Una huérfana es llevada a un orfanato luego de perderá sus padres en un fatal accidente. Con el pasar de los años, solo quiere un sueño, ser novicia. Pero es destino quiere algo más.
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Y, ¿u noviecito?
Pilar al llegar al jardín, a lo lejos encontró una pareja, una que envidió por su amor entre ellos. Respiró profundamente y esperó un momento, la verdad no quería buscar a Alfredo, quería tener un poco de frescura y volver a tener el control de sí misma. Odiaba perder las riendas y claro que César Steven era impredecible.
Y, ¿encontró a su noviecito?. César sonó irónico a su lado. No lo sintió al llegar.
Un brinco dió Pilar sosteniendo sus manos en el pecho.
-¿Siempre tiene este mal hábito de invadir la privacidad? Pilar suspira resignada.
-Yo vine aquí primero, solo que usted ni me vió al pasar. Ahora, fue usted la que invadió el mio. César vuelve a sentarse en la banca que está a su lado, tomando la botella de whisky para llevarlo a su boca.
Pilar se sonrojó de vergüenza ante la afirmación de César, tal que pronto se desvaneció al ver que éste llevaba a su boca la botella de licor.
-Usted no puede tomar. Pilar reaccionó por reflejo quitando de sus manos la botella. Temió por su acto al ver la ira en los ojos de César.
-¿Quién te crees? ¿Mi niñera?. César le levantó de la banca. La notoria estatura emerge cuando él se pone sobre sus pies. Pilar titubea al perder el aliento de su imponencia.
-Yo… Pilar baja la mirada a la botella. Al verla se llena de valor para confrontar aquellos aterradores ojos azules.
-Usted no debe tomar y antes de que lo haga lo haré yo. Pilar se toma una bocanada de licor . Su garganta ardió como un demonio. César abrió sus ojos y lanzó su mano hacia la botella haciendo que Pilar evitará que la consiguiera.
-Oiga, es mi botella. Démela, es mi problema si tomo o no.
-No, no la va a tener. Pilar esquiva sus manos retrocediendo unos pasos de él. Otra bocanada descendió por la garganta de Pilar y una mueca grotesca en su rostro apareció.
-¿Es estúpida o qué?, Se emborrachará si sigue tomando de esa manera. La molestia de César se intensificó, se acercó a ella sin pensarlo sosteniendola de sus brazos. Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro.
-Ni usted ni nadie me llama estúpida. Mire lo que hago con su “whisky”. Pilar lanzó la botella al piso provocando que esta se partiera en pedazos. Volvió sus ojos a los de él provocando una guerra de miradas feroces.
-Si no tengo mi botella, entonces la tendré a usted. César bajó a los labios de Pilar devorándose en los suyos. Un intenso beso se batalló por unos segundos que parecieron siglos, el bravo forcejeo de Pilar por recuperar su dignidad se fue desvaneciendo mientras prevalecía la fuerza de aquel monumento de hombre que ahora la arropaba con sus fuertes brazos. Los ansiosos besos subían de tono, que sin saberlo Pilar recorría el ancho pecho con sus pequeñas manos llegando al espeso cabello de César . Él no estaba dispuesto a soltar su pequeña cintura que ahora la ajustaba a él con una plena satisfacción de deseo. Un ligero mordisco soltó el agarre de César.
-Usted tiene novia. Pilar está exaltada.
-Es lo que usted cree. Dijo César acercandola a él.
-Yo… yo tengo novio. Las palabras de Pilar eran de angustia. Otra vez estoy en esta condición con usted. Odio que me haga esto.
-Yo odio que no quiera reconocer que siente algo por mi. Incluso más fuerte de lo que siente por mi amigo.
-Usted no es más que un error. Pilar se suelta del agarre de César. El alcohol ya está por su sistema nervioso haciendo que ella tambalee.
-Seré tu error o como quieras que me llames. Pero no vas a huir de mí otra vez. César la alzó en sus brazos y la oscuridad llegó a los ojos de Pilar. Se había desmayado. César la sacó por la parte trasera del lugar, llevándola a un lugar más tranquilo.
Pilar despertó desconociendo todo a su paso, trató de levantarse pero su ligero dolor de cabeza la hizo desistir de hacerlo. Temió por saber qué sucedía, miró a sus lados y allí estaba su cartera y su móvil. Lo tomó apresurada y llamó a Alfredo, éste no le contestó
-¡Maldición!. Se olvidó de mí. Pensó Pilar, al meditar sus propias palabras se reprendió. -¿Cómo te atreves a decirlo cuando tú también lo olvidaste??. ¡AHHH!. Pilar suelta un grito de frustración.
-No temas, pronto estarás bien. Es el efecto del alcohol. César ha entrado a la gran habitación. Pilar abrió sus ojos de par en par y recordó lo que había sucedido antes de perder el conocimiento. Su temor la invadió haciendo que por inercia levantara sus sábanas y evidenció que no le faltaba nada.
-Si está pensando que me aproveché de usted, déjeme decirle que ganas no me faltaron. César le da una sonrisa amplia, una que nunca había visto salir de sus labios. Una que le encantó haciendo que todo su cuerpo se erizara. Si bien era cierto que Alfredo poseía una sonrisa encantadora, César tenía una muchísimo mejor, era una sonrisa hechizante. Su boca se humedece haciendo que pasara saliva con dificultad. Pilar desvió sus ojos a otro punto de la habitación. Si algo tenía claro no era la habitación del hotel donde siempre frecuentaba, pero sí era un lugar más exquisito.
-¿Qué me pasó?. Dijo Pilar recordando su jaqueca que ahora se estaba empeorando.
-Pasó que se tomó medio litro de licor en dos bocanadas. No está acostumbrada a beber e hizo que perdiera el conocimiento. César se acerca a la cama donde Pilar está recostada. Se sienta en el borde y ella reacciona de inmediato tomando su sábana sobre su pecho.