Angelo Stromboli aceptó el compromiso sin conocer a su futura esposa, pero tal como se la imaginó; así era Gina, y a pesar de decir que nunca se iba a enamorar de una mujer como ella, tarde se dió cuenta que no podía vivir sin su amor.
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Capítulo Dieciocho
🍇 𝓐𝓷𝓰𝓮𝓵𝓸 🍇
—¿Acaso qué más quieres hacer aparte de bañarnos? Estás muy golosa. —La volteo y quedamos frente a frente. Empiezo a besarla; luego de dejar su boca, le doy besos en la oreja y bajo al cuello. Gina empieza a gemir y me enciendo más de lo que estoy con solo escucharla.
—Ah, Angelo, ahh. ¡Dijiste que solo bañarnos! —rozo mi miembro erecto en su vientre.
—Sí, pero tengo que estregarte por dentro para que quedes bien bañada. —La levanto con mis brazos, poniendo sus piernas alrededor de mi cintura y, de una estocada, entro en ella.
—¡Ahhhh, Angelo! —la callo con mis besos y, agarrando sus nalgas, empiezo a mover sus caderas en mi miembro.
«Dios, qué hombre tan fuerte. Debe ser que levanta pesas, porque mire que levantar este peso pesado no es tan fácil y él lo hace como si nada. «Por eso tiene ese cuerpo de dios romano», pensaba Georgina al ver que Angelo la levantó como si nada.
—¿Te gusta que te bañe así? —Dios, el interior de Gina es la gloria. Como me envuelve en su calor.
—¡Me encanta, ahhhh! —dice Gina, y yo siento que ya no puedo más. Después de varias estocadas más, llego en un rico orgasmo y después llega ella.
Terminamos de bañarnos y salimos secándonos. Gina tiene su toalla alrededor de su cuerpo y se sienta en el peinador a secarse el cabello, mientras yo busco uno de los vestidos que le compré para que estemos bien presentados en la entrevista.
—Gina, hoy viene Sabina Sorenti, la periodista que nos va a hacer la entrevista para dar a conocer nuestro matrimonio a la sociedad de Italia. Póntelo para que salgas en las fotos más linda de lo que ya eres. —Estaba terminando de decirle y salió corriendo al baño.
«¿Ah? Dios, ¿qué hago, me van a descubrir?». Gina pensaba aterrada encerrada en el baño y se hizo la que vomitaba para evitar hacer esa entrevista.
—Gina, ¿estás bien? Gina, abre la puerta, ¿qué tienes? —¿Será que así eficiente es mi amigo que ya la embaracé? Jajaja, qué loco eres, Angelo, en dos días no va a presentar ya síntomas de embarazo. ¿Qué tendrá entonces? Al poco rato salió más pálida que un queso.
—Angelo, no me siento bien. Todo me da vueltas. —Me dice en voz baja y de verdad que se ve muy mal. La ayudé a acostarse y ponerse una camiseta con unos leggins.
—Le voy a decir a Agatha que te traiga el desayuno. Descansa. —Si sigue así, me va a tocar llevarla al médico.
—Angelo, ¿vas a cancelar la entrevista? —pregunta preocupada.
—No, Sabina ya debe estar por llegar. —Veo que se pone más pálida de lo que está. —Pero tranquila que yo la atiendo. Lo importante es que salga la nota en el periódico de nuestro matrimonio. Si sigues así, voy a tener que llevarte al médico, ¿está bien?
—Está bien, Angelo. —Contesto y la veo pensativa.
«Me salvé de esta, pero para la próxima no sé si podré sacarla en limpio», pensó Georgina.
Salí de la habitación y le pedí a Aghata que le subiera el desayuno a Gina. Poco rato después recibí a Sabina y le expliqué qué pasó con mi esposa. Entendió lo sucedido e hizo la nota, quedando de publicarla mañana mismo.
🍇 𝓖𝓲𝓷𝓪 🍇
Salí con Jordan en la mañana a visitar los sitios donde necesitaban expertos en vinos. En el primer lugar al que fuimos, que quedaba más cerca del apartamento, me contrataron. Como descargué en línea mi pensum de la universidad en la que estudio, vieron que ya estaba por finalizar mi carrera y me dieron el cargo de pasante. Obviamente, por menos dinero de lo que gana un profesional, y todo por no estar graduada aún, pero no me importa, pues las horas de trabajo me las validan como prácticas en la universidad en el momento de requerirlas.
Todo se va dando como queremos, pues cuando estaba en la entrevista me enteré de que necesitaban un bodeguero y entonces hablé con el gerente para que le dieran el trabajo a Jordan. Él aceptó inmediatamente, pues le urgía tener a alguien en ese puesto.
Me despedí del señor Gaultier, que es el dueño y gerente del sitio, con el compromiso de empezar mañana mismo a trabajar.
Salí del lugar que se llama Enoteca Borgo Di Vino; Jordan me estaba esperando afuera y le di la noticia de que ya tenemos trabajo. Aunque no lo vi tan feliz como lo estaba yo, no me importó porque vamos a trabajar y a estar juntos.
—Mi amor, estoy tan feliz, ¡ya podemos estar tranquilos, pues tenemos trabajo! —Lo abrazo y le doy un beso.
—Sí, claro. —Solo eso respondió sin demostrar nada.
«Claro, tú estás feliz, pero yo en la vida he trabajado. ¿Qué feliz voy a estar?», pensó el inútil del Jordan.
—Hacemos el almuerzo y planeamos lo que vamos a hacer a partir de mañana. —Yo jamás he trabajado, pero estoy muy entusiasmada. Espero hacerlo bien.
Ya en el apartamento hice el almuerzo, si se puede decir, pues no sé hacer nada. El risotto quedó salado y la carne dura, pero como teníamos hambre, nos lo comimos.
No sé hacer nada, es verdad, pero con amor todo se va aprendiendo. Siempre fui cuidada como un tesoro; a mí nunca me faltó nada, ni cuando nació mi hermana dejaron de sobreprotegerme. Siempre iba a estudiar rodeada de guardaespaldas. El colegio era de solo mujeres, por lo que nunca tuve amigos hombres. Mis compañeras me tenían envidia y siempre me decían cosas despectivas. Que mi cabello era feo así tan rubio, que mi piel era demasiado pálida, que yo era muy flaca, etc., haciendo que mi autoestima fuera demasiado baja. Por eso cuando entré a la universidad, preferí hacerlo en la modalidad a distancia. Entre semana las clases eran virtuales y cuando debía hacer las prácticas de catación del vino era un fin de semana cada quince días.
En uno de esos trabajos de campo fue donde conocí a Jordan. Él estaba junto a algunos compañeros de la universidad que eran sus amigos, y según él, cuando me vio por primera vez, fue amor a primera vista. Les pidió a sus amigos que me presentaran, y ellos apenas si me conocían, pues yo era la chica rara que recibía clases en línea. Sin embargo, él mismo se me presentó, me dijo que era estudiante de intercambio, que venía de Estados Unidos becado, que ya estaba en el último semestre de mecatrónica y que solo le faltaban tres meses para terminar y recibir su diploma. Me pidió mi número telefónico para seguir en contacto y de ahí empezamos a conversar de seguido. Nos veíamos dos veces a la semana en sitios cerca de la universidad para no levantar sospechas con mis guardaespaldas, y ahí inició nuestra historia de amor. Él es superlindo conmigo, me trata bien, me dice que soy bella, que se enamoró de mí con solo verme y que nunca me va a dejar, pues soy su alma gemela.
Gracias Escritora !!!!!!