Katherine una chica de 18 años. Emiliano un hombre de 33. Las circunstancias los llevan a contraer matrimonio. Ella joven e inmadura, él temeroso de volver amar. ¿Será que pueden encontrar el amor verdadero o estarán destinados al fracaso?
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Capítulo 10
A la mañana siguiente a primera hora en una de las oficinas del Registro Civil de Madrid se encuentran Katherine y Emiliano. Ninguno de los dos imaginó que el día de su boda sería así. Carlos y Rose fungen como testigos.
Katherine luce un sencillo pero elegante vestido blanco de satén, corte en A qué llega a la altura de la rodilla. Su cabello rubio recogido en un moño. Un maquillaje natural que resalta su belleza y sus ojos azules.
Emiliano lleva un elegante traje gris, combinado con una camisa blanca, corbata a rayas en tonos grises y zapatos negros. Su cabello perfectamente peinado.
El juez realiza la ceremonia y ambos firman el acta.
- Los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia.
Las palabras finales los traen a la realidad. Emiliano toma su rostro con ambas manos, su aroma invade los sentidos de Kat e instintivamente cierra los ojos, él la besa de una manera sutil y tierna. La toma de la mano y salen juntos del lugar.
Se dirigen a la empresa para asistir a la junta de consejo convocada por Ramón.
En la sala de juntas ya están todos reunidos, a más de uno le sorprende la vestimenta de Kat y Emiliano y el hecho de que llegaron juntos en compañía de Carlos y de Rose.
- Como bien saben, nuestro accionista principal John Spencer sufrió un desafortunado accidente hace ya algún tiempo y debido a esto se encuentra en estado de coma- inicia diciendo Ramón- y aunque su situación nos preocupa no podemos dejar de ocuparnos de los negocios y al no estar el presente y el hecho de que ni Rose ni Katherine tengan los conocimientos para tomar su lugar nos vemos obligados en tomar una decisión por el bien de la compañía. Mi hijo Antonio y yo nos proponemos para hacernos cargo mientras John se recupera. Estarán de acuerdo que somos competentes y los más indicados para tomar el puesto.
- Entiendo su preocupación y soy consciente de que ni mi madre ni yo estamos capacitadas para ocupar el lugar de mi padre. Por ese motivo dejo a cargo de mis acciones a mi esposo Emiliano Ferré.
- ¿Qué farsa es esta?- expresa, Ramón prácticamente en un grito- Emiliano no es tu esposo y no pueden venir con una mentira como esa.
- No es ninguna farsa- responde Emiliano y extiende sobre la mesa el acta de matrimonio- como pueden ver Katherine y yo estamos legalmente casados y mi esposa está en todo su derecho de elegir a quien represente mejor sus intereses.
- Esto es falso, ustedes ni siquiera tenían una relación.
- Se equivoca, señor Estévez. Emiliano y yo tenemos una relación desde hace tiempo y mi padre la avalaba. Comprendo su desconcierto, estoy decidida a aprender el manejo de la empresa y nadie mejor que mi marido para enseñarme y hacerse cargo mientras aprendo.
- Juro que si esto es una treta yo mismo los voy a dese mascarar.
Ramón y Antonio se marchan de la sala de juntas evidentemente furiosos. Los demás miembros del consejo los felicitan antes de marcharse.
- Bueno, ya está hecho. Quiero aprender absolutamente todo, así cuando papá despierte podrá recuperarse tranquilamente en casa.
- Eres muy valiente hija, tu padre estará orgulloso.
- Ahora deben tener cuidado, Ramón no descansará hasta demostrar que su matrimonio es falso.
- No te preocupes papá, no le daremos oportunidad.
- Desde mañana dejo la Facultad y me enfoco en aprender lo más rápido posible el manejo de la compañía.
- No es necesario que dejes la Universidad, puedes venir por la tarde y yo te enseñaré absolutamente todo lo que necesitas saber.
- Gracias, Emiliano.
- ¿Dónde van a vivir?
- Viviremos en mi Penthouse, Rose. No quiero que Ramón o Antonio comiencen a decir que me casé con Kat para aprovecharme. Viviremos de mi sueldo y así evitaremos rumores que pueden poner en duda nuestra situación.
- Bien pensado, hijo.
- Entonces debo ir a casa a empacar.
- Tómate tu tiempo, me encargo de algunos pendientes aquí y paso por ti para ayudarte a que te instales.
- Ok.
Katherine se va en compañía de su madre y al llegar a la mansión comienza a hacer su equipaje. A partir de este día su vida ha dado un giro de 360 grados. Ahora debe irse de su hogar y compartir el espacio con Emiliano.
- Hija, ¿estás bien con todo esto?
- Sí, mamá. No te preocupes.
- Lamento que te hayamos puesto en esta situación.
- Fui yo la que me puse en estas circunstancias por no hacerle caso a papá. Él siempre me insistió en que debía aprender a hacerme cargo de la empresa y yo me aferre a no hacerlo y ahora me arrepiento. Confío en Emiliano y sé que nos va a ayudar.
- Te voy a extrañar, hija.
- Vendré a verte todos los días.
La empleada les informa que Emiliano ha llegado, entre dos empleados bajan su equipaje y se despide de su madre.
- Vendré mañana a verte, mamá. Descansa y tranquila, todo va a salir bien.
- Cuida mucho a Kat, Emiliano.
- Lo haré, no se preocupe por nada.
Llegan al Penthouse y Emiliano le muestra su habitación.
- Está será tu habitación y la mía está a la izquierda, instálate y cuando puedas alcanzame en el despacho, hay cosas que debemos hablar.
- Ok, no tardo.
Emiliano se da la vuelta y se va, cierro la puerta detrás de mí y respiro profundo. Me pone nerviosa compartir el mismo espacio con él. Acomodo mi ropa en el armario y guardo las maletas. Salgo a buscar a mi "esposo" para saber de qué quiere hablar.
- Ya estoy aquí, hablemos.
- Primero quiero que te sientas como en tu casa, entiendo que es un cambio para ambos, pero es necesario. En público deberemos aparentar que tenemos un matrimonio real, no podemos arriesgarnos a que alguien descubra que es solo un contrato. Puedes seguir asistiendo a la Universidad y por la tarde acudir a la empresa, estoy seguro de que aprenderás rápido.
- Lamento que mi padre te haya metido en este embrollo y te agradezco que aceptarás ayudarnos.
- Aprecio mucho a tus padres y no podía negarme. También me preocupa tu bienestar y si en mis manos está protegerte, lo voy a hacer.
- Aun así, debemos permanecer casados dos años y no debe de ser fácil para un hombre como tú que ha estado soltero y debe de tener por ahí alguna que otra conquista.
- No creas en todo lo que lees y recuerda que soy adicto al trabajo.
- Prometo no ser una molestia.
- No lo eres, créeme. Por cierto todos los días por la mañana viene una empleada que se encarga de la limpieza, ante ella debemos de comportarnos como recién casados.
- Entiendo, no debemos levantar sospechas.
- A partir de mañana te llevaré cada día a la Universidad antes de ir a la empresa y por la tarde te recogerá el chófer.
- Tengo mi propio auto, puedo moverme yo sola.
- Después de las amenazas de Ramón, prefiero ser precavido. Aún no se esclarece el accidente de tu padre y tengo la sospecha de que pudo ser provocado.
- ¿Piensas que alguien quiso matar a mi padre?
- No tengo la certeza, más no descarto la posibilidad y no quiero pecar de confiado.
- Está bien, se hará como tú quieras. Después de todo, eres mi esposo.
- Así es y debo velar por ti. ¿Quieres comer algo? Podemos ordenar comida china.
- Me gusta la idea.
- No suelo pasar demasiado tiempo aquí y cuando lo hago no suelo cocinar.
- Creo que como buena esposa debo aprender a cocinar.
- Será agradable tener una rica cena casera de vez en cuando.
- Muy bien, en agradecimiento aprenderé a cocinar. ¿Cuál es tu platillo favorito?
- Absolutamente, todo lo que contenga mariscos.
- Perfecto, lo tomaré en cuenta.
Mientras Emiliano ordena la cena yo recorro los estantes del despacho que están abarrotados con libros de Leyes.
- Creo que también te pediré ayuda con algunas clases de la Universidad.
- Por supuesto, puedo ayudarte con lo que necesites.
- ¿No extrañas dedicarte a litigar a tiempo completo?
- Algunas veces, cuando recuerdo que la justicia es solo para algunos pocos no.
- ¿Y qué te gusta hacer los fines de semana?- recuerdo que el tema de la justicia es delicado y prefiero darle un giro a la conversación.
- No mucho, habitualmente me quedo aquí a revisar documentos y descansar.
- Definitivamente, eres adicto al trabajo.
- Eres joven, algún día me comprenderás.
- Espero que no, no me gustaría acostumbrarme a pasar mi tiempo libre trabajando.
- En los próximos meses tendremos bastante trabajo, sobre todo tomando en cuenta que tú estarás alternando la Universidad con la empresa.
- Lo sé, pero en algún momento debemos de descansar y de divertirnos.
- Ok, prometo que te dejaré divertirte. Puedes salir con tus amigos de vez en cuando.
- Tú deberás acompañarnos, recuerda que deben de vernos juntos.
- Lo haré, ahora vamos a comer.
La comida llega, sigo preocupada por mi padre sobre todo después de conocer las sospechas de Emiliano. Si alguien se atrevió a hacerle daño a mi padre yo misma me encargaré de hacerlo pagar.