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SI PUDIERA SALVARNOS

SI PUDIERA SALVARNOS

Status: En proceso
Genre:Amor de la infancia / Autosuperación / Reencuentro / Cambio de Imagen / Riqueza en una noche / Pretendiendo ser otra persona
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Irwin Saudade

Ivin quiere lo mejor para su familia y por eso esconde un secreto: por las noches es dama de compañía. Durante una noche de trabajo, se reencuentra con su crush de toda la vida. ¿Qué podría pasar cuando tu primer amor te confiesa estar enamorado de ti, pero tú estás en alquiler para otros hombres? ¿Por qué el amor es difícil a veces? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el amor no siempre nos salva?

NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

ME HACE QUERER

¿Qué se supone que ella debía responder? ¿Era mejor que yo le dijera la verdad? Bueno, quizá sí, pero creo que aún no era el momento. Mi mamá no podía saber la verdad sobre lo que yo haría esta noche, aunque claro, no tenía nada de malo porque, yo no iba a hacer cosas malas. ¿Cosas malas? ¡Tú sabes a lo que me refiero! Soy escort en secreto y parece que la vida me quiere obligar a decir la verdad. ¿Es momento de confesar mi secreto? 

¡Que se joda la vida por un momento más! Todo esto lo hago por el bien de mi familia.

—¡No! Tú no me sales. Sabes perfectamente que debes pedirme permiso con tiempo.

—Pero mamá...

—Nada de peros. Ya te dije que no puedes salir. A demás, ¿con quién quieres ir a esta hora? Tú sabes que es peligroso salir de noche.

Mis esperanzas estaban muriendo.

Estefan estaba revisando su celular, papá ya estaba acostado chupando su paleta y aunque lo más probable es que él no estaba dormido, si estaba escuchando. ¿Qué pensará de mí? Si papá estuviera en sus cinco sentidos, era algo seguro que yo no podía tratar de negociar con él para que me dejara salir a última hora. ¡Qué cosas!

—Manuel vino a buscarte, él...

—¡Iré con Manuel! —Interrumpí a mi hermano y aproveché la oportunidad.

Emilio se me quedó mirando con mucha atención y picardía. Mamá me fulmino con la mirada y yo había logrado usar mi astucia para poder salirme con la mía.

—¿De verdad está Manuel aquí? —Le preguntó mi madre a Emilio.

—Sí, dice que vino por Ivin.

¿Manuel me estaba apoyando con esta salida? Mamá me lanzo una mirada asesina, se rascó la mejilla izquierda y dejé escapar un suspiro.

—¿Y a dónde irán?

—No lo sé exactamente. Iremos con algunos de sus amigos a cenar hamburguesas.

Mentí todavía más.

—¿A qué hora regresas?

¿A qué hora debía regresar?

—Pues como a las diez o las once.

Mamá parecía meditar en la hora de mi regreso.

—Te quiero aquí a las diez de la noche. ¿Entendido?

¿Tenía otra opción? Mamá me estaba condicionando a la manera de su preocupación. Era esto o ser descubierta por todo el mundo. ¿Qué hubieses elegido tú?

—Está bien. Regreso a esa hora.

Ella asintió, le di un beso en la mejilla y un abrazo de esos que son bien abrigadores.

—¡Cuídate mucho y pórtate bien! —Dijo ella.

—Sí, eso haré. ¡Nos vemos pedorros! —Les grité a mis hermanos.

—Pedorra tienes la cara —me respondió Estefan.

Me reí. Bajé a toda velocidad después de haber entrado a mi habitación para poder tomar mi celular. En el sillón de en medio, Manuel estaba sentado, observando y tecleando en la pantalla de su celular. Notó mi presencia y sonrió.

—¡Canijo! —Exclamé al verlo.

Que él viniera a mi casa a esta hora no estaba en los planes, pero no había marcha atrás. Gracias a su visita inesperada pude convencer a mi madre para que ella me dejara salir. Siento que supe aprovechar bien las circunstancias. ¡Qué canija me estaba volviendo!

—¿Todo está bien? —Preguntó con mucho interés—. Me dijiste que te esperara al teléfono y como no colgaste, escuché que tu papá...

—Sí, él ahora está bien. Solo fue un ataque de pánico a una inyección.

Sonreí. Mi chico ideal estaba de pie frente a mí, con un semblante preocupado y angustiado. ¿Por mí? Lo más seguro que sí, si no fuera preocupación, ¿entonces porque habría venido hasta aquí a toda velocidad?

—¿Pudieron vacunarlo?

—Sí, me toco inyectarlo. Mis hermanos lo sometieron de forma suave y triunfamos sobre su trasero.

Ligeramente sonreí.

—¿Sabes poner inyecciones?

Asentí.

—La necesidad me hizo aprender. ¡Nah mentira! Mi mamá me enseño cuando yo tenía catorce años y ahora ha sido muy útil saber pinchar traseros.

Mi respuesta le hizo hacer una mueca en los labios, lo más parecida a una sonrisa.

—Genial. Ahora que me enferme y necesite inyecciones, ya sé que puedo contar contigo.

—¡Hey! No quieras enfermarte, no está chido. Mejor no digas cosas como esas.

—Tienes razón, soy un tonto.

—Ligeramente, fuiste un poco tonto. Pero bueno, si fuera el caso y no hay de otra, pues con todo gusto te ayudo con esas inyecciones.

Sonreí. ¡Con todo el gusto de mi alma le pincharía el trasero a mi querido! Sus ojos no se despegaban de mí y hubo una cosquilla en mi corazón; mi celular vibro y eso me recordó al pobre de Jonatán.

—¿Iras con...?

No le deje terminar la pregunta. Lo tomé de la mano y corrimos hacia la salida. Sentí su piel un poco caliente y aquel tacto me hizo pensar en el pasado, cuando él solía defenderme de los chicos que me acosaban.

—¿Puedes darme un aventón? —Le pregunté una vez que estábamos afuera de mi casa.

Sus ojos se posaron sobre mi preocupación. ¡En verdad que me preocupaba mucho estar haciendo esperar a Jonatán!

—¡Por supuesto! ¿Irás al observatorio?

—Sí, por favor.

—¿Siempre si iras con el tal Jonatán?

Asentí y abrí la puerta del copiloto.

—Sí, solo que ya se me hizo bien tarde. La neta no esperaba que mi papá se pusiera rebelde con lo de su inyección. Te digo que nos costó poder inyectarlo.

Encendió el auto.

—Pero, ¿él ya está bien?

—Sí. Ya está superbién. Solo fue un instante. Te digo que les tiene miedo a las agujas.

El vehículo comenzó a avanzar. Saqué mi celular y abrí WhatsApp.

**Ivin: **Perdóname por no llegar aún, me pasó algo en casa, pero ya estoy en camino. 😅

Él me leyó rápido.

Jonatán está escribiendo...

**Jonatán: **No te preocupes. Aquí te espero, ven con cuidado.

Manuel conducía por el bulevar y ya casi daban las ocho de la noche cuando el auto se estacionó justo frente en la entrada del observatorio. ¡Mi corazón latía muy fuerte!

—¡Gracias por traerme! En verdad te lo agradezco. Creo que apareciste en el momento más indicado.

Sus ojos parecían brillar de forma curiosa. ¿Qué estaría pensando sobre mí en ese momento?

—De nada Ivin. ¡Ya sabes!

Abrí la puerta y bajé del auto.

—Te veré luego. ¿Te parece?

Asintió de forma suave.

—Sí. Me parece bien.

Justo cuando iba a cerrar la puerta, él me dijo algo.

—¿Quieres que te acompañe?

Cerré la puerta, la ventanilla estaba abajo. Esos ojos tan brillantes y bonitos me examinaban de forma lenta; sus labios estaban entreabiertos y casi, estoy así de segura, que todo iría bastante bien si él me acompañaba al observatorio. ¡Pero esta noche no!

—Tranquilo. Yo... —mi celular empezó a vibrar. Era una llamada de Jonatán —, me tengo que ir. ¡Gracias por traerme!

Y no espere una respuesta de su parte, solo me aleje de Manuel. Me llevé el teléfono al oído para poder contestar.

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Bella Maldonado Beltran
Excelente
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