañana, solo se quedó en silencio mirándome fijamente a los ojos.

En cambio, yo abrí esa puerta lo más rápido que pude y salí casi corriendo para subir al ascensor de servicio, ya que si me quedaba ahí, él recordaría que fui yo quien lo insultó esta mañana y de inmediato me correría del edificio.

_¿Qué te sucede? Parece que viste un fantasma de lo pálida que estás._ me dice Addison.

Yo me largo a reír y le cuento por qué me encontraba así. Donde ella también rió conmigo al entender lo tan asustada que estaba.

Llegamos al piso de servicio, donde Addison toma sus cosas para salir, donde me dice: "¿Nos vamos juntas hasta el autobús?"

_¿Ya te vas?_ le respondí con una pregunta.

_Sí, ya son las siete de la tarde, hasta esta hora trabaja el personal de servicio._ me responde Addison.

(Comprendí que el día de ayer ese hombre, junto a esa recepcionista, me tomaron el pelo, ya que nadie fue capaz de decirme hasta qué hora se trabaja, pero tonta un solo día, porque me quedó claro que debo entrar a las ocho de la mañana y salgo a las siete de la tarde.)

_Sí, nos vamos juntas hasta el autobús._ le respondo a Addison.

Así que salimos juntas del edificio para caminar hasta la estación del autobús donde ella se va primero porque su autobús que la lleva de regreso a su casa pasa primero que el mío.

Cómo media hora después, pasa mi autobús, el cual me deja después de dos largas horas en mi destino. (9:30 p.m) Me bajo del autobús y paso donde el señor Carlos, quien se encontraba atendiendo a varias personas. Yo de inmediato me coloco mi delantal viejo y lo ayudo en lo que puedo, ya que él es un hombre mayor de edad que trabaja para mantener su hogar y porque siempre nos ha ayudado a mi madre y a mí en lo que más puede.

(11:00 p.m) Cerramos el negocio de comida y, al igual que todos los días, el señor Carlos me regala las sobras de comida que no pudo vender.

A tan solo una cuadra del negocio del señor Carlos, me encuentro con ese hombre enmascarado que al parecer me estaba esperando.

_¿Tienes algo para cenar hoy?_ me pregunta con esa voz algo rasposa que tiene.

_Buenas noches._ le respondo haciéndole saber que primero se saluda.

_Disculpa, buenas noches. ¿Tienes algo para cenar hoy?_ me vuelve a preguntar, pero está vez siendo más cortés.

_Sí._ le respondo mientras yo seguía caminando.

_¿Me podrías regalar algo ya que hoy solo comí la carne que guardé la noche de ayer?_ me dice mientras estira su mano.

_Ven, tomemos asiento en aquella banca del parque para que comas algo de lo que traje._ le dije mientras nos sentamos juntos en aquella banca del parque que está camino a mi casa.

_Me podrías decir cuál es tu nombre._ le digo a aquel vagabundo misterioso.

_Solo dime Net.

_Bueno Net, mi nombre es Rocío y hoy cenaremos juntos en esta banca._ le digo mientras le sonrío.

( Aquel hombre de alguna forma me agrada, me provoca confianza, aunque no lo conozca. Ya que hay algo en él que me causa lástima o pena porque tiene que cubrir su rostro hasta para comer para disimular su cicatriz.)

_Me puedes contar algo de tu vida._ le digo queriendo saber algo más de él.

_Mi vida no tiene nada de interesante, mejor cuéntame algo de ti, ya que veo que andas muy tarde por la noche a diario._ me responde con una pregunta cómo suelo hacerlo yo.

Platiqué con Net de mi nuevo trabajo y de que al ver al señor Carlos solo en su negocio, de igual forma paso a ayudarlo y no por dinero, sino como una forma de agradecimiento por toda la ayuda que nos ha dado siempre.

También de una forma que no logro explicar, le platiqué de mi madre, que padece de cáncer y que necesito llevarla pronto al médico porque presiento que no se siente bien y que el tratamiento que le dieron en el hospital ya no está haciendo efecto.

Así que, mientras platicábamos, caminamos hasta mi casa donde el tiempo pasó volando con ese misterioso vagabundo llamado Net, que en absoluto silencio escuchaba toda mi vida hasta que se fue por la calle, desapareciendo entre la oscuridad de la noche.